El Banco Central de Chile recientemente formó un grupo de expertos de alto nivel para analizar la opción de lanzar una moneda digital, algunos ya la llaman el CentralCoins. Hay países como Canadá, EEUU, Inglaterra y otros que están analizando esta opción. Suecia ya tiene su propia poneda digital respaldada por un banco central, el eKrona. Pero hay un país que fue más allá. El Salvador a inicios de septiembre pese a las advertencias del Banco Mundial, BID y FMI, fue el primer país en adoptar como moneda de curso legal el Bitcoin.
Hoy en el país centroamericano existe una fuerte oposición a la decisión que tomó Nayib Bukele, quien es el primer presidente millenial del mundo. ¿Qué lo llevó a tomar esta decisión? ¿Será una buena apuesta? ¿Qué podemos aprender?
Lo primero que hay que entender es que El Salvador es una economía pequeña (6,5 millones de habitantes), empobrecida (USD4mil per cápita) y está dolarizada desde 2001, donde vivió un proceso de alguna manera similar al actual. Además, esta pequeña economía tiene una característica muy importante: cerca del 20% de su PIB proviene de remesas del extranjero, y las comisiones por los envíos se estiman en USD450 millones. Al adoptar el Bitcoin, El Salvador potencialmente se podría ahorrar esta comisión y facilitar los envíos de dineros desde el extranjero.
Adicionalmente, se entrega una opción de bancarizarse a la población salvadoreña, donde un 70% no tiene cuenta bancaria y solo 45% acceso a internet. El gobierno lanzó ChivoWallet, una APP que actúa como una billetera virtual de Bitcoin y entrega un incentivo de USD30 en Bitcoin a quienes comiencen a utilizarla, hasta el momento hay cerca de 500mil usuarios, alrededor de un 8% de la población.
Bukele quiere atraer con fuerza la inversión extranjera y se ha hablado de ser un paraíso fiscal para las empresas que utilicen principalmente Bitcoin, lo que sin duda abre los ojos a los inversionistas, pero eso no será suficiente, ya que antes se debe demostrar que logra manejar suficientemente los principales desafíos:
Siempre pueden existir problemas de implementación de este tipo de políticas, y llama la atención que Bukele no haya realizado una prueba piloto en algunos rubros o zonas del país pantes de lanzarlo a nivel nacional. Posiblemente los problemas operativos y de ejecución serán los mayores dolores de cabeza para la nación centroamericana ya que parece haber sido una decisión apresurada, posiblemente por timings políticos. Aun no podemos saber a ciencia cierta si fue una buena o mala decisión, pero como ya hemos visto con la introducción de tecnologías y tendencias de la cuarta revolución industrial, estas pueden ser muy chocantes en un comienzo, pero después entregan verdaderas soluciones.