Todos sabemos con certeza que resulta urgente no solo garantizar el agua para la vida de los seres humanos y las especies que habitan la Tierra, sino también asegurar que este recurso vital sea asequible, libre de contaminación y gestionado de forma eficiente y sostenible. Sin duda, son los desafíos más relevantes que plantea la Agenda 2030 de Naciones Unidas, para el ODS6, uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este busca establecer el acceso universal y equitativo al agua potable y a servicios de saneamiento e higiene adecuados, así como mejorar la calidad del agua a nivel global.
Hoy y desde hace ya 14 años, Chile atraviesa una mega sequía sin precedentes que está produciendo en diversas zonas racionamientos, cortes de agua, incendios y la necesidad de disponer de camiones aljibe para abastecer a muchas comunidades. El cambio climático viene afectando gravemente a nuestro país, siendo uno de los más vulnerables del planeta. Según el World Resources Institute, Chile se ubica en el puesto 18 del ranking que identifica a los países con más alto estrés hídrico.
La sequía se ha transformado en una realidad endémica y estructural. De hecho, según cifras de la Dirección General de Aguas, en 2022, el 53% de las comunas en Chile se encuentran bajo decretos de escasez del recurso en términos de calidad, cantidad y continuidad. Por otra parte, según la Organización Meteorológica Mundial, la actual mega sequía en la zona central de Chile es la más larga y grave de los últimos mil años y los datos confirman que el país es el más afectado por la crisis del agua, en Latinoamérica.
Un estudio publicado en 2019 por Fundación Chile, a través de su iniciativa ‘Escenarios Hídricos 2030’, arrojó que el 44% de los problemas de brecha y riesgo hídrico en las cuencas del país se originan en fallas en la gestión del agua y su gobernanza, y solo un 12% representan causas eminentemente naturales, como la disminución del agua de lluvias, el derretimiento de nieve y el retroceso de glaciares.
Por ello es indispensable desarrollar técnicas sostenibles que conlleven a preservar, proteger, reducir, mantener y ahorrar el agua para asegurarla a las futuras generaciones. El enorme desafío consiste en dar prioridad a la búsqueda de soluciones alternativas reales y al alcance de todos, para que haya suficiente agua para nuestras necesidades, mejorando la planificación y la eficiente gestión. Es clave articular de manera integrada, al mundo público y privado, considerando que la empresa privada ha mostrado capacidad para desarrollar diversas tecnologías innovadoras para hacer frente a esta problemática.
También es importante, en paralelo, profundizar en la educación en los niños y en toda la ciudadanía respecto a la importancia de cuidar cada gota de agua. El estrés hídrico, no solo impide la sostenibilidad de los recursos naturales y nuestro entorno, sino que pone en peligro la vida, el desarrollo económico y el bienestar social. Por esta razón, si no lo frenamos ahora, simplemente el agua, poco a poco se seguirá evaporando, con el riesgo de que se destruya la continuidad de su ciclo natural y no la tengamos garantizada.