Desde 2017 que todos los 27 de junio son reconocidos como el Día de la Microempresa y la Pyme. La iniciativa de la ONU surgió de múltiples razones, como la necesidad de reconocer el peso de este grupo en el desarrollo global, su aporte y relevancia en relación con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible; y la lucha contra la pobreza a través de la generación de empleo y oportunidades de desarrollo económico a nivel mundial.
El objetivo de la ONU era que los estados miembros fomentaran la presentación de investigaciones, debates sobre políticas, talleres de profesionales y testimonios de empresarios, en colaboración con organizaciones del sector público y privado.
Es difícil saber cuánto de ese mandato se ha cumplido, pero es un hecho que el dinamismo de la economía está impulsado en gran parte por la valentía de quienes emprenden y llevan sus ideas a la creación de nuevas empresas, especialmente startups. Un ejemplo de ello es que sin las nuevas empresas no habría crecimiento neto del empleo en la economía de EE.UU.
En Chile, según Endeavor, las scaleups –compañías que crecieron durante los tres anteriores ejercicios a un ritmo anual superior al 20% en número de trabajadores o en facturación– son el 1% de las empresas y generan el 40% de los nuevos empleos; un factor relevante para evitar un desempleo altísimo en el país.
Si son las startups y las scaleups las que efectivamente están movilizando la economía, ¿qué estamos esperando para promover el desarrollo del ecosistema emprendedor? La pandemia ha dejado en evidencia que la flexibilidad, capacidad de adaptación, resiliencia y velocidad son características propias de los emprendedores, que quizás más empresas grandes debieran empezar a incorporar.
Esto no implica partir desde cero, al contrario, la experiencia de las grandes empresas consolidadas también es valiosa y se debe usar como insumo para el desarrollo del emprendimiento.
La fórmula parece clara: el dinamismo y flexibilidad de uno, junto a la tradición y experiencia del otro, en apoyo y beneficio mutuo. No obstante, antes es clave avanzar en una serie de aspectos que permitan la consolidación del ecosistema emprendedor y que ayuden a sobrepasar su fragilidad. Para eso, el marco regulatorio es un tema central que los emprendedores han levantado y que se hace urgente solucionar.
De acuerdo con el mismo estudio de Endeavor, el 23% de las scaleups en Chile son clasificadas como grandes empresas, pese a no tener estructura aún de una gran corporación, por lo que todavía necesitan de mucho apoyo y contar con un entorno regulatorio favorable en términos de legislación laboral, tributaria y una institucionalidad pro scaleups.
Entonces, si los datos lo avalan y los emprendimientos generan más empleos, ¿cómo apoyamos más su desarrollo? Más allá de los 27 de junio, la invitación es a impulsar un país emprendedor y sostenible; que combine la creatividad, el emprendimiento y la innovación productiva con la conservación del medio ambiente y la inclusión social; donde la actividad empresarial y el emprendimiento en sus distintas escalas, son reconocidas como motor de desarrollo sostenible; que hace propias las tareas que demanda la lucha contra el cambio climático y la adaptación oportuna a sus efectos; con un Estado moderno y ágil, capaz de transformarse continuamente en sintonía con los cambios de nuestra sociedad.
Impulsemos los cambios para poder seguir creando el Chile en que todos queramos vivir.