Lo que anunció el Gobierno es absolutamente insuficiente. Es más, es un anuncio infantil, sin perspectiva y sin prospectiva, sin estrategia y sin puerto de recalada. El litio, para Chile, es algo mucho más allá de las lucas, y no debemos caer en la trampa de que el litio es un fin, es solo un medio para lograr algo mayor: recursos para el bienestar de los chilenos.
Como bien se ve en las réplicas posteriores al anuncio del jueves 20 de abril, la muy largamente esperada “Estrategia” Nacional del Litio no dejó contento a nadie, excepto al Gobierno y a quienes anteponen la ideología al sentido común. La razón está absolutamente clara: No es una estrategia o, de serlo, es una estrategia mal confeccionada. El anuncio del Gobierno se limitó solamente a definir que el Estado de Chile iba a tener un rol preeminente en la explotación del litio en Chile. ¿Dónde está el propósito y dónde están los objetivos estratégicos, la métrica para evaluar si lo estamos haciendo bien o mal, dónde está la ambición como República de Chile del rol que queremos jugar en el mundo, dónde está la prospectiva y la visión de futuro?
Tenemos claro que tenemos reservas importantes de un recurso escaso que hoy, y especialmente en el futuro, va a jugar un rol absolutamente relevante en el desarrollo tecnológico global, pues ese recurso está vinculado con la capacidad de almacenamiento de energía eléctrica. Ese es el punto de partida. Esa es la realidad actual. Nosotros no hicimos nada para crear esa realidad, solamente empezamos a captar la atención global, porque en otros países el desarrollo tecnológico determinó que, para el futuro, se requerían materias primas que existían en nuestro país en abundancia. A partir de ese diagnóstico debemos definir un estado final deseado de las cosas. Debemos definir una ambición o una visión prospectiva que oriente nuestros esfuerzos, que dé sentido a las decisiones y también a las inversiones que hoy se toman.
No nos pasa por primera vez. Nos pasó con el nitrato o salitre y también nos pasó y nos pasa con el cobre. En ambos casos nos desgastamos discutiendo respecto de: ¿quién debía ser el explotador del recurso, chileno o extranjero, privado o estatal, con royalty o sin él?, ¿cuánto debían pagar de impuestos? Ninguna de esas preguntas era estratégicamente la más relevante. Si miramos hoy en retrospectiva, el análisis de caso de los países árabes bendecidos con la abundancia de petróleo y le agregamos la experiencia de los países del mundo, incluida América Latina, con abundancias de petróleo y vemos la calidad de vida de su gente, hoy tenemos que empezar a preocuparnos seriamente.
¿Cómo describimos a Chile en el 2050? ¿Cómo lo hacemos para lograrlo?
Pero ese análisis prospectivo lo tenemos que hacer en forma integral, con todas las variables de la ecuación y todos los ingredientes de la cazuela. En ese análisis tiene que venir el factor geopolítico sobre las potencias relevantes en el mundo, sobre la economía global y el rol que jugamos en ella, el entorno del Indo-Pacífico, con una India democrática que ya superó a una China comunista en población y un EE.UU. que puede que esté lejos de dejar de ser el líder tecnológico, de innovación y del conocimiento del mundo. ¿Por dónde y hacia dónde nos vamos a alinear? Somos el país más austral del mundo, pequeño comparado con nuestros vecinos y nuestro entorno sudamericano, pero grande en nuestras decisiones, en nuestras convicciones, en nuestras alianzas y en nuestros emprendimientos.
Aún no empezamos a discutir lo que queremos con el litio. Aún no empezamos a discutir qué queremos ser a partir del litio. Sabemos que somos un país con litio. Pero no tenemos claro qué queremos hacer con él y a partir de él. La definición del Gobierno es ideológica, tal como lo han sido las posturas de los gobiernos de izquierda cuando enfrentan estas definiciones. Está bien, son el Gobierno elegido y la democracia se respeta. Pero si empezamos a privilegiar al Partido Comunista chino, por afinidad ideológica, se debieran encender todas las luces rojas. Si elegimos la ineficiencia en la administración, con tal de que sea estatal y no privada, por afinidad ideológica, todas las luces en rojo. Si elegimos darles poder a los sindicatos por encima de los propietarios, que somos todos los chilenos, todas las luces en rojo.
Tenemos que promover una amplia discusión y contraste de ideas respecto del litio. Tenemos que ver los aciertos y también los errores de nuestra historia. Qué funciona y qué no funciona.
Lo que anunció el Gobierno es absolutamente insuficiente. Es más, es un anuncio infantil, sin perspectiva y sin prospectiva, sin estrategia y sin puerto de recalada. El litio, para Chile, es algo mucho más allá de las lucas, y no debemos caer en la trampa de que el litio es un fin, es solo un medio para lograr algo mayor: recursos para el bienestar de los chilenos.
Para definir una estrategia se debe establecer un objetivo o propósito, los medios y la forma en que se realizará, y adivinen qué, parece que el litio tiene más cara de medio para lograr un propósito que lo contrario, ya que no es un fin en sí mismo.