Hace unos días fue el lanzamiento de uno de los dos recién adjudicados consorcios Ciencia 2030 (segunda etapa), con lo cual seis nuevas universidades se suman a las 13 participantes, incrementando la representación de instituciones públicas y privadas a lo largo del territorio. Especial mención merecen las universidades del norte de nuestro país, que antes solo contaban con la Universidad Católica del Norte como participante y ahora suman las universidades de Tarapacá y de Atacama.
Con visión de futuro, los programas 2030 comenzaron hace 10 años, primero con las facultades de Ingeniería, luego con las de Ciencia y a mediados de marzo cerró la primera convocatoria de Conocimientos 2030, que incluye a las facultades de artes, humanidades y ciencias sociales, lo que da cuenta del crecimiento de esta política pública.
Primero, bajo el liderazgo de Corfo y hoy en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, Ingeniería 2030 y Ciencia 2030 buscan, principalmente, preparar a las nuevas generaciones de profesionales para un mundo laboral muy distinto al que nosotros vivimos, entregando herramientas en innovación y emprendimiento, con pensamiento global, y transfiriendo el conocimiento generado en nuestras investigaciones para impactar a los sectores público y privado, así como a la sociedad civil.
Como el más antiguo programa 2030, Ingeniería 2030 ya va en su tercera etapa de implementación, y busca que las facultades participantes logren la sustentabilidad de las transformaciones institucionales impulsadas. Ya son siete las universidades –de las regiones Metropolitana, de Valparaíso y Biobío– que han avanzado hasta esta etapa.
Como el más nuevo, la reciente convocatoria de Conocimientos 2030 comenzará con la primera etapa de diagnóstico y diseño estratégico. El desafío que propone este nuevo instrumento es interesante: incentivar y fortalecer la investigación en Ciencias Sociales, Humanidades y Artes, promoviendo la generación y transferencia de conocimientos y resultados de investigación y creación, tanto para el desarrollo académico como para atender las demandas de la sociedad. Esto, con un objetivo que deseamos que se logre: que los marcos conceptuales y prácticas derivadas sirvan como insumo y apoyen las políticas públicas destinadas a generar los cambios estructurales necesarios para que Chile avance hacia un nuevo modelo de desarrollo. Además, los estudiantes de estas carreras deben formarse en innovación social y cultural, y en prácticas inter y transdisciplinarias, habilidades de gran utilidad en la actualidad.
Como universidad, Ingeniería 2030 y Ciencia 2030 nos han permitido, entre otros logros, aumentar el ingreso de mujeres en carreras con baja representatividad; vincular los programas de postgrado con la industria y el sector púbico, y actualizar nuestros currículos fomentando la interdisciplina, el conocimiento de frontera y la cultura del emprendimiento, lo que además ha contribuido a nuestro posicionamiento internacional. Iniciativas como esta ayudan a impactar positivamente a la sociedad de nuestro país para transitar con decisión hacia una sociedad del conocimiento. Enhorabuena a los nuevos Ciencia 2030.