Publicidad
Jornada laboral de 40 horas: un gran logro para Chile Opinión

Jornada laboral de 40 horas: un gran logro para Chile

Publicidad
Jeannette Jara Román
Por : Jeannette Jara Román Ministra del Trabajo y Previsión Social.
Ver Más

El contenido aprobado garantiza que las personas vean reducida su jornada y cuenten con un descanso efectivo, que era el objetivo fundamental del proyecto. Al mismo tiempo, se va a facilitar la organización de la producción y el funcionamiento de los servicios, pues en el mundo actual ambas esferas requieren nuevos mecanismos para enfrentar el dinamismo de los mercados, pero siempre –y esto hay que enfatizarlo– bajo un marco de protección de derechos. Ello es consistente con lo que ha sido y seguirá siendo el norte de nuestro gobierno en materia laboral: la promoción del Trabajo Decente de acuerdo a los estándares definidos por la OIT.


La reducción de la jornada laboral a cuarenta horas semanales ha sido un anhelo muy esperado por las trabajadoras y los trabajadores chilenos y, después de cinco años, podemos decir que, gracias al diálogo y al amplio apoyo ciudadano, este proyecto ha sido aprobado por el Congreso Nacional. Se trata de un gran logro que se materializa a pocas semanas del 1 de mayo, fecha de especial significación para el mundo del trabajo.

Cabe destacar que el acuerdo político en sede legislativa estuvo precedido de un acuerdo social importante, impulsado por el gobierno, al cual concurrieron la CUT y otras centrales sindicales, todos los gremios de la CPC y varias asociaciones de micro, pequeñas y medianas empresas.

De la síntesis de indicaciones que permitieron perfeccionar el proyecto podemos destacar algunos puntos centrales. Lo primero es que se logró el objetivo fundamental: reducir gradualmente la jornada a cuarenta horas para todos los trabajadores y trabajadoras que están cubiertos por el Código del Trabajo, respetando las necesidades específicas de algunos sectores como la gente de mar, la agricultura, el transporte de carga, los choferes y auxiliares de la locomoción colectiva interurbana y el transporte rural colectivo, entre otros. Junto con ello, se logró una fórmula compensatoria y una regulación vía reglamento de las jornadas excepcionales, utilizadas de manera extensiva en la minería y la salmonicultura, lo que otorgará estabilidad y certeza para los distintos actores.

También son muy relevantes la posibilidad de tener jornadas semanales de cuatro días de trabajo y tres de descanso, con un límite de diez horas diarias; y el uso acotado del Artículo 22, inciso 2, del Código del Trabajo que dejaba, sin fundamento real, a muchas personas excluidas del límite de jornada.

Amerita una consideración especial el derecho de madres y padres con hijos menores de doce años a tener un inicio y término de jornada adaptable en hasta dos horas. Mismo derecho asistirá a quien tenga a su cargo el cuidado personal de la niña o niño. Esta medida es clave para conciliar el horario de los establecimientos educacionales con el comienzo y término de la jornada laboral, factor crítico para facilitar el ingreso y permanencia en el mundo del trabajo, sobre todo de las mujeres.

Complementariamente –y en la misma perspectiva de facilitar la conciliación entre vida laboral, personal y familiar– está contemplado que, por pacto escrito y de forma excepcional una vez al año, las horas extraordinarias se puedan compensar con hasta 5 días de feriado. Esto ayudará a las personas que ven limitadas sus posibilidades de obtener permisos en el trabajo, quienes podrán destinar esos días extra a los fines que estimen convenientes.

Por su simbolismo como avance en derechos, debemos subrayar que las trabajadoras de casa particular puertas afuera estarán sujetas al mismo régimen de jornada de 40 horas. En el caso de las trabajadoras puertas adentro, se agregan al actual régimen de jornada 2 días mensuales de descanso adicional de libre disposición. Estos días podrán acumularse de común acuerdo hasta un período de tres meses, garantizando tiempo de descanso efectivo.

Desde luego, el tema que suscitó más debate fue el de la jornada mensualizada, pero se logró un buen equilibrio que respeta los estándares de la OIT y de la OCDE. Así, se podrá acordar entre las partes que la jornada ordinaria de 40 horas se cumpla en un promedio de hasta cuatro semanas, con un tope máximo de 45 horas semanales, no pudiendo superar más de dos semanas las 40 horas, respetando con ello el promedio de 40 horas semanales. Cuando el trabajador esté sindicalizado, la empresa deberá contar con el acuerdo del sindicato. Cabe señalar que, en caso de pactarse horas extraordinarias, estas seguirán la regla general, debiendo resguardar su excepcionalidad y respetando el tope de dos horas diarias. Es importante consignar que este tiempo tendrá el carácter de transitorio y eventual.

En suma, el contenido aprobado garantiza que las personas vean reducida su jornada y cuenten con un descanso efectivo, que era el objetivo fundamental del proyecto. Al mismo tiempo, se va a facilitar la organización de la producción y el funcionamiento de los servicios, pues en el mundo actual ambas esferas requieren nuevos mecanismos para enfrentar el dinamismo de los mercados, pero siempre –y esto hay que enfatizarlo– bajo un marco de protección de derechos. Ello es consistente con lo que ha sido y seguirá siendo el norte de nuestro gobierno en materia laboral: la promoción del Trabajo Decente de acuerdo a los estándares definidos por la OIT.

Sin duda, tener un trabajo remunerado siempre será valioso para las personas. No obstante, existen también otras esferas muy valiosas: el mundo es más amplio, la vida es más amplia. Lo que necesitamos es un equilibrio y esta ley ofrece mejores condiciones para aquello. Por esa razón ha recibido tanto respaldo ciudadano.

Desde una perspectiva humanista, la ley que acabamos de aprobar pone al centro a las trabajadoras y los trabajadores y les entrega mayor soberanía sobre su propia vida: para amar, hacer familia, disfrutar del arte y la cultura, fortalecer el alma y el cuerpo por medio del deporte, compartir en sus comunidades, viajar en condiciones más dignas en el transporte público o, simplemente, descansar. Todo se puede resumir en dos ideas: desarrollo integral y buen vivir. Esto es bueno para las personas y es bueno para la sociedad. Ambas se enriquecen.

Además, como muestra la experiencia de las empresas que se han adelantado a la existencia de la ley –a las que nuestro ministerio ha reconocido con el “Sello 40 Horas”– es perfectamente posible conciliar dinamismo y productividad con calidad de vida para las trabajadoras y los trabajadores. No son objetivos antagónicos. Así avanzamos también hacia una economía más humana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias