El Centro de Justicia Educacional ha presentado recientemente la situación de bienestar de las niñas, niños y familias en pandemia. Los estudios se refieren al estudio longitudinal “Mil Primeros Días” y el “Impacto COVID-19 en el Aprendizaje y Estado Socioemocional de niños y niñas con y sin Necesidades Educativas Especiales”. Los niños, niñas y adolescentes, ya antes de la pandemia, se encontraban entre los grupos de mayor vulnerabilidad, dado que son afectados por múltiples desigualdades en diferentes dimensiones, -salud, educación, bienestar emocional, entre otros-, y la pandemia y sus efectos sociales vino a acrecentar y profundizar esta situación de vulnerabilidad. Un número importante de familias ha debido enfrentar la pérdida de sus medios de vida, y los niños se han visto impedidos de acceder a la atención sanitaria y a la educación. Otras consecuencias han sido también la inseguridad alimentaria, la violencia y el maltrato físico.
Para hacer frente a este escenario y aportar desde nuestros conocimientos, se conformó un grupo de investigadores en Educación, cuyo objetivo fue presentar recomendaciones para enfrentar este tiempo de crisis. Y el principal foco de sus propuestas estuvo puesto en el bienestar socioemocional de las familias y los estudiantes. Una de las principales recomendaciones fue la de realizar un diagnóstico nacional respecto de las condiciones económicas, de salud mental y física de las comunidades educativas. Los estudios realizados por el Centro Justicia Educacional son una de las múltiples maneras en que la UC ha querido aportar con conocimiento científico, haciendo ver la necesidad de que las acciones y políticas del Estado estén enfocadas hacia la disminución de las brechas que la pandemia ha provocado, y en algunos casos incluso acrecentando las ya existentes.
El estudio “Mil Primeros Días”, contó con una muestra de 985 familias de niñas y niños entre dos y tres años de la Región Metropolitana, en esta segunda ola, tuvo por objetivo caracterizar las trayectorias de los tipos de cuidado que experimentan los y las niñas, sean estos maternos, en salas cunas o jardines infantiles, de un familiar o no familiar. Con ello se buscó evaluar la calidad de las interacciones que se dan en estos tipos de cuidado y explorar su asociación con el desarrollo cognitivo, de lenguaje y socio emocional. Entre los resultados se pudo ver que el 93% de los niños y niñas que forman parte de la muestra no asistieron al Control de niño sano durante 2020, producto de la pandemia y el colapso de los centros asistenciales. Comparando por grupos, las familias de los quintiles más bajos son los más afectados por esta situación. Por otra parte, respecto del calendario de vacunación de esos niños, solo el 49% declaró haber inoculado a sus hijos o hijas bajo el Programa Nacional de Inmunizaciones. En relación con el apoyo que han recibido las familias del estudio durante el pasado año, la mayoría declara que las ayudas han venido desde familiares (79,5%), las escuelas o jardines infantiles (26,7%), y el Estado (17,1%).
Por su parte, el estudio sobre el “Impacto COVID-19 en el Aprendizaje y Estado Socioemocional de Niños y Niñas con y sin Necesidades Educativas Especiales”, en el contexto nacional actual de covid-19 abarcó a padres y apoderados de 346 niños y adolescentes, de entre 4 y 18 años, a quienes se les hizo responder, -en el mes de octubre 2020-, un cuestionario sobre los problemas emocionales y de conducta de los niños y niñas, tales como ansiedad, depresión, problemas atencionales. En general, los niños con necesidades educativas especiales, -este estudio analizó los resultados de escolares con discapacidades auditivas o visuales-, mostraron mayores problemas frente a quienes no tienen necesidades especiales. Y en aquellos escolares con NEE, los diagnósticos por trastornos emocionales se duplicaron. Las consecuencias de los hallazgos de este estudio son menor rendimiento académico, pero además están asociadas a una serie de problemas más sociales que marcan el desarrollo de la vida de los niños. Estos resultados dan cuenta de la necesidad de considerar estas consecuencias mientras exista la pandemia y durante el futuro proceso de reintegración.
Además, es preciso destacar que hay que generar estrategias de prevención y tratamiento de las dificultades emocionales y conductuales, que consideren la relación que hay entre las condiciones de salud mental de los adultos y sus hijos. En este ámbito, como en otros, resulta fundamental el trabajo conjunto de la academia, el Estado, el sector productivo y las organizaciones civiles.
Estos hallazgos demuestran que la Universidad aporta evidencia científica a través de estudios como estos que ha realizado el Centro Justicia Educacional con los que se entrega información que permite apoyar la formulación de políticas públicas, a la vez que buscan promover la justicia, la inclusión y la calidad en educación. Es importante, sin embargo, actuar oportunamente, de lo contrario, los efectos de la pandemia y de la situación de vulnerabilidad a los que se ven enfrentados nuestros niños y niñas pudieran incrementar las brechas ya existentes. Estas familias no pueden esperar.
(*) Ignacio Sánchez, Rector Universidad Católica de Chile