Cuando se miran las amenazas a la seguridad nacional, aparecen con fuerza temas como el narcotráfico y crimen organizado, la porosidad de las fronteras y los ataques cibernéticos; y si nos vamos a los intereses nacionales permanentes, salen como prioritarios el mantener un nivel de seguridad que permita el desarrollo, la mantención de la integridad territorial, el control de los mares de Chile y la mantención de la independencia política de la nación chilena.
Recientemente el centro de estudios AthenaLab, el que está dedicado a las relaciones exteriores, seguridad y defensa nacional, publicó la cuarta versión de la Encuesta de Política Exterior y Seguridad Nacional que realizó en conjunto con Ipsos. La versión de este año trae como novedad el que no solo se realizaron entrevistas en Chile, sino también en Argentina, Perú y Bolivia. La encuesta mantiene su diseño original de encuestar a la población general, por un lado, y expertos en los temas en forma separada, lo que permite visualizar las diferencias entre ambos grupos de personas. La encuesta se puede ver en detalle aquí.
En general, en lo que a política exterior de Chile se refiere, se observa una disociación entre las prioridades y preocupaciones del Ejecutivo en este ámbito cuando se comparan con lo que importa a los chilenos, sean expertos o no en la materia. La Presidencia, a través de la Cancillería, declaró al comienzo del gobierno, en marzo de 2022, que sus prioridades eran la integración regional, la política exterior turquesa, el foco en los derechos humanos, y una aproximación más femenina a las relaciones internacionales, algo que a la fecha el canciller Van Klaveren no ha modificado, pero que contrasta fuertemente con los objetivos de política exterior que tanto la población general y expertos declaran como prioritarios, y que son el combate al narcotráfico, la regulación de la migración, la protección de las fronteras, la proyección al Asia-Pacífico, el combate al cambio climático y la defensa de los intereses marítimos.
Lo otro que llama la atención es que nuevamente se produce una diferencia con el amor del Gobierno por la Unasur y todo lo que sea sudamericano, ya que, sean o no expertos, la mirada está colocada en países como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, y, para la sorpresa de todos, El Salvador se incorpora a la lista de países modelos a seguir. Algo similar sucede cuando se les pide indicar qué países deberían ser los socios de Chile, encabezando la lista nuestros socios comerciales tradicionales y, muy a la cola, nuestros países vecinos, por lo que cuesta entender la fijación del Gobierno en la integración regional, siendo que todo el resto de Chile tiene un entendimiento distinto, lo que hace pensar en motivaciones diferentes por parte del Ejecutivo.
Cuando se miran las amenazas a la seguridad nacional, aparecen con fuerza temas como el narcotráfico y crimen organizado, la porosidad de las fronteras y los ataques cibernéticos; y si nos vamos a los intereses nacionales permanentes, salen como prioritarios el mantener un nivel de seguridad que permita el desarrollo, la mantención de la integridad territorial, el control de los mares de Chile y la mantención de la independencia política de la nación chilena.
En lo que se refiere a las tareas de las Fuerzas Armadas, para la población general las prioridades son la vigilancia y protección de fronteras, el combate al narcotráfico y la defensa de la soberanía, las que cambian cuando se consulta a los expertos, que tienen una visión más tradicional, ya que colocan en los primeros lugares la defensa de la soberanía y la protección de los intereses nacionales donde sea que se encuentren. Ambos estamentos continúan dando a las instituciones de la Defensa un rol prioritario en los desastres naturales y, por otro lado, viene rápidamente creciendo para la población general, y acercándose a lugares de importancia, la necesidad de que las FF.AA. den apoyo a las policías en casos de graves alteraciones al orden público.