Finalizada la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), surgirán una serie de análisis de especialistas en torno a los acuerdos alcanzados y la coincidencia en que son tiempos de “Acción” para hacer frente a la emergencia climática, que incluyen desde la reducción urgente de las emisiones de gases de efecto invernadero, hasta el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo.
Chile también quiso aportar lo suyo. Y a los compromisos de 2020 –reducir las emisiones de CO2, crear de un “presupuesto de carbono” de 1.100 Mt y llegar a un peak de emisiones máximas, indicados en 17 objetivos–, ahora se ha sumado el interés por aumentar las áreas protegidas en el país en más de un millón de hectáreas, así como la reducción de las emisiones de metano.
Independientemente de las diversas efemérides positivas y negativas que han sucedido en torno a COP27, este año, en particular, el tema de la transparencia adquirió un protagonismo esencial. Bajo la promesa “Together 4 Transparency” se buscó asegurar una mayor transparencia en la entrega y reportabilidad de la información climática de los países participantes. Se trata de una exigencia mínima frente a la creciente crisis energética, las concentraciones récord de gases de efecto invernadero y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.
Esta exigencia de transparencia no solo es válida para los países, sino también –y sobre todo– para las empresas, lo cual las obliga a actuar con honestidad, valentía y consistencia. Las desafía a transitar esa delgada línea entre abrir los reportes de sostenibilidad, haciéndolos accesibles y comprensibles para todos, pero sin caer en prácticas de greenwashing, que buscan mostrar un respeto con el medioambiente exagerado, distorsionado o incluso inexistente.
Lo anterior cobra aún más valor cuando recordamos uno de los principales hallazgos del ICREO 2022 en Chile, el cual nos muestra que mayores niveles de transparencia generan no solo mayor conocimiento de las empresas por parte de las personas, sino también y sobre todo, mayor confianza. Y si bien en los últimos años hemos podido ver cómo las empresas del país avanzan en difundir su información de impacto climático mediante reportes y memorias integradas, aún estamos ante temas áridos, lejanos y poco conocidos por las personas. Seguimos estando al debe en transparencia. Seguimos inmersos en una crisis de confianza que profundiza las brechas entre la sociedad y las organizaciones.
Necesitamos, de forma urgente, de organizaciones valientes y consistentes para revertir esta situación. Marcas que, impulsadas por un propósito que vaya más allá de la generación de utilidades y conectadas con el impacto que generan en su entorno, avancen en el camino de la transparencia de forma clara y decidida.