¿Somos iguales en derechos y obligaciones hombres y mujeres en Chile? Por lo que señalan diversos estudios, la igualdad es un horizonte que queda aún lejos. Pese a los crecientes avances en equidad de género, Chile encabeza los índices que miden actitudes sexistas respecto de sus pares de Latinoamérica y de la OCDE. Un reciente informe del Banco Mundial muestra que nuestro país ocupa uno de los lugares más bajos de los países de la OCDE en equidad de género en los ámbitos legal y económico. Esto, muy por debajo de países desarrollados con un 95% e incluso bajo el promedio de Latinoamérica (alcanzamos 80 puntos de un total de 100, en donde los derechos de propiedad y laborales están al debe con las mujeres).
En las empresas, un 70% de los encuestados por el Instituto de Directores de Empresas de Chile consideró que el proyecto de ley “Más Mujeres en Directorios” impulsado por el Gobierno (para avanzar de una cuota de género de 20%, los tres primeros años, a 40% en un plazo de seis años) no era un tema relevante, en tanto que un 64% declaró que aumentar presencia de mujeres en directorios no es una meta explícita en su empresa. Las resistencias ya se manifiestan.
En el Estado el panorama no es más alentador. Si bien más del 60% de sus funcionarios son mujeres, la mayoría de ellas no llega a ejercer altos cargos. Actualmente, entre un cuarto y un quinto de los postulantes al Sistema de Alta Dirección Pública son mujeres y menos de un tercio de los nombramientos son ocupados por mujeres. En el año 2022, su presencia en cargos de la mayor jerarquía llegaron a un histórico 42%, equivalente a 30 autoridades entre las cuales, por primera vez, una mujer liderará organismos como el Servicio Nacional de Aduanas, la Superintendencia de Medioambiente, la Superintendencia de Electricidad y Combustibles, y la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB). Aunque los primeros frutos ya se empiezan a ver, la realidad está lejos de ser equitativa para las mujeres. De aquí que en el Estado, el objetivo es apretar el acelerador e impulsar a más representantes femeninas en los cargos de Alta Dirección Pública.
Las mujeres enfrentan muchos desafíos para acceder a puestos de mayor responsabilidad y complejidad en los servicios públicos. Barreras invisibles obstaculizan su camino ascendente para cerrar la brecha de desigualdad. La falta de capital humano, especialmente en carreras STEAM, estereotipos basados en el género, exclusión de redes informales, limitado apoyo a programas de conciliación trabajo-familia y segregación laboral por sexo, entre otras razones, se repiten tanto en el ámbito público como privado para explicar las bajas cifras de liderazgo de las mujeres en organizaciones.
En Chile se conservan intactas muchas de esas barreras, pese a los esfuerzos que los distintos gobiernos han realizado para terminar con ellas. Aunque sea difícil de creer, aún hoy hay servicios del Estado donde jamás han nombrado a mujeres en puestos de decisión históricamente “masculinos”. Un estudio del Centro de Sistemas Públicos (CSP) de Ingeniería Industrial de la U. de Chile, sobre participación de las mujeres en el Sistema de Alta Dirección Pública (SADP), analizó la participación por género entre los años 2010 y 2021. Los resultados muestran que las brechas de género no se han movido, desde mediados de los años 90 a la fecha, en áreas como Aeronáutica, Ciencia y Tecnología, Comercialización de Productos Industriales, Comunicación Estratégica, Control de Gestión en Educación, Energía, Hidrología, Legal y Fiscalía Sanitaria, Marketing Digital, Meteorología, Salud Ambiental y Seguridad Social, entre otros. La aguja de la desigualdad se mueve demasiado lento generándose, en algunos casos, verdaderos compartimentos estancos.
La igualdad de género es un objetivo que hace a las sociedades no sólo más justas, sino que mejores. Involucra a toda la sociedad, pero tanto los privados como predominantemente el Estado requieren abrir los espacios decisionales para que las mujeres líderes puedan demostrar todas sus capacidades. Esto es imprescindible para que las niñas de hoy puedan imaginar un futuro sin barreras para su pleno desarrollo, ejerciendo los mismos derechos que los hombres.