¿Qué buen chileno no va a querer que el proceso constituyente tenga el mejor resultado posible? Y con la ciudadanía, reflejo de la deliberación democrática, como partícipe preponderante. Y los peritos, capaces y hábiles que algunos quieren endiosar endilgándole el calificativo de “expertos”, concepto hoy por hoy bastante cuestionado transversalmente, a ellos, los con cierta experiencia, eso sí, les corresponde el cómo deben ser las reglas para cumplir el carácter que mediante la deliberación democrática se decidió. Vale decir, reitero, Ciudadanos = ex-ante, y “Ex-pertos” = ex-post. Lógica elemental para un proceso auténticamente participativo y democrático.
Otras buenas ideas lanzadas a la opinión pública y que merecen “remacharse”, y ser escuchadas por todos los interesados en que nos “constituyamos” correctamente, recomiendan repetir hasta el cansancio, que es bueno y saludable preguntarse: ¿si los expertos están libres de acordar estupideces, mientras los “aficionados” electos por elección popular estarán siempre destinados a naufragar en medio de necedades?; ¿nos enfrentaremos a un desigual y tenso ir y venir entre expertos con una legitimidad democrática endeble y los aficionados o semiexpertos con una legitimidad democrática plena?” ( Pedro Gandolfo…¿izquierdista?). Reiterar, insistir que lo bueno es bueno es, ciertamente, indiscutible Ahora, mejor aún es recomendar, reproducir y hasta calcar las necesarias precisiones de peritos, capaces, hábiles y no “expertos”.
Porque expertos pueden incurrir humanamente en ex abruptos que ex profeso procuren destacarse con una facundia pretendidamente ex cathedra, usando, claro, ese conocido tonito magistral y decisivo. Y entonces, descartando ojalá estos oscuros presagios, poder confiar que Su Excelencia, meritoriamente, exceda su satisfacción y buenos augurios por el mejor resultado posible del proceso constituyente.
Esto es, conceder el provechoso “favor” a Chile, votando lúcidamente: “a favor” de la “nueva y buena” propuesta que todos esperamos. Creo razonablemente en la sensatez de los expertos ex-post. No pueden decidir ellos, arriesgando una conflictiva antelación, el cómo queremos vivir los ciudadanos. Un correcto orden de procedimientos debe respetarse ante todo.
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