La experiencia internacional señala que no es factible aplicar ajustes paramétricos que signifiquen reducir beneficios del sistema de pensiones. Cuando los sistemas pasan a ser insostenibles, por lo general se dan alzas de las cotizaciones. Ejemplo de ello, es España que tiró por la borda los factores de sustentabilidad y aplicó un aumento de impuesto al trabajo para hacer sostenible el sistema. ¿Y sobre la edad? Lo sucedido en Francia nos lleva a que un aumento mínimo de la edad de pensión es capaz de causar crisis en el sistema político de, incluso, una potencia mundial.
La semana pasada tuvimos la noticia de que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, mediante un decreto aprobó su reforma previsional. La aprobación de esta medida que aumenta la edad mínima de jubilación desde los 62 a los 64 años, ha provocado una ola de protestas en el país europeo que ha dejado cerca de 300 detenidos.
¿Cuál es el propósito de esta medida? La medida busca reducir los déficits del sistema previsional francés, el cual se estima que para 2030 tendrá un gasto de 15,6% del PIB, lo que implicaría un déficit de 4,1%.
¿Qué lección trae esto sobre la reforma previsional presentada por el Gobierno de Chile? Que se debe abrir a discutir sobre el 6%. Debido a la mayor expectativa de vida, el Fondo Integrado de Pensiones (FIP) financiando el 6% de cotización adicional será probablemente insostenible, es decir, sus ingresos serían menores que sus gastos.
En este escenario, el Gobierno plantea que el FIP propondrá ajustes paramétricos, los cuales deberían ser aprobados por el Parlamento en cuatro meses y, en caso contrario, se ajustarán los beneficios, es decir, las pensiones caerían.
¿Es esto plausible? La experiencia, tanto chilena como internacional, nos dice que no.
El sistema chileno, a pesar de la reiterada necesidad de reforma ante las bajas pensiones, ha mantenido sus principales parámetros contributivos estables desde 1980, siendo que la expectativa de vida a la edad de jubilación ha subido en 51,6% para los hombres y en 38% para las mujeres.
La experiencia internacional señala que no es factible aplicar ajustes paramétricos que signifiquen reducir beneficios del sistema de pensiones. Cuando los sistemas pasan a ser insostenibles, por lo general se dan alzas de las cotizaciones. Ejemplo de ello es España, que tiró por la borda los factores de sustentabilidad y aplicó un aumento de impuesto al trabajo para hacer sostenible el sistema.
¿Y sobre la edad? Lo sucedido en Francia nos lleva a que un aumento mínimo de la edad de pensión es capaz de causar crisis en el sistema político de, incluso, una potencia mundial.
En concreto, tal como está propuesto el FIP, nos llevaría posiblemente a uno de los siguientes escenarios: 1) el 6% pasaría a ser insuficiente y se seguirán aumentando los recursos (ya sea vía impuestos o contribuciones) para lograr sostener el FIP; o 2) cuando un Gobierno trate de realizar reformas necesarias para la sostenibilidad del FIP, se traduciría en una crisis política, debido a que nadie va a querer aceptar que se le dé menos de lo prometido o una mayor restricción para el acceso a lo que prometieron que iba a tener producto del trabajo.
Producto de lo anterior, es necesario que lo sucedido en Francia esté considerado para el Gobierno y parlamentarios en la discusión de la reforma. Presentar el FIP tal como está hoy, no es una garantía de mejores pensiones futuras, sino que de problemas para Chile a niveles políticos y económicos.