Ayer y hoy 23 de septiembre se desarrollará el seminario “El Trabajo al centro de la nueva Constitución: Sistemas de Relaciones Laborales en 12 países”, donde se abordarán estructuras sociales fundamentales como los sindicatos, la negociación colectiva y la huelga, o la participación en las empresas. Es decir, la facultad que debería tener todo trabajador y trabajadora de incidir activamente en el espacio productivo, y no ser una mera pieza de éste.
Estos contenidos, histórica y estructuralmente situados, nos parecen cruciales a la hora de pensar el lugar que debería tener el trabajo en la Constitución que vamos a escribir en esta coyuntura, recuperando, de cierta forma, el avance que lograron los trabajadores y trabajadoras organizadas durante el siglo XX en Chile y que fuera desmantelado brutalmente por la dictadura cívico militar.
Se trata de una oportunidad histórica para repensar de manera democrática cómo debieran desarrollarse las relaciones laborales, reconociendo el valor del trabajo y alejándonos del autoritarismo empresarial que siempre ha buscado imponerse. Por esto, es un debate que debería incluirnos a todos y todas, no solo desde una mirada académica, sino también desde el punto de vista de la experiencia vital: es mejor unirse para conseguir un trabajo y condiciones laborales dignas.
Bajo esta perspectiva, el seminario presenta cómo se estructuran y se viven las relaciones laborales en distintos contextos nacionales ¿Cuánto poder tienen los sindicatos? ¿Cuánta fuerza y cobertura tiene la negociación colectiva? ¿Cómo se establecen constitucionalmente los derechos colectivos en el trabajo?, entre otras preguntas relevantes. Esta propuesta no se hace con el afán de copiar referentes ni políticas foráneas, sino para reconocer la multiplicidad de formas que existen en el mundo y los desafíos que emergen de la acción colectiva laboral en un contexto capitalista globalizado.
Se revisará, por ejemplo, el caso de países nórdicos como Suecia, donde la cobertura de la negociación colectiva llega a casi el 90% de los y las asalariadas y la sindicalización sobrepasa el 60%. Aquí, una mezcla de organización activa y de gestión de beneficios sociales como el seguro de cesantía han posibilitado una estructura sindical fuerte. El caso de Bélgica es parecido ya que la institucionalización de los sindicatos en las empresas permite un gran margen de influencia y una fuerte presencia social.
Conoceremos también casos de otros países europeos como España, Alemania e Italia que tienen tasas de sindicalización media (cercana al 20% o 30%), pero que, gracias a mecanismos legales, cuentan con procesos de negociación colectiva que cubren de forma extendida a todos los asalariados y asalariadas de la empresa o sector económico, con lo cual se dan cifras de negociación del 60% y hasta del 80%. Se trata de mecanismos de extensión de beneficios dados por la ley y promovidos por la representación que se le reconoce a las organizaciones sindicales, y no por arbitrio del empleador, como fue en nuestro país hasta la Reforma Laboral de 2016.
También abordaremos casos de América Latina, identificando las principales características de los sistemas argentino, brasileño y uruguayo que, a pesar de sus diferencias, cuentan con una buena cobertura de la negociación colectiva del 40%, 60% y hasta el 95%, respectivamente.
La importancia que hemos dado a la negociación colectiva amplia en el seminario tiene sentido en cuanto múltiples investigaciones han señalado la correlación entre altas tasas de cobertura, generalmente a través de mecanismos centralizados o articulados, con menores tasas de desigualdad salarial y vice versa (Durán y Kremerman, 2015).
Por otra parte, también habrá espacio para saber de otros contextos laborales no tan conocidos, como EEUU, Perú, México y Sudáfrica, porque en cada situación nacional hay organizaciones sindicales que luchan por su reconocimiento y por la ampliación de los espacios democráticos de los cuales es posible aprender.
Estos 12 países que expondrán sobre sus sistemas de relaciones laborales, con todas sus diferencias, se enfrentan a desafíos comunes que imponen las políticas neoliberales: en términos estructurales, la fragmentación de las empresas y la promoción de políticas de empleo flexible que degrada las protecciones del espacio laboral, entre otros aspectos, pero también en términos culturales, debido al modelamiento de referentes, espacios de sociabilidad y significados del mundo del trabajo. Todo esto, además, en un contexto de pandemia que tensiona a la economía y sociedad en términos mundiales. Es decir, más allá de las particularidades, hay un mundo cada vez más intercomunicado que nos impulsa a conocer y conversar con otras latitudes.
¿Y qué pasa en Chile? Tenemos un sistema de relaciones laborales anclado en las normas ideadas durante la dictadura. Si bien existen algunas prácticas y experiencias de sindicalización y negociación colectiva de gran escala, esto suele circunscribirse a algunos sectores y tamaño de empresa (portuarios, minería, retail) y se realiza más allá de la institucionalidad. Para la gran mayoría, en cambio, existen múltiples sindicatos pequeños con escasas herramientas para representar a los trabajadores y trabajadoras.
Cabe remarcar que ni siquiera los gobiernos de las últimas décadas que se autodenominaron más progresistas fueron capaces de reconstruir un sistema laboral más justo. Los tecnócratas, generalmente los ministros de Hacienda, eran tajantes en sus análisis, aunque sin mucho fundamento: es imposible desarrollar la negociación colectiva más allá de la empresa en nuestro país.
En estos tiempos de crisis nos dicen que no hay alternativas, pero nosotros y nosotras creemos que sí es posible -y necesario- crear un nuevo paradigma social donde el trabajo esté al centro y se reconozca la dignidad humana, la sostenibilidad ecosistémica y la autonomía colectiva para lograr un buen vivir. Para esto, el seminario busca aportar un pequeño grano de arena en conocer cómo se desarrollan modelos que reconocen más poder a los trabajadores y trabajadoras.
De todas formas, este necesario nuevo paradigma no se consigue con el establecimiento de una serie de normas ideales, desprovistas de una conexión con las condiciones de existencia, sino que depende de las fuerzas sociales reales que lo encarnen.
A propósito de la reciente visualización del documental “La Batalla de Chile: el Poder Popular”, donde se observan esfuerzos inéditos de organización por parte de los y las trabajadoras, urge preguntarse, y esta vez en un contexto democrático, por la dignidad actual de ser trabajador y trabajadora. Ese reconocimiento es la base para revalorizar las organizaciones y la acción colectiva en el trabajo, que son a su vez los vehículos que permiten pensar una sociedad más justa y democrática.