Ha pasado ya un año desde que el COVID impactara las economías de la región. Los avances logrados en los últimos meses,tanto en el desarrollo de las vacunas, los apoyos fiscales y monetarios, junto con la increíble capacidad de adaptación de las personas y las empresas han sido tremendos. Para este 2021, ya es generalizada la expectativa de un fuerte crecimiento económico y una recuperación del empleo, pero lo cierto es que la recuperación total se lograría en los próximos 1 a 2 años. Es entonces cuando los bancos centrales debieran considerar reajustar sus tasas de políticas, las que hoy en día se ubican en el piso histórico. A nivel de mercados financieros, las mejores perspectivas económicas seguirán teniendo un efecto incremental en los mismos. Lo anterior, aumentará los rendimientos de los bonos y reforzará la dinámica de empinamiento de la curva.
El problema entonces no radica en la posible recuperación macro, sino en la forma de la recuperación de la economía. Al comienzo de la pandemia se habló de una recuperación rápida con forma de V, una recuperación lenta con forma de U, o una recuperación seguida de otra crisis y, a su vez, de otra recuperación en forma de W. Sin embargo, lo lamentable y difícil es que de las 30 letras que existen en el alfabeto español, la recuperación que estamos viendo tiene en realidad una forma de K. Este patrón supone un desacople de los distintos sectores de la economía y supone una ruptura económica que se traduce en ganadores y perdedores. Por ejemplo, mientras en la bolsa americana encontramos a Amazon, Shopify, Walmart, AstraZeneca, Netflix, Pfizer o Google como ganadores también tenemos a quienes están encontrando que su negocio, de la noche a la mañana, parece no valer nada. Pero no sólo en las bolsas de valores las diferencias se han acrecentado, en la sociedad también ha aumentado la brecha entre quienes tienen y los que no, algo que se replica a nivel internacional, donde también hay una mayor diferencia entre aquellos países que ya era considerados como ricos y con los que ya vivían con mayor pobreza.
Una recuperación en forma de K supone que la economía está dividida en dos, por un lado están aquellos sectores o actividades que pueden seguir funcionando con más o menos normalidad tras la pandemia o en condiciones de pandemia -principalmente aquellos esenciales y/o aquellos en los que el teletrabajo es posible-y, por otro lado, están los sectores o actividades que siguen cayendo tales como viajes, entretenimiento, hotelería y concesiones de cafeterías. En resumidas cuentas tenemos los sectores capaces de teletrabajar y servicios esenciales y aquellos que necesitan interacción social y que se ha decidido que no son tan importantes o necesarios. Así, una recuperación en forma de K supone un fuerte desacoplamiento e incremento de la desigualdad en la economía.
En una economía como la nuestra, donde la desigualdad era una realidad aún antes de la pandemia, no es sostenible que haya una parte de la economía floreciendo y otra parte de la economía decayendo. La economía no funciona como compartimentos estancos. Ahora es aún más necesaria la capacidad del Estados de transformar la recaudación en una mejor distribución de ingresos para disminuir la desigualdad y no que la mayor recaudación se traduzca en un mayor tamaño del Estado como ha sucedido.