Se ha presentado el libro Educación Católica en Latinoamérica: Un proyecto en marcha, de los editores Patricia Imbarack y Cristóbal Madero, junto a la participación de destacados académicos de diferentes universidades de la región. Un aporte significativo a la educación, que es considerada como un proceso transformador, en que se logra desarrollar lo mejor de la persona, incluyendo los aspectos intelectuales, humanos y espirituales. En una mirada retrospectiva, vemos que parte importante del continente latinoamericano inició este nuevo siglo con demandas en materia de derechos sociales tendientes a mejorar y asegurar el bienestar de la población, de manera prioritaria, de los más excluidos. Así también, la combinación de crecimiento económico y políticas sociales ha repercutido en la mejora de diversos indicadores, especialmente en la reducción de la pobreza e indigencia. Lo anterior se ha combinado con diversos ciclos de inestabilidad política y esfuerzos de consolidación democrática en los países de la región latinoamericana.
Por su parte, la situación religiosa del continente ha experimentado también cambios relevantes, en muchos casos producidos por problemas internos, en los que el tema de los abusos al interior de nuestra Iglesia ha producido una crisis de grandes proporciones. Nos encontramos ante una nueva realidad, un cristianismo que sale de su territorio, de las instituciones y cada vez más secularizado. Es en este marco en que surge esta publicación.
Trabajo sistemático y sostenido en el tiempo que tiene como resultado un libro colegiado, impulsado por académicos de las universidades Católica y Alberto Hurtado. Se destaca la capacidad de sus editores para convocar a académicos de distintas latitudes, en una producción que sintetiza experiencias e investigación en torno a la educación católica, un tema que nos resulta de vital relevancia.
A diario trabajamos con seriedad por sustentar, conducir y gestionar factores identitarios que enriquecen la esencia de nuestro ser como instituciones de educación católica. En esa identidad, es que la universidad aporta al cristianismo, en una dialéctica de mutuo enriquecimiento. Desde esta perspectiva, la elaboración y difusión de esta publicación responde a necesidades y desafíos en una triple dimensión; aquellos que se presentan a instituciones de educación católicas, requerimientos desde la Iglesia y, por otra parte, demandas a nivel social y cultural. Es una parte esencial de nuestra misión reflexionar sobre el presente y futuro de la educación católica ante los cambios acelerados que vive la región.
Una correcta comprensión de los desafíos planteados por la cultura contemporánea, y la formulación de respuestas significativas a esos desafíos, debe promover el ensanchamiento de la razón, hacerla capaz de explorar y abarcar los aspectos de la realidad, que van más allá de lo puramente medible, cuantificable y observable y dar alas a la razón para mirar aquello que resulta trascendente y al mismo tiempo atractivo no solo para la razón, sino también para el espíritu. Es necesario investigar y enseñar en sintonía con la naturaleza de la contribución que el cristianismo puede dar al humanismo del futuro. Los espacios universitarios son comunidades especialmente orientadas a fomentar dicha reflexión e intercambio intelectual.
Este libro abre definiciones, miradas y perspectivas. Tiene el potencial de abrir reflexiones para repensar un sistema educativo que creativamente pueda salir al encuentro de un hombre y de una mujer que miran a lo alto. Se ha encomendado a la educación católica una inmensa y trascendente tarea para los nuevos tiempos y es la Iglesia, la que puede ser regalada y renovada desde las más pequeñas comunidades educativas. Tanto la educación escolar como la universitaria han estado al centro de la propuesta de la Iglesia católica en su vida pública. A nivel escolar, la educación religiosa ha sido una de las prioridades del quehacer de la Iglesia, ya que ha promovido y defendido la libertad de educación cuando en culturas tremendamente secularizadas y laicistas, se corría el riesgo de reducir la educación católica a la mera formación en valores religiosos, sin la posibilidad de plasmar el ideario confesional en, por y a través de la escuela.
En la sociedad del futuro, el cristianismo quiere seguir aportando al crecimiento y desarrollo de la comunidad. La educación católica posee todas las herramientas para encontrar soluciones creativas para implementar una reflexión permanente sobre aquellas preguntas que son de orden fundamental. Desde las universidades debemos seguir desarrollando esta reflexión, la que se hace más profunda y comprensiva al incluir voces de diferentes países. La colaboración y trabajo en red es una de las grandes enseñanzas de la dura pandemia que hemos enfrentado.