Una vez extintas las cenizas de un proceso constituyente que no fue, Chile emprende un nuevo camino para lograr una nueva Constitución. De la mano de tres órganos: Comisión Experta, Comité Técnico de Admisibilidad y Consejo Constitucional.
Esta es la fórmula para que, en menos de un año y gracias a un nuevo acuerdo político, seamos de aquellos países con una Constitución hecha en democracia. Los mecanismos para parecer que hay participación también se han dispuesto, pero únicamente en el Consejo Constitucional, la etapa final de toda la ruta de creación del texto.
Además, el nuevo procedimiento para elaborar una Constitución para Chile está en deuda con las organizaciones de la sociedad civil. Aún no se les contempla en el proceso de redacción de la nueva Constitución y mucho menos en las fases previas, que normalmente son además las más importantes en el germen de norma fundamental que pueda ratificarse en un plebiscito a desarrollarse en diciembre de 2023.
Pero aún estamos a tiempo para remediarlo.
La reforma constitucional que establece las bases del nuevo procedimiento entregó a la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile el rol de coordinación de los mecanismos de participación ciudadana. Si bien la norma es escueta, es necesario, para fortalecer el proceso constituyente, que dichos mecanismos sean variados y aplicados desde un primer momento, incluyendo a la Comisión Experta donde se gestarán las bases del texto constitucional.
Las universidades, por su parte, deben ungirse como secretaría técnica del proceso constitucional, por lo que, desde Fundación Multitudes hemos propuesto que las universidades coordinadoras establezcan un Consejo de la Sociedad Civil, donde múltiples organizaciones sin fines de lucro puedan hacer seguimiento inmediato y colaborar en una instancia consultiva.
El reconocimiento de la participación ciudadana como una norma fundamental es el correcto camino para construir un Estado de derecho robusto, y la valoración de los saberes que se encuentran en las organizaciones de la sociedad civil es la mejor forma de nutrir la función política.
Por último, un llamado a asumir la participación ciudadana como estrategia y valor en sí mismo, no solo entregará mayor legitimidad a lo obrado por los tres órganos constituyentes, sino también preparará un mejor camino para que, en el plebiscito de salida, la casa de todos sea realmente del gusto y orgullo de todas y todos.