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Un nuevo ciclo del agua Opinión

Un nuevo ciclo del agua

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Alberto Texido Zlatar
Por : Alberto Texido Zlatar Arquitecto PhD, Académico FAU Universidad de Chile @DataLabU, ex Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Consejero CPI (Consejo de Políticas de Infraestructura)
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Los anuncios implican principalmente materializar nuevas instalaciones para la desalación, el hidrógeno verde y el litio, lo que pone a prueba la capacidad de intervenir adecuadamente el territorio, con un ordenamiento planificado a lo largo de la zona costera, en los salares del norte y de la zona austral del país, que eviten la saturación, aprovechen ventajas existentes y complementen nuevas áreas protegidas. Y es aquí donde parece pertinente aplicar los criterios de la economía circular, donde las salmueras, aguas con exceso de temperatura o contaminadas, la afectación de napas y la misma reutilización y tratamiento de las aguas desaladas generadas sean asumidas como parte del proceso, es decir, superar los sistemas de tratamiento llamados “primarios” que predominan –y son solo una reja que retiene sólidos–, por sistemas secundarios y terciarios, que suman métodos de decantación, limpieza y biofiltrado con aguas nuevamente limpias o útiles.


El cambio climático, la reconversión energética y la escasez hídrica están incentivando una intensa oleada de importantes inversiones, que resultarán en nuevos asentamientos e infraestructuras para servicios vinculados al agua y la energía.

El desafío es que este proceso resulte en una adecuada implementación, lo que está exigiendo a la autoridad una tramitación eficiente de sus evaluaciones ambientales, que entreguen confiabilidad a inversionistas y ciudadanos, regulando su operación y emplazamiento. A la par, la ciencia está llevando adelante la búsqueda de espacios de innovación socioambiental, donde la investigación académica multidisciplinar puede aportar.

Los anuncios implican principalmente materializar nuevas instalaciones para la desalación, el hidrógeno verde y el litio, lo que pone a prueba la capacidad de intervenir adecuadamente el territorio, con un ordenamiento planificado a lo largo de la zona costera, en los salares del norte y de la zona austral del país, que eviten la saturación, aprovechen ventajas existentes y complementen nuevas áreas protegidas.

Y es aquí donde parece pertinente aplicar los criterios de la economía circular, donde las salmueras, aguas con exceso de temperatura o contaminadas, la afectación de napas y la misma reutilización y tratamiento de las aguas desaladas generadas sean asumidas como parte del proceso, es decir, superar los sistemas de tratamiento llamados “primarios” que predominan –y son solo una reja que retiene sólidos–, por sistemas secundarios y terciarios, que suman métodos de decantación, limpieza y biofiltrado con aguas nuevamente limpias o útiles.

De este modo, las nuevas aguas beneficiarán a la industria minera y energética, pero también pueden ampliarse a la agricultura urbana y beneficiar a los habitantes de ciudades cercanas, tanto en su consumo básico como en uno de los déficits urbanos más relevantes, con espacios públicos verdes mejor distribuidos, cuya resiliencia, bajo consumo hídrico, capacidad para diversificar economías locales, generar oxígeno, enfriar superficies y amortiguar los impactos del cambio climático constituirán otro de los complementos sustentables de este nuevo ciclo económico, que por lo expuesto también será del agua.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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