Es difícil no creer que estamos frente a un sinfín de decisiones contradictorias y a merced de personas que nos presentan estrategias claramente –paradójicamente– confusas. Es confuso y contradictorio que, según el plan “Paso a Paso”, si una persona quisiera salir al extranjero de vacaciones lo pueda realizar, pero si quisiera ir a una zona con fase 1 no pueda, o con fase 2 tenga restricciones para realizarlo. El punto es: ¿quién puede ir y tomar cuando quiera vacaciones en el extranjero? ¿La familia del Presidente, por ejemplo?
Según se reporta, va más de una veintena de casos de la cepa británica y, al parecer, se seguirán sumando. ¿Qué se puede pensar del control del aeropuerto internacional, será mejor ser ahí más riguroso, o eso tiene un costo político económico mayor? ¿Cuánto pesa lo sanitario en estas decisiones, o qué otras variables o factores son los que pesan? ¿Acaso fantasmas de supuestas quiebras de industrias multinacionales, como LAN?
La verdad es que la naturaleza sobre cada decisión, solo la sabe un grupo muy reducido de personas. ¿Podrían existir actas públicas o audios de las reuniones donde se delibera y se fijan los pasos a seguir? Lo digo porque de lo que que surge ahí, se definen, posibilitan o limitan los destinos de millones de ciudadanos. Bien podría ser pública la información en su detalle para conocer cada argumentación y ver realmente qué es lo que más pesa, así se ahorraría bastante especulación sobre el origen o los posibles intereses que pudieran estar detrás de cada razonamiento, cosa que no sería muy rara de creer en Chile.
El plan “Paso a Paso” perdió toda eficacia desde hace mese,s cuando nunca bajó constantemente de los 2 mil casos diarios, pero fue completamente ineficaz y contradictorio cuando ahora, en este último tiempo, por una parte promueve vacaciones, pero por la otra restringe la circulación en esos mismos lugares. En diciembre fueron muchos los que celebraban que se habían adelantado y habían definido un mecanismo para que las personas viajaran por única vez y se planificaran, sin embargo, cientos de miles de permisos fueron a lugares en que, al día de hoy, el contagio sigue creciendo a mayor ritmo, es decir, sacaron un permiso para ir a encerrarse.
¿Con qué lógica se pensó ese diseño del “Paso a Paso”? Por estos días, los casos activos de las regiones superan a los de la Región Metropolitana, y una enorme proporción de permisos de vacaciones proviene de solicitudes de personas de la capital, y más específicamente, del sector oriente de esa región. Ni hablar de los episodios de principios de mes, donde las “misas clandestinas” y el “darse la paz” confirmaron un fracaso que se vuelve irreversible, porque culturalmente existe un descontrol y porque particularmente algunos sectores de la sociedad bien exclusivos, por sobre otros, no toleran reglamentaciones y siempre se han sentido sobre la ley, o con su propia ley.
Del –a estas alturas mítico– 18 de octubre del 2019, pareciera ser que parte sustancial de la sociedad no ha aprendido nada. Un pescador en una caleta de una región del sur de Chile sufre por no poder comercializar sus productos como lo hacía hace un tiempo. Un peluquero, una colectivera, un micrero, un vendedora comisionista, ni hablar de un garzón, ni de una pequeña comerciante y de un largo etcétera. Todos ellos tienen en común en que el día a día a que estaban acostumbrados desapareció por completo y con ello la forma que tenían de ganarse la vida. Frente a esa realidad de millones que se baten a su suerte, con sus propias uñas, con sus fondos de ahorro, con sus seguros de desempleo, con una ayuda del Estado a cuentagotas y en algunos casos sin ningún tipo de ayuda, se ve cómo otros se dan el lujo de vivir con seguridad, con irresponsabilidad, y en muchos casos con impunidad o escasas sanciones. Por otra parte se ha demostrado que el gran retail chileno en todo este periodo de pandemia generó ganancias suculentas, vendió más que el resto de los mercados, incluso a nivel internacional.
El 2021 se viene –aparentemente– con una realidad no muy distinta, en términos de salud pública y en términos económicos y sociales. Frente a ello, el plan “Paso a Paso”, ¿seguirá pensando a qué volumen se escucha la música al interior de un pub o restaurante?, ¿perseverará limitando qué comprar o qué no comprar en cada comercio?, ¿seguirán promoviendo que la gente viaje de vacaciones por Chile sin tener claridades si esas zonas son aptas para recibir a los viajeros?
Ya en pleno rebrote o segunda ola parece que no se aprendió la lección que dejó otro invento en plena primera ola: las «cuarentenas dinámicas”. Muchos sostienen que ese invento provocó más contagios y más pérdidas de vidas. Los que saben sostienen que, siguiendo el comportamiento extranjero del virus, esta ola es más difícil que la primera. ¿Qué hace falta ver o entender, para pensar que un frío y mezquino cálculo político puede definir el rumbo malamente de millones de personas? El plan “Paso a Paso” se debe reformular o terminar su enfoque, porque incluso en su lado más punitivo demuestra su fracaso. En definitiva, no es tomado en serio, porque también es poco serio.
Quizás en este tema, y en muchos otros, la ciencia es la que debe disponer de la política para su servicio y no como hoy ocurre, que la política tiene a su servicio y su cálculo a la ciencia. Tal vez así podríamos tener más confianza en que las decisiones son libres y hacia un bien común.