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Política chilena: de la liviandad de las ideas a la liquidez de las alianzas Opinión

Política chilena: de la liviandad de las ideas a la liquidez de las alianzas

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Guido Romo Costamaillère
Por : Guido Romo Costamaillère Director de Encuestas y Opinión Pública Gemines Consultores
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El panorama de la política nacional muestra, por estos días, a una oposición que se articula, más que por ideas sobre el bien común, por los ataques al Gobierno y especialmente al Presidente. En el oficialismo, hay descolgados que se autodefinen de “centroizquierda” y cruzan la vereda con la esperanza eterna del político que quiere seguir estando vigente a toda costa. Y se suma un Gobierno con carácter pendular: fuerte en algunas áreas y decisiones y casi asustadizo en otras, donde, más que por convicciones, parece dejarse dominar por el cálculo de las encuestas y los votos parlamentarios, dos elementos tan veleidosos hoy día.


Si solo observáramos la política chilena a partir de la votación de la reforma tributaria y la impugnación a los indultos otorgados por el Presidente (dos eventos no menores), queda claro que no hay centroderecha en el sentido europeo del término en Chile. Y que, mientras más frágil ideológicamente es una mayoría forzada, más vale no tenerla y reconstruir. En el caso de la alianza oficialista es fácil observar este último punto con la cantidad de descolgados que se autodefinen de “centroizquierda” y cruzan la vereda con la esperanza eterna del político que quiere seguir estando vigente a toda costa, a partir de la notoriedad y conocimiento que le dio el mismo sector del que hoy reniega con una convicción propia del converso. Personas que se indignaban poco tiempo atrás si se les relacionaba con la derecha, hoy forman pactos programáticos que les permitan ir por otra elección, pasando de la liviandad de las ideas a la liquidez de las alianzas.

En efecto, la fragilidad de las ideas en común, sumada a un sistema político de carácter no parlamentario, muestra a una oposición que se articula, más que por ideas sobre el bien común, en atacar al Gobierno y especialmente al Presidente Boric con los ojos puestos en el 2025 y su –legítimo– deseo de recuperar el Gobierno. Aunque suene muy pronto, parece ser que están en ello, quizás sin calcular que se trata de correr una maratón.

Por su parte, el Gobierno muestra un carácter pendular: fuerte en algunas áreas y decisiones y casi asustadizo en otras, donde, más que por convicciones, parece dejarse dominar por el cálculo de las encuestas y los votos parlamentarios, dos elementos tan veleidosos hoy día. No tenemos encuestas potentes en Chile hoy, principalmente porque las de un nivel aceptable internacionalmente son caras, requieren tiempo y una continuidad que les permitan generar curvas con información, más que puntos aislados, y no hay disposición a invertir en ello. Los tomadores de decisiones se conforman con muchas fotos e intentan armar con ellas un video. Pero los tomadores de decisiones, una vez en el poder, deben ejercerlo con convicción y luchar por las políticas públicas que llevó a la gente a votar por ellos. No se trata de embestir a ciegas contra realidades que se no presentan sino hasta que estás en el Gobierno, pero tampoco darse cabezazos contra promesas que simplemente ya no son realistas. Difícil ejercicio, el del poder. Difícil resistirse a los baños de masas, necesarios para el espíritu y la moral. Pero los votos se siembran no sóoo con afecto, se requieren decisiones que mejoren la vida de las personas y eso no ocurre necesariamente, muy pocas veces en realidad, a corto plazo.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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