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Un 8M marcado por la memoria y los derechos humanos Opinión

Un 8M marcado por la memoria y los derechos humanos

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Esta fecha nos recuerda nuevamente que los derechos humanos tienen una perspectiva de género y, además, que los derechos de las mujeres son derechos humanos. Lamentablemente, esta no es una realidad que ha sido aceptada a nivel transversal en el ámbito político y, por consiguiente, en la elaboración y dictación de políticas públicas y leyes. El acecho constante de los discursos conservadores y que buscan socavar los avances, especialmente de los derechos sexuales y reproductivos, son una muestra de esta realidad. El cuestionamiento constante a la educación sexual integral como un derecho humano es uno de los desafíos que ha cobrado mucha fuerza durante este último periodo.


Este 8 de marzo se conmemoró un nuevo Día Internacional de la Mujer. Una fecha que de por sí se encuentra cargada de un contexto en contra de las desigualdades históricas y violencias en contra de las mujeres. Sin embargo, la conmemoración de este año se encuentra intersecada por diversos elementos debido al contexto político y social en el cual vivimos. Un año en el cual se cumplen 50 del golpe cívico-militar; un proceso constituyente que, hasta el momento, no ha logrado convocar a la ciudadanía; un aumento de la violencia de género y un fuerte resurgimiento o mayor visibilidad de grupos antiderechos, que buscan retroceder en materia de derechos de las mujeres, personas LGBTIQ+, e instaurar discursos negacionistas respecto a las violaciones a los derechos humanos.

En razón de ello, es difícil conmemorar un 8 de marzo que no se encuentre conectado a la contingencia política, social e histórica. Ante aquello, la agenda de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición por las violaciones durante el contexto de la dictadura tiene un componente importante respecto a la perspectiva de género. Las numerosas mujeres que fueron víctimas de desaparición forzada, violencia político sexual y tortura fueron muchos años invisibilizadas y olvidadas, incluso en un comienzo por las mismas comisiones de verdad. Algo similar ocurrió durante las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el contexto del estallido social, especialmente respecto a la violencia político sexual caracterizada por desnudamientos, amenazas y otras formas de violencia.

Durante el periodo de la dictadura, el centro de detención y tortura denominado como “Venda Sexy” fue un claro ejemplo de cómo la violencia política sexual se utilizó para castigar a detractoras de la dictadura. En el mismo sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Atenco vs. México, evidenció cómo la violencia sexual se utiliza como una manera de disuadir a las mujeres del ejercicio a la libertad de expresión y, en particular, el derecho a la protesta. Lamentablemente algo que sigue existiendo hasta el día de hoy y que podemos presenciar en numerosas manifestaciones, independientemente del color político del gobierno.

Así, esta fecha nos recuerda nuevamente que los derechos humanos tienen una perspectiva de género y, además, que los derechos de las mujeres son derechos humanos. Lamentablemente, esta no es una realidad que ha sido aceptada a nivel transversal en el ámbito político y, por consiguiente, en la elaboración y dictación de políticas públicas y leyes. El acecho constante de los discursos conservadores y que buscan socavar los avances, especialmente de los derechos sexuales y reproductivos, son una muestra de esta realidad. El cuestionamiento constante a la educación sexual integral como un derecho humano es uno de los desafíos que ha cobrado mucha fuerza durante este último periodo.

Más que temas “identitarios”, como plantean principalmente liberales y libertarios, la perspectiva de género y los derechos humanos de las mujeres se transforman en un presupuesto democrático mínimo en una sociedad para el ejercicio de derechos y libertades básicas. Sobre todo, considerando que las principales dirigencias de organizaciones de la sociedad civil por los derechos humanos son mujeres, además de soportar la crisis de los cuidados que vivimos actualmente producto de la división sexual del trabajo, los marcados estereotipos de género que subsisten hasta hoy y el dato estadístico de que las mujeres componen la mitad de la población.

De esta manera, el ejercicio para este 8 de marzo y año nos interpela mucho a la verdad, justicia, reparación, garantías de no repetición y un fortalecimiento de la cultura de los derechos humanos, en particular con perspectiva de género. Son muchas las defensoras de derechos humanos que hoy no están y que nos han enseñado y pavimentado el camino para continuar con la lucha por la disputa de todos los espacios y, en especial, por el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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