Nuestra economía está yendo a la deriva, pero ya veníamos deteriorándonos hace más de 6 años y, lo que es peor, con una desigualdad y excesos que atentaron contra el bien común, acabando por fracturar nuestra sociedad en octubre de 2019. El tamaño de nuestro Estado es uno de los más pequeños del mundo. Equivalente al 25% del PIB, no tiene holgura suficiente para un mayor gasto social. La solución implicará mayor endeudamiento, lo cual también tiene límites. Con una crisis económica que durará tres años o más, el Gobierno no tiene opción y deberá apoyar o abstenerse de rechazar el segundo retiro de los fondos de pensiones.
Es probable que el titular de esta columna resulte para algunos perturbador y para muchos un escenario impensado, pero lamentablemente los hechos se imponen evidenciando una cruda realidad respaldada con lamentables cifras económicas. Pero antes de ir a las cifras que avalan este análisis, es importante considerar la trayectoria de nuestra economía desde 2014 a 2019, solo así será posible dimensionar los peligros que implica la situación actual.
Efectivamente, el crecimiento del PIB desde 2014 ha sido un 2,0% anual promedio, lo que comparado con 2,9% de crecimiento del promedio del PIB mundial, es un desempeño bastante menor que la media. Pero aún más, en 2019 nuestro crecimiento alcanzó solo un 1,1% mientras el resto del mundo promediaba 2,48%. Este fue el preámbulo de nuestra crisis, bastante debilitados, como también afectados por los conflictos de octubre pasado.
Así iniciamos la actual pandemia, sin que hasta la fecha exista una vacuna que pueda ser suministrada ampliamente y el COVID-19 seguirá cerrando las puertas a una recuperación mundial. El origen de este trance está aún fuera de control y, por más que presionemos la apertura de nuestras actividades, estas serán con restricciones operacionales, baja demanda y alto desempleo.
El Imacec, un indicador que compara la situación económica nacional respecto de igual mes del año anterior, ha tenido una caída persistente, acumulando -8,1% en lo que va de 2020. Más aún, si lo separamos entre Imacec Minero (minerales y combustibles) y No Minero, el primero ha aumentado 2,2% en igual período, pero el segundo ha caído -9,1%. Paralelamente, la inflación ha estado oscilando en un rango de -0,1% y +0,1%, situación que, a pesar del alza de algunos ítems de primera necesidad, refleja el fuerte deterioro de la demanda.
Es preocupante, en agosto la situación no fue peor gracias al retiro de 10.842 millones de dólares desde las AFP, lo que representa 3,6% del PIB anual, como también en septiembre se agregaron unos 4.218 millones de dólares, equivalentes al 1,4% de PIB. Aún así, en agosto la inflación fue de 0,1% y queda pendiente saber el valor de septiembre, el cual puede entregarnos información muy relevante.
Así es, porque si la inflación de septiembre no consigue estar en un rango de 0,25 – 0,30%, después de la gran inyección de capital en agosto y septiembre, estará reflejando un deterioro de la demanda muy peligroso, cuya persistencia, junto a la caída del Imacec, evidenciará daños mayores en la actividad económica.
Inevitablemente el crecimiento de la economía en el tercer trimestre fue negativo, entrando el país en recesión al completar dos trimestres de caída consecutiva. Si bien está dentro de lo esperado, la situación se puede complicar aún más por algunas variables que no están bajo nuestro control, como el precio del cobre que ha mostrado bastante volatilidad en este año; en agosto aumentó 5,6%, durante septiembre terminó sin variación, pero inició octubre con una fuerte caída de -5,3% en su primer día.
Así las cosas, nuestra economía está yendo a la deriva y no depende de nosotros sino de un enemigo invisible que afecta a todo el mundo. Ya veníamos deteriorándonos hace más de 6 años y, lo que es peor, con una desigualdad y excesos que atentaron contra el bien común, acabando por fracturar nuestra sociedad en octubre de 2019.
El tamaño de nuestro Estado es uno de los más pequeños del mundo. Equivalente al 25% del PIB, no tiene holgura suficiente para un mayor gasto social. La solución implicará mayor endeudamiento, lo cual también tiene límites.
Crisis económica queda para tres años o más, el Gobierno no tiene opción y deberá apoyar o abstenerse de rechazar el retiro de los fondos de pensiones nuevamente. Este es el mal menor y debemos ser pragmáticos frente a la realidad, como también hacernos cargo del efecto que tenga en el sistema de pensiones en el futuro.