Ha sido un avance silencioso, pero que ya ha sido calificado por algunos como la tecnología que “podría cambiarlo todo”. Se han lanzado satélites, se han desarrollado prototipos de computadores, se han configurado las primeras redes de comunicaciones para pruebas e, incluso, ya existen gigantes multinacionales unidos para avanzar en una carrera que para muchos es desconocida, pero que puede marcar al mundo en las próximas generaciones.
La Tecnología Cuántica es nuevamente una de esas noticias que aparecen como futuristas, pero que lentamente empiezan a parecernos más familiares. Con una velocidad 100 billones de veces mayor a los ordenadores actuales, son varios los gobiernos y las empresas que han destinado miles de millones de dólares para avanzar en esta tecnología, crear estos súper computadores y prepararse para una nueva batalla por su liderazgo. Este avance ayudará, por ejemplo, a acelerar la Inteligencia Artificial, la Robótica y muchas de las tecnologías que solo hemos soñado o visto en la ficción.
No nos olvidemos que Alphanet, el tímido precursor de Internet, apareció en 1969, o que la tecnología usada en la carrera espacial de los 60 no tenía más capacidad que la que tiene cualquier dispositivo que usamos a diario hoy en día.
¿Pero qué estamos haciendo en este ámbito? Parece ser el peor momento para preguntárselo. En medio de una pandemia que ha generado una de las crisis económicas más grandes de la historia de nuestro país, suena como un debate lejano. Lamentablemente, la pérdida de fuentes laborales –que acerca a los 2 millones la cifra de desempleados–, los indicadores macroeconómicos han ido a la baja, y en algunas industrias se habla de retrocesos de más de una década.
Pero ¿si la tragedia que vivimos hoy fuera el impulso para que cambiemos nuestra mirada sobre lo que estamos haciendo? No solo tenemos la crisis, también tenemos las oportunidades únicas que nos ha dejado el último año y medio, en un escenario marcado por el estallido social, la pandemia, y por el hecho de que en pocos meses tendremos un proceso constituyente que deberá resolver muchas necesidades básicas que deben ser garantizadas. Este contexto también debe ser una guía de futuro, menos popular por cierto, en la que aparecen científicos, académicos y una larga lista de personas que buscan que Chile transforme su realidad actual, apuntando a un desarrollo social, económico y científico de manera sustentable y ecológica.
La digitalización forzada que se ha logrado, como el teletrabajo, las reuniones a distancia o las compras en línea, pueden ser el cimiento necesario para comenzar a capacitar a las personas en este tipo de materias, también para despertar el interés de la comunidad y, ¿por qué no?, invertir para su investigación y desarrollo. Al final de este proceso extraño que nos ha cambiado costumbres, ánimos y expectativas, esperamos tener una potente luz que nos guíe de manera óptima.
En la región no existen países que cuenten con una estrategia nacional para el desarrollo de programas cuánticos, de hecho algunos países ni siquiera cuentan con investigadores o capacidad de producir este tipo de tecnología. Es allí donde podemos ponernos a la vanguardia, donde podemos bregar por un futuro sustentable y más humano, en la búsqueda de una mejora continua de la calidad de vida de todos nosotros.
El desafío, por tanto, es cómo insertarnos en el futuro a través de una fórmula sostenible e integral, que nos permita dejar atrás el ritmo cansino, improductivo, estresante y meramente extractivo de nuestros patrimonios naturales y de nuestra sociedad. La oportunidad y los recursos están a nuestra disposición y ahora nos encontramos en el momento preciso para iniciar la transformación.