Este año 2020 ha sido particularmente difícil para todos. La capacidad de supervivencia y de reinventarse del ser humano ha sido puesta a prueba, al igual que la capacidad de reacción y adaptación de las empresas.
En el caso de las compañías que forman parte de la pesca industrial de la zona centro sur de Chile desafiaron este 2020 comprometidos con sus trabajadores, el desarrollo de las pymes y proveedores regionales y la seguridad alimentaria nacional.
En lo primero, ninguna empresa se acogió a la Ley de Protección del Empleo y pudimos proteger a los más de 6.500 colaboradores, la mitad de ellos mujeres y jefas de hogar,
Respecto de nuestros aliados, pymes y proveedores, pudimos mantener bajo nuestro alero a las 372 pequeñas y medianas empresas que prestan servicios en un 100% a la pesca industrial en Coronel, Lota, Talcahuano y Tomé y que, a su vez, dan empleo a 4 mil trabajadores y nos facturaron servicios por US$40 millones este 2020.
Y respecto de nuestros socios y proveedores de la pesca artesanal, este año compramos materia prima por más de US$80 millones, gracias a la recuperación virtuosa de los recursos pesqueros que significa empleo para otros 4 mil pescadores artesanales de nuestra zona.
Ahora, sobre la seguridad alimentaria nacional y el abastecimiento de pescado, tenemos mucho que contar. Este año creamos un “Banco de Alimentos del Mar” que benefició a 3.000 adultos mayores vulnerables que viven en hogares de acogida para la tercera edad (Eleam) de las regiones del Maule, Ñuble, Biobio y Araucanía. A ellos donamos más de 250 mil raciones de pescado. Esta iniciativa la extendimos durante los meses de invierno a 44 albergues para más de 1000 personas en situación de calle en las mismas regiones.
Asimismo, la fuerte recuperación de los recursos pesqueros ha permitido un abastecimiento amplio de productos del mar, como pescado congelado, conservas y otros como apanados y filetes. Un ejemplo para destacar es el jurel que hoy tiene niveles de biomasa saludables. Tanto así que el año pasado nos permitió certificar internacionalmente dicha pesquería, al igual que hicimos con los langostinos. El último informe de la Subsecretaría de Pesca muestra también un positivo avance en la sardina y anchoveta, recursos que se encuentran en estado de Plena Explotación.
Por último, no quiero dejar pasar un dato muy relevante para las regiones y nuestro aporte a la descentralización. Todas nuestras empresas socias tributan en los territorios donde operan y además desde 2012 a la fecha el sector ha pagado US$ 379 millones en impuesto específico y otros gravámenes, lo que nos posiciona como una fuente de ingresos relevante para dichas regiones y el país.
Por todo lo antes expuesto, quiero extender con mucha humildad y transparencia, una invitación a conocer, valorar y proteger el ecosistema que impulsa la pesca industrial por su invaluable rol para el país y las regiones donde opera.