Hace más de un año, escribí una columna denominada “¡Despierta, derecha! El Apruebo ya ganó…”, donde insistía en que la derecha debía apoyar con fuerza la Convención Constitucional, para que la izquierda no se adueñara de ella, y ya vemos lo que pasó. Entre la Sra. Loncon y Jaime Bassa ya tienen el camino construido. La Constitución está escrita hace rato, el que crea que no es así, es un ingenuo, vaya y mírele el computador a Fernando Atria, no diga que no le avisé.
Pero no es precisamente este el tema que me convoca, sino que de nuevo es ese dormir profundo de la derecha lo que me tiene mal.
Veo con preocupación que la radicalización de las posturas está llevando a la derecha a un nuevo abismo.
Kast sube y sube en las encuestas y por el otro lado Boric domina su sector.
Este escenario solo es favorable a la izquierda radical antidemocrática. El votante de centroderecha, liberal, que hoy es muy importante y que puso a Sichel en la carrera presidencial, no va a votar por Kast, no sueñe, anulará o se abstendrá, en cambio el votante de Provoste, ME-O y Artés, lo hará sin ninguna vergüenza por Boric.
Es hora que le derecha reencuentre su centro y que entienda que la radicalización de las posturas nos lleva al desastre seguro.
Pongámonos entonces en las dos hipotéticas situaciones: que ganen José Antonio Kast o Gabriel Boric.
Un gobierno de Kast no traerá paz. Kast cree que puede poner mano dura en las calles y en La Araucanía, bueno, por favor que lea la Constitución que nos rige –para qué decir lo que será la que vendrá– y se dará cuenta que no puede hacerlo, no tiene las herramientas. La Constitución en esto es clara, es cosa de revisar las “Bases generales de la Administración del Estado”, artículos 39 al 45. Solo podrá disponer de las fuerzas en la calle por 5 o 15 días, dependiendo del estado que quiera declarar y luego necesitará la aprobación del Congreso, con quórum de 4/7 (57%), que su derecha radical no tiene, en realidad tampoco lo tiene la derecha completa. Es evidente que posterior a ese primer período, vendrá el rechazo y el fin del Estado de Excepción declarado, créame, es lo que ocurrirá en el Congreso, y la izquierda promoverá acusaciones constitucionales a diestra y siniestra, contra ministros y el mismo Presidente. Para qué decir el nivel de movilización social que la izquierda promoverá. Raya para la suma, ingobernabilidad absoluta. No se engañe, Kast no puede poner mano dura. Para poner mano dura, se requiere un acuerdo político transversal y Kast no es el hombre para lograrlo, por el contrario, gobernará en permanente minoría y agitación popular.
Pero, bueno, vámonos al otro extremo, al eventual gobierno de Boric. Aquí, las cosas caminarán por una ruta distinta y aún más peligrosa. Este ha dicho que quiere seguir el camino de Allende, con el PC a su lado. ¿Qué vendrá entonces? Desequilibrio económico con inflación, crecimientos mínimos, expropiaciones, quiebras de empresas, leyes mordaza a la libertad de prensa y un sinfín de etcéteras. Usted dirá que estoy comprándome la campaña del terror de la derecha, puede ser, pero la verdad es que es concretamente el resultado que han tenido todos los gobiernos que han querido imponer este tipo de políticas estatistas y hay ejemplos, como Argentina y Venezuela en el siglo XXI y para qué decir todos los países del bloque Soviético en el siglo XX. ¿O usted cree que en la izquierda chilena hay tantos genios que van a lograr lo que el mundo no logró? Lea a Nicolás Grau, escuche a Daniel Jadue y se dará cuenta de que no estoy equivocado. Salga de su sesgo de confirmación, se lo ruego.
Así las cosas, ¿qué debería hacer el centro? Votar por Sichel o Provoste.
Yo, obviamente, y a nadie le puede extrañar a estas alturas, voy por Sichel. Creo que es la única alternativa dialogante, que puede mover a la centroizquierda, exconcertacionista, a lograr lo que este gobierno no logró: un gran acuerdo nacional en el Congreso, para parar la violencia en las calles y la Araucanía –el Congreso es la única vía posible de lograrlo– y mantener un sistema político económico viable, con crecimiento y seguridad. No se confunda, no estoy defendiendo el neoliberalismo, quiero educación pública, laica, gratuita y de calidad, quiero pensiones dignas con pilar solidario, quiero salud digna, con inversión estatal verdadera para terminar con la salud de 2a. clase de la gente con menos recursos, quiero igualdad para hombres y mujeres, quiero verdadera conciencia ambiental, no esa asociada a la generación de utilidades. Todo esto, más un combate decidido al terrorismo y al narcotráfico, se puede lograr con Sebastián Sichel, con nadie más. Ojalá despierte la derecha de una buena vez…