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No existe educación ni aprendizaje sin vínculos Opinión

No existe educación ni aprendizaje sin vínculos

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Carolina Albornoz
Por : Carolina Albornoz Directora Ejecutiva Fundación Caserta
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Muchos profesores al inicio de la pandemia manifestaron sentirse solos y colapsados frente a la sobredemanda de sus funciones, el desgaste emocional y nuevas necesidades tecnológicas a la hora de educar en formato remoto. A más de un año desde que comenzó la emergencia sanitaria, que aún no afloja, ¿qué hemos aprendido? Sin duda, corroborar con certeza que no existe educación ni aprendizaje sin vínculos.

Un reciente estudio de la Universidad del Desarrollo evidencia que el estrés laboral alcanza a un 77% de los docentes encuestados; y un 49% dice sentir frustración, un 41% angustia y un 31.4 % impotencia.

Por otro lado, la Agencia de Calidad de la Educación, en su último Diagnóstico Integral de Aprendizajes, arrojó conclusiones alarmantes: los estudiantes de enseñanza media no alcanzaron el 60% de los aprendizajes necesarios en lenguaje, no superaron el 47% en matemáticas y un 70% mostró dificultades para expresar sus emociones.

Ante estos resultados, la frustración de los profesores se acentúa, sumando que ya antes de la pandemia existía preocupación por el abandono de la carrera docente al quinto año de ejercicio, precisamente por estrés laboral, según el Estudio Talis.

Aquí es donde la reflexión sobre calidad, desde los principios y metodologías que abordan la integralidad del ser humano, debiera ser el centro de la discusión actual.

En Fundación Caserta, implementamos “Profes en Red”, un programa en el que los vínculos son el foco en la gestión del aprendizaje, junto al desarrollo de nuevas competencias socioemocionales y digitales. Son 72 docentes, articulando experiencias en plena pandemia en diferentes territorios, de 27 comunas y 9 regiones de Chile.

En la mitad del desarrollo de este programa se realizó un sondeo entre los participantes, el que develó que la contención emocional docente provoca efectos de motivación (66,7%) durante la jornada laboral; una mejoría en la percepción del presente y del futuro (un 70,3% declara estar mejor este año y casi el 40% considera que sus estudiantes están aprendiendo más este año que el anterior), aumentando también la valoración de sus establecimientos en lo que respecta a la libertad de gestión de las clases y la capacitación digital y apoyo socioemocional recibidos (39,1%).

Apoyar la reconfiguración de los roles en la educación para el siglo XXI, implica una necesidad de acompañar el proceso de los docentes. Ellos son los agentes de cambio en la facilitación de aprendizajes de nuestros niñas, niños y adolescentes. Según sus propios relatos, estar en una red colaborativa con acompañamiento basado en vínculos de confianza, abre oportunidades y desafíos desde la multidimensión del ser (cuerpo, emoción, mente y espíritu), el autocuidado y bienestar docente.

Ha sido de tal impacto para los profesores el sentirse contenidos y escuchados, recibir estrategias y desarrollar habilidades que puedan replicar con sus estudiantes y comunidades educativas, que nos hace plantear con fuerza y convicción la importancia de vincularnos y cómo ello reconecta con la vocación más poderosa de nuestra sociedad. Justo ahí, en la primera línea del aprendizaje de nuestros niños, niñas y jóvenes, como ciudadanos plenos y con pensamiento crítico, con habilidades y valores fundamentales para enfrentar este desafío.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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