Este 2 de octubre, en el Día Nacional del Medioambiente, debemos reflexionar acerca de la dura realidad que viven las zonas rurales más aisladas del sur de nuestro país que aún no cuentan con acceso a agua potable y que, paradójicamente, tienen menor déficit de lluvias, pero carecen de la capacidad necesaria para aprovechar el recurso.
Necesitamos implementar innovación en lugares más remotos, que no requieren grandes recursos, son de fácil instalación y administración por parte de las mismas comunidades. Existen soluciones basadas en la naturaleza, como sistemas de captación de lluvia, que se instalan en los techos de las casas y escuelas de comunidades vulnerables. Su fin es brindar una fuente alternativa de agua potable en forma eficiente y sostenible.
Hemos trabajado en diversas zonas rurales con diferentes soluciones innovadoras, con lo cual sabemos que es posible hacerlo. Hemos instalado en la comuna de Lumaco una iniciativa que benefició a 40 familias y cuatro sedes sociales, pertenecientes a 7 comunidades mapuche de los sectores Reñico y Quetrahue. También, en la Isla Caucahué, ubicada en el archipiélago de Chiloé, cercana a la localidad de Quemchi, mejoramos la calidad de vida de una comunidad conformada por 16 familias, quienes hasta la realización de este proyecto, no contaban con agua potable a pesar de ser un lugar donde el problema no tenía que ver con la escasez hídrica, sino que con el aislamiento y la falta de infraestructura, lo que afecta en la continuidad de este recurso para la comunidad.
Es importante el trabajo previo para analizar en profundidad la realidad de cada territorio y comunidad para buscar la mejor solución. Las iniciativas implementadas permiten obtener agua potable a través de la recolección y tratamiento de agua lluvia, la cual se ajusta muy bien a las características de la zona. Hay que atreverse a innovar y articular con distintos actores para enfrentar la escasez de este recurso, sobre todo en las zonas más vulnerables.
Las políticas públicas deben incorporar innovación pues la tecnología existe y está disponible para ser implementada. Sólo falta voluntad para hacerlo con sentido de urgencia, pues hay más de 1 millón de chilenos que aún no tienen acceso a agua potable y que no pueden seguir esperando.