Respuesta a Rodrigo Munita: Seguir subsidiando las plantaciones forestales… ¿hasta cuándo?
Los matorrales y renovales que se desarrollan en suelos que estuvieron cubiertos por bosques nativos en el pasado, son comunidades nativas que se han regenerado de manera espontánea, sin la acción humana. De no intervenirlos, serán los bosques nativos de mañana. Sin embargo, a los ojos del director ejecutivo de Conaf, estas comunidades biológicas “de escaso valor” justifican su destrucción y transformación a plantaciones forestales de especies exóticas.
Cuando un bosque nativo se tala, lo queman y luego lo usan para la agricultura o ganadería, tiene la capacidad de convertirse de manera natural en un bosque nativo nuevamente. Pero el bosque nativo no aparece de un día para otro. Un bosque nativo secundario, que se desarrolla después de una o de muchas perturbaciones en un sitio, es producto de un proceso que en ecología llamamos sucesión ecológica.
La comprensión de la sucesión ecológica tiene larga data en el conocimiento científico occidental. Ya a principios del siglo XIX, el geólogo suizo Jean-André Deluc y el naturalista francés Adolphe Dureau de la Malle usaron el concepto de sucesión para referirse al desarrollo de la vegetación después de la tala del bosque. Desde 1899, Henry Chandler Cowles publicó sus estudios de cronosecuencias, caracterizando la vegetación en dunas de distintas edades, identificando secuencias repetidas de comunidades, desarrollando la idea de sucesión en las comunidades de plantas. Frederic Clements, por su parte, hizo una analogía entre el desarrollo ontogenético de seres vivos con el desarrollo de sucesiones de comunidades ecológicas que convergen en una comunidad clímax.
Estos autores permitieron distinguir dos tipos de sucesión ecológica. La sucesión primaria, que ocurre en un sustrato carente de suelo, vegetación y de otros organismos, como por ejemplo, en la escoria después de una erupción volcánica o en el sustrato expuesto tras el retroceso de un glaciar. Las especies pioneras, como los líquenes, algas, hongos, musgos, hepáticas y microorganismos estabilizan primero el sustrato. Con esta comunidad biológica se inicia el proceso de formación de suelo, que permite que con el paso del tiempo, se establezcan plantas vasculares pioneras, como pastos y algunas especies de arbustos y subarbustos capaces de desarrollarse en suelos minerales. Con el paso del tiempo, la acumulación de nutrientes y materia orgánica en el suelo, la capacidad de retener el agua y la formación de sombra y de microclimas, colonizan otras especies de árboles, arbustos y hierbas, que pueden permitir a su vez la llegada de otras especies con requerimientos de hábitat más específicos, formando, con el paso de los años, una comunidad clímax.
La sucesión secundaria, por otra parte, ocurre en una comunidad ya establecida que es afectada por uno o varios eventos de perturbación, como incendios, tormentas, huracanes, tala, cosecha, ganadería o agricultura. Estas perturbaciones reducen la abundancia y diversidad de especies y modifican la estructura de la comunidad. La sucesión secundaria dependerá, entre otros factores, de la composición inicial, el grado de perturbación, la remanencia de legados biológicos, la regeneración vegetativa desde las raíces, la disponibilidad de semillas, la existencia de microclimas y la textura del suelo.
Así, por ejemplo, una pastura ganadera abandonada en el norte de Chiloé, es colonizada rápidamente por arbustos y árboles pioneros, como la chilca, las chauras, el calafate, el arrayán macho, el michay y el huarapo, y a los pocos años, por el canelo, el notro, el mañío macho y el arrayán, entre muchas otras especies más. Este matorral va creciendo en altura y, al crecer aún más altos los árboles pioneros, se transforma en un renoval de bosque. Con el paso de los años, el dosel de los árboles se cierra, y el sitio se transforma en un bosque nativo secundario.
Sin una comprensión ni respeto por la complejidad de los procesos ecológicos en los servicios encargados de administrar los ecosistemas nativos del país, difícilmente lograremos realizar un manejo de los ecosistemas naturales que sea sostenible en el tiempo.
Las comunidades vegetales no son estáticas en el tiempo. Incluso los ecosistemas más antiguos, los bosques prístinos, que no han sido sujeto de las actividades humanas, tienen dinámicas que permiten su regeneración en el tiempo. Por ejemplo, en los bosques nordpatagónicos del sur de Sudamérica, la dinámica de regeneración ocurre por claros que se abren en el dosel del bosque cuando cae un árbol grande, o un conjunto de árboles, generalmente durante una tormenta. La luz que puede llegar al suelo del bosque en ese claro que se abre en el dosel, permite que los arbolitos que apenas crecían por la poquita luz que recibían, aceleren rápidamente su tasa de crecimiento.