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Silicon Valley Bank: pánico y compañías de seguros quebradas Opinión

Silicon Valley Bank: pánico y compañías de seguros quebradas

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La caída abrupta que tuvo la tasa de interés provocó que las CSV hicieran una jugosa ganancia por el lado de sus activos (distribuidas después como dividendos, use discernimiento el lector), pero los activos vendidos fueron reemplazados por papeles menos rentables; y por el lado de los pasivos, no se reconoció todo el aumento del valor de la deuda con los pensionados, producto de que estos nunca han sido valorizados a la tasa libre de riesgo sin premios. Y ahora, con el aumento en la tasa de interés, las CSV tienen activos que se han desvalorizado (similar a lo que le ocurrió a SVB), y pasivos que, aunque menos que antes, siguen subvalorados. Resumen: activos que valen menos, dividendos ya repartidos a la matriz, y deudas con los pensionados cuyo valor real no se refleja en la contabilidad. El riesgo sistémico de las CSV es significativamente mayor que el de SBV. Téngase presente que este es un riesgo real que afecta a todo el sistema de pensiones. En este caso, el pánico tendrá fundamentos económicos; y mientras más tarde ocurra, mayor será el impacto.


A propósito de la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB), me referiré a dos aspectos que considero relevantes para el análisis: el primero, sobre el pánico, y el segundo, sobre una aplicación local a los riesgos de las compañías de seguros de vida (CSV) que venden rentas vitalicias (RV).

Sobre el pánico: este es un arma letal cuando la ignorancia acompaña al nerviosismo. El pánico, para hacer daño, no requiere de muchos fundamentos. Basta una noticia sensacionalista y una buena difusión para que comience el incendio.

Se ha hablado que SVB es el 16° banco más grande de EE.UU., que es la quiebra bancaria más grande desde la crisis subprime, y las comparaciones con la crisis de 2008 son el pan de cada día. Afloran los “doctores catástrofe” y los medios compiten por quién publica el título más aterrador.

Pero veamos las cosas en su justa perspectiva.

Al primer trimestre de 2022, en Estados Unidos se registran 4.844 bancos y sus activos suman US$24 trillones. Sus pasivos equivalen al 90,5% (US$21,7 trillones). Dentro de los pasivos, los depósitos domésticos no asegurados equivalen al 37,4% del activo, es decir, suman casi US$9 trillones. Se dice que SVB tenía a fines de 2022 alrededor de US$209.000 millones en activos (esto es US$209 billones, o US$0,209 trillones) y alrededor de US$175.400 millones en depósitos (US$ 0,175 trillones). Es decir, estamos hablando de un banco cuyos activos representan menos del 1% de los activos del sistema bancario de Estados Unidos; y cuyos depósitos equivalen a menos del 2% del total de depósitos no garantizados de todo el sistema bancario de Estados Unidos. ¿Alguien lo ha señalado? Es como si, acá en Chile, quebrara el Banco Internacional (1,1% de los activos del sistema) o el banco Consorcio (1,94% de las colocaciones del sistema). Puede ser preocupante, sin duda, pero no para poner en riesgo el sistema.

Sin embargo, el pánico ha sido real y, como señalé antes, no requiere de muchos fundamentos para causar daño propio y contagiar a todo el sistema. Un incendio incontrolable puede comenzar con un simple fósforo. El punto central, entonces, está en la efectividad para manejar el pánico, lo cual dependerá de la capacidad y calidad de las autoridades.

La crisis subprime debiera ser un ejemplo del mal manejo del pánico. Ver la cara de Paulson en la TV era casi una imagen surrealista al estilo de El grito de Munch. En el área técnica, Bernanke no diagnosticó que a los supuestos créditos malos había que hacerles mercado en un mercado imperfecto que no les estaba asignando valor, producto del pánico. Como comparativa, las hipotecas subprime en relación con el sistema financiero de Estados Unidos, eran menos relevantes que las pérdidas de los créditos pesqueros chilenos con relación a nuestro sistema financiero en aquel tiempo.

En relación con el segundo punto, haré una aplicación local a los riesgos de las compañías de seguros de vida (CSV) que venden rentas vitalicias (RV).

En el caso de SVB, el 90% de sus pasivos por cuentas de depósitos correspondían a depósitos no garantizados de empresas que mantenían su liquidez en dichas cuentas; pero, por el lado de los activos, el 54% de estos estaba invertido en bonos de largo plazo. Primer problema: descalce financiero de plazos. El segundo problema lo explica el aumento en la tasa de interés, que provocó una disminución en el valor de los activos. Resultado: activos de largo plazo desvalorizados que no cubrían apropiadamente los pasivos exigibles. SBV tuvo que salir a vender activos con pérdidas para “hacer caja” y después intentó levantar capital, revelando su mala situación financiera. Eso gatilló la corrida bancaria y el desenlace por todos conocido.

Lo que ha pasado con SVB debe ser un mensaje claro para la CMF y su deficiente rol en regular a las CSV que venden rentas vitalicias.

Por mucho tiempo y en varias columnas, he señalado que las CSV tienen un real problema de solvencia, al no tener un calce de riesgo entre activos y pasivos. Lo único que sostiene a las CSV económicamente quebradas son dos factores: 1) La legislación que permite una ficción contable subvalorando los pasivos, y 2) mantener pasivos de pago de pensiones que supuestamente no son exigibles en su totalidad en el corto plazo.

La caída abrupta que tuvo la tasa de interés provocó que las CSV hicieran una jugosa ganancia por el lado de sus activos (distribuidas después como dividendos, use discernimiento el lector), pero los activos vendidos fueron reemplazados por papeles menos rentables; y por el lado de los pasivos, no se reconoció todo el aumento del valor de la deuda con los pensionados, producto de que estos nunca han sido valorizados a la tasa libre de riesgo sin premios. Y ahora, con el aumento en la tasa de interés, las CSV tienen activos que se han desvalorizado (similar a lo que le ocurrió a SVB), y pasivos que, aunque menos que antes, siguen subvalorados. Resumen: activos que valen menos, dividendos ya repartidos a la matriz, y deudas con los pensionados cuyo valor real no se refleja en la contabilidad. El riesgo sistémico de las CSV es significativamente mayor que el de SBV. Téngase presente que este es un riesgo real que afecta a todo el sistema de pensiones. En este caso, el pánico tendrá fundamentos económicos; y mientras más tarde ocurra, mayor será el impacto.

Que la CMF no se equivoque: mantener este estado de ficción contable se hace cada vez más insostenible y peligroso. Creer que la situación de insolvencia de las CSV se ve aminorada por el mero hecho de que las pensiones no son exigibles en el corto plazo, es jugar con fuego. Cuando se quite el velo y se dimensione el real problema, el pánico desatado tendrá fundamentos y nadie lo va a parar.

Además, dicho sea de paso, no olvidar el “sustito” que pasaron las CSV con el retiro de los fondos de las AFP aplicado a las rentas vitalicias. ¿Pasivos no exigibles en el corto plazo?

Si la CMF ha sido deficiente en su rol regulatorio, ¿tendrá la capacidad para enfrentar un ataque de pánico masivo?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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