Chile ha dado un salto gigantesco en la implementación de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), que es resultado de una serie de políticas energéticas que se han ido implementando desde el 2006 en adelante, donde han ocurrido una serie de hitos que han transformado positivamente nuestro sistema, tanto en su infraestructura como en su operación del mercado.
De las tecnologías existentes hoy en nuestra matriz energética, las más destacadas son aquellas que utilizan la radiación solar como su principal insumo: la fotovoltaica y la CSP (Concentración Solar de Potencia). Hoy, llaman la atención por su volumen y por sus ventajas tecnológicas respectivamente.
A nivel nacional, poseemos 3.718 MW de potencia fotovoltaica y 110 MW de CSP. La diferencia entre éstas es que la primera se basa en el fenómeno fotoeléctrico, que explica cómo, a partir de los fotones que inciden sobre un panel fotovoltaico, se produce una diferencia de potencial capaz de generar una corriente eléctrica.
En el caso de la tecnología CSP, la energía irradiada por el sol, visible y perceptible para nosotros en forma de luz y calor, se refleja en espejos que apuntan hacia un punto focal en una torre donde se concentran, elevando la temperatura de un fluido (sal fundida) que por convección transporta el calor y lo transfiere a otro fluido (agua). Esto eleva su temperatura hasta el punto de convertirse en vapor a presión, transfiriendo así esta energía cinética para mover una turbina a vapor conectada a un generador donde ocurre la transformación de energía mecánica a eléctrica.
Actualmente la energía solar representa casi un 10% de la energía producida por el sistema eléctrico nacional, y se espera que siga incrementado su participación, considerando que existe un gran número de proyectos en calificación y aprobados por la autoridad medioambiental, así como también hay otros en construcción que aún no entran en operación.
En este contexto, presta suma importancia comenzar a formar técnicos y profesionales que puedan realizar labores de mantención, manejo y administración de todos estos equipos, para que estemos preparados para la revolución energética que ya se comenzó a vivenciar en el país. Es un desafío para las instituciones de educación superior, las cuales deben contar con docentes instruidos en estas nuevas tecnologías, y también, con infraestructura adecuada en sus laboratorios. Es relevante también considerar la vinculación con la industria, ya que permite tener una perfecta sintonía con el perfil de egreso deseado.
Chile aún se encuentra lejos de países como China o EE.UU. en términos de implementación, sin embargo, nuestro país se visibiliza como una plataforma que no solo busca abastecer a su población, sino que también tiene el potencial de exportar energía a los países de la región.