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Internet que educa, internet que daña Opinión

Internet que educa, internet que daña

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Demián Uberto
Por : Demián Uberto Fundación StopBullying
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La imagen más recurrente durante este último año ha sido el de niños, niñas y jóvenes  asistiendo a clases en pandemia. Y el internet, que ofrece miles de posibilidades para ampliar conocimientos también puede dañar a centenares de estudiantes al ser usado para ofender, amenazar, enviar frases hirientes y subir en las redes sociales situaciones falsas o humillantes.  Con las clases suspendidas, sin amigos/as físicamente cerca y con menos posibilidades de hablar personalmente con sus pares, el acoso por internet reemplazó al maltrato entre estudiantes como lo conocíamos tradicionalmente.

El ciberbullying o ciberacoso, según definición de la Superintendencia de Educación, es una forma de violencia similar al acoso escolar, pero que utiliza medios tecnológicos como redes sociales, internet u otros espacios virtuales por lo que su difusión e impacto en todos los involucrados y en la convivencia general de la comunidad es mucho mayor. En muchas ocasiones, las agresiones por internet son anónimas, lo que contribuye a aumentar la ansiedad y sensación de paranoia de la víctima ya que el agresor podría ser cualquier persona.

Con ese concepto de fondo, en marzo de 2021 el Ministerio Secretaría General de Gobierno, la UDD y la Fundación Katy Summer –la joven de 17 años que se suicidó en 2018 luego de ser víctima de ciberbullying por parte de sus compañeros -, presentaron el Estudio Nacional sobre Ciberacoso en Pandemia que reveló que un 49% de los jóvenes entre 15 y 29 años reconocieron haber sido acosados virtualmente al menos una vez durante el último trimestre del 2020. Un 88% dijo haber sido amenazado por internet o redes sociales y el 65% de los encuestados dijo haber sido testigo de ciberacoso.

El estudio reveló que una de las secuelas más graves del encierro para niños, niñas y adolescentes es la relación entre ciberacoso, depresión y el uso de redes sociales. El 27% de los encuestados reconoció, incluso, lo insoportable de la situación por lo que no temió en responder que se haría daño a sí mismo.

Respecto a los ciberacosadores, el 18% de la población de adolescentes y jóvenes confirmó que ha acosado en los últimos tres meses una vez o más. De ellos, el 73% son hombres y el 44% presentaba sintomatología indicativa de un trastorno depresivo mayor al momento de ser aplicada la encuesta.

Durante 2020, la Superintendencia de Educación registró 279 denuncias de maltrato físico y psicológico entre estudiantes, 72 de ellas las identificó como ciberacoso. Teniendo a la vista estos números y los del estudio antes mencionado, podríamos decir que no todas las niñas, niños y jóvenes tienen canales efectivos para solicitar ayuda en su establecimiento de educación.

Como Fundación Stopbullying, creada para asesorar a los establecimientos en cómo tratar esta problemática, hemos detectado dramáticas consecuencias entre quienes sufren este maltrato: depresión, ansiedad, aislamiento, sensación de no tener salida,  miedo, soledad y trastornos de conducta. El Ministerio de Salud, por su parte, reconoció  que este tipo de violencia puede causar síntomas psicosomáticos como dolor de cabeza y/o estomago; ausentismo escolar y bajo rendimiento académico,  comportamientos antisociales, consumos problemáticos de alcohol y drogas y provocar actos de autolesión, ideas o intentos suicidas, o la materialización de esas conductas (Guía práctica para la prevención del ciberacoso en adolescentes, 2021).

La soledad en que los niños, niñas y adolescentes enfrentan estas crisis también fue reveladora en el estudio: un 4% le contaría a los padres y sólo 1% lo contaría en el colegio, a directivos o docentes.

En base a estos escuálidos porcentajes, creemos que ha llegado el momento de enfrentar el problema con otro tipo de recursos. El clásico buzón donde la victima solicita ayuda no sirve porque el alumno/a  nunca sabe si el colegio lo acogió y, por otra parte, si el establecimiento  requiere más información no sabe a quién pedírsela. Esta dinámica produce una frustración mayor, porque cuando la   víctima pide ayuda se siente ignorada y no ve cómo romper este ciclo que se repite día a día.

Y ahí surge  la necesidad de tener  un canal anónimo para abrir  el dialogo, hasta que existan las confianzas y aparezca la individualización. Es un proceso de acompañamiento entre el alumno y el equipo de convivencia.

Desde nuestra experiencia hemos descubierto que las áreas directivas de los establecimientos educacionales no saben cómo abordar la problemática y cómo contener las situaciones de maltrato y acoso en los colegios. Es necesario concientizar a las áreas directivas de los establecimientos educativos que el bullying siempre existió y siempre va a existir y nuestro deber es minimizar los impactos psicológicos en los niños, niñas y adolescentes.

Es necesario que se profesionalicen  los encargados de convivencia y certifiquen a los establecimientos de educación en estas temáticas;  que desde el gobierno o desde el parlamento se impulsen nuevas leyes que busquen modelos de incentivo en la aplicación de buenas prácticas contra el acoso y maltrato escolar. Es decir, junto con las multas que persigue la Superintendencia de Educación, también se premie a los establecimientos que implementen las mejores prácticas para contener estas situaciones al interior de la escuela.

El gobierno anunció urgencia para una moción que modifica la Ley General de Educación en materia de ciberacoso . Esperamos que ella contenga nuevas herramientas para los establecimientos, padres y apoderados y una campaña eficiente para el uso responsable de redes sociales, que se ponga al servicio de centenares de niños, niñas y adolescentes que están viviendo situaciones de violencia, que los adultos, las comunidades educativas -incluyendo a los estudiantes-  debemos buscar detener de manera  eficiente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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