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Relaciones económicas internacionales de EEUU:¿bastará con la ‘nueva’ alianza? Opinión

Relaciones económicas internacionales de EEUU:¿bastará con la ‘nueva’ alianza?

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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¿Cómo responderemos al dilema que nos plantea, por una parte, la cercanía económico – comercial que mantenemos con China y, por la otra, la política de relaciones económicas internacionales presentada por Jake Sullivan? La Cancillería ya guardó silencio cuando el embajador Niu Qingbao “corrigió” el embajador de Chile en EE.UU., cuando el último -en referencia al litio- hizo una distinción entre “socios estratégicos” y los “socios comerciales”. Nos están “rayando la cancha” por ambos lados y debemos decidir -pronto-cómo gerenciar nuestra intensa relación con China y, al mismo tiempo, responder al llamado de respaldo de EE.UU., preguntándonos qué aspectos -en ambos casos- son de real interés nacional de Chile.


En una reciente columna (El Mostrador, 3 de junio) ilustré muy brevemente, la actual política de relaciones económicas internacionales de la administración estadounidense, delineada por Jake Sullivan, Consejero de Seguridad Nacional de Joe Biden, en abril pasado. Ahora intento discutir en mayor profundidad algunos de los ejes de dicha política, por lo que inicio esta columna recordando lo que Jake Sullivan definiera como los “desafíos” principales que enfrenta los EE.UU. y que conducen a esta política de relaciones internacionales: (1) La erosión de su base industrial; (2) Un nuevo escenario global en el que Estados Unidos debe competir duramente para mantener su poderío político, económico y militar; un escenario que tiene importantes repercusiones económicas y que estaría impactando su seguridad nacional; (3) La crisis climática global y las dificultades de los EE.UU. para implementar una “urgente y justa transición energética”; y (4) Crecientes desigualdades económicas y los daños que ello causa a la democracia en los EE.UU. y en otras naciones.

En la segunda parte de su presentación, el Consejero de Seguridad Nacional menciona que la solución a esos desafíos es “… restablecer una mentalidad económica capaz de construir … construir capacidad, construir resiliencia, construir inclusividad en casa y con nuestro socios … en otras naciones”. Esto es lo que él describe como “una política exterior para la clase media”. Según Jake Sullivan, esta política tiene cinco fases o etapas. El proceso se inicia estableciendo una “nueva base” [económica] en los EE.UU., mediante una estrategia industrial estadounidense moderna (“a modern American industrial strategy”) y asegurando que -en la segunda fase- sus aliados no se “queden atrás” y que también construyan “… una [mayor] capacidad, resiliencia e inclusividad”. La tercera fase contempla usar formas innovativas de cooperación internacional que vayan más allá de los acuerdos comerciales tradicionales y que permitan enfrentar los principales desafíos de la actualidad, acompañadas en la cuarta fase por la “movilización” de recursos a economías emergentes, que -según J. Sullivan- se elevarían a miles de billones de dólares, para financiar proyectos con capital “posibilitado” por la diplomacia estadounidense; y (5) Proteger el desarrollo de tecnologías de próxima generación para que éstas trabajen a “favor y no en contra de nuestras democracias y de nuestra seguridad”.

Curiosa propuesta de la administración Biden. En lo que respecta a América Latina y el Caribe, incluye proyectos como la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas”, que la asemejan a la vetusta “Alianza para el Progreso”, pero -obviamente- hay diferencias fundamentales también. Hoy, los EE.UU. es comparativa y relativamente menos poderoso política y económicamente, y es desafiado por Rusia en el Este de Europa y en su propio entorno por China, que -incluso- lo desafía militarmente en el sudeste de Asia. Con la Alianza para el Progreso se intentaba desviarnos del camino de la Revolución Cubana y de la propuesta del Che Guevara en Bolivia. Ahora, los EE.UU. enfrenta desafíos diferentes y posiblemente mayores, en términos políticos, militares y económicos y -sin duda- necesita el respaldo de todos sus posibles aliados y/o “asociados”. De hecho, la presentación de Jake Sullivan, deja en claro que los Estados Unidos busca contener la expansión geopolítica, económica y militar de China. Destaca, sin embargo, que la interacción económica entre ambas naciones continúa aumentando y que no se busca  la interrupción del intercambio comercial, ni la confrontación o el conflicto, No obstante, se requeriría que China se adhiera al cumplimiento de ciertos principios básicos, como la competencia comercial leal, y a la necesidad de trabajar juntos en desafíos globales actuales, aceptando -por cierto- que EE.UU. protegerá el acceso indiscriminado o no negociado, a tecnologías consideradas de carácter estratégico.

¿Cómo responderemos al dilema que nos plantea, por una parte, la cercanía económico – comercial que mantenemos con China y, por la otra, la política de relaciones económicas internacionales presentada por Jake Sullivan? La Cancillería ya guardó silencio cuando el embajador Niu Qingbao “corrigió” el embajador de Chile en EE.UU., cuando el último -en referencia al litio- hizo una distinción entre “socios estratégicos” y los “socios comerciales”. Nos están “rayando la cancha” por ambos lados y debemos decidir -pronto-cómo gerenciar nuestra intensa relación con China y, al mismo tiempo, responder al llamado de respaldo de EE.UU., preguntándonos qué aspectos -en ambos casos- son de real interés nacional de Chile. De hecho, cada una de las fases mencionadas por Jake Sullivan tiene diferentes impactos y efectos en la relación con los EE.UU. y en nuestra inserción económica global. ¿Qué estamos dispuestos a ceder o -incluso- ganar, en nuestra soberanía?

En mi columna anterior adelanté que -por ahora- la política de relaciones económicas internacionales de los EE.UU., no estaría “dando el ancho”. No obstante, concuerdo con el escenario descrito por Jake Sullivan acerca del efecto negativo que han tenido las políticas neoliberales y la desregulación desmedida del mercado en las democracias y en su inclusividad, y la exagerada priorización de la acción del mercado por sobre la participación activa del Estado. Comparto especialmente, los comentarios acerca de la liberalización comercial como un fin en sí mismo, sin importar las consecuencias socioeconómicas y el abandono de las propuestas de estrategias industriales. Pero esto no es suficiente. Una política de relaciones económicas internacionales que busca sumar apoyo y aliados en América Latina, deberá aportar suficientes recursos para abordar en profundidad las necesidades de la región, así como implementar propuestas concretas que permitan modificar la base productiva de la región, tener la musculatura institucional para llevarlos adelante y para dar respuesta a las múltiples demandas sociales. Quedo con la impresión de que la propuesta estadounidense llega tarde y sin el financiamiento que puede ofrecer China que -siendo muy criticado- parece “mantener a flote” a muchas naciones. La estrategia planteada por Sullivan indica -claramente- en su cuarta fase que la etapa consiste en movilizar miles de billones de dólares hacia las economías emergentes, capital que sería “… posibilitado por formas variadas de la diplomacia estadounidense” ¡Posibilitado por su “diplomacia”! Estados Unidos ya no tiene la “pechuga” económica para -valga la redundancia- “apechugar” y aportar recurso de sus propias arcas, para “tentar” a los países de la Región y distanciarlos de China y de la Ruta de la Seda. En este aspecto, la propuesta -claramente- “no está dando el ancho”.

Hoy, más que nunca, los Estados Unidos necesita sumar fuerzas para proteger sus intereses geopolíticos y económicos, y para ello está “desplegando” su diplomacia, y persuade y/o presiona en todos los frentes. Según Jake Sullivan, la política internacional propone “agilizar” la actividad del Banco Mundial y de bancos multilaterales de desarrollo a fin de movilizar recursos a las economías emergentes (lo mencionado más arriba). Pero no se quedan ahí y -entre varias otras- informa que trabajan y coordinan “iniciativasen la producción industrial y de semiconductores con Corea, Japón, Taiwán, India y Europa. Se menciona también, la “Partnership for Global Infrastructure and Investment” que se supone movilizará billones de dólares para el desarrollo de infraestructura física y digital en países de ingresos medios y bajos. ¿UnBelt and Road Initiative a la estadounidense? ¡Un poco tarde! Y, propone reformar y actualizar el mandato de la OMC para enfrentar de manera efectiva los desafíos comerciales globales actuales.

La tercera fase presentada por Jake Sullivan es la que propone implementar formas” innovativas de cooperación internacional que -se supone- irán más allá de simples acuerdos comerciales tradicionales. En este ámbito, menciona tres iniciativas que ya estarían en marcha: The Global Arrangement on Steel and Aluminum”, iniciada con países europeos y que esperan pueda ser replicada con otros países; la “Indo-Pacific Economic Framework”; y en Latinoamérica y el Caribe, la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas”, que fuera anunciada por Joe Biden en la Cumbre de los Ángeles.

Esta última se demoró en ver la luz, pero da la oportunidad de “recoger el guante”, ser creativos y tomar la iniciativa. Fue inaugurada de manera virtual por el Departamento de Estado, a fines de enero de 2023, con sólo 11 países, además de EE.UU., y sin la participación de Argentina y Brasil. Desconociendo el detalle de lo conversado es difícil ser categórico, pero a partir de los discursos disponibles y Declaración Conjunta acordada por los países participantes, pareciera que no aporta nada nuevo. La presentación de Jake Sullivan -de hecho- pareciera articular con bastante mayor claridad la propuesta estadounidense. Y, en la ocasión, el propio Comunicado de Prensa de la Cancillería “esquivó la jeringa” con habilidad y evita comprometerse ¡Qué pena! Era una buena oportunidad de “cobrarle la palabra” a los EE.UU. y ver hasta dónde están dispuestos a llevar la propuesta de formas innovativas de cooperación internacional”: ellos quieren -o necesitan- desesperadamente el litio y nosotros tenemos una de las mayores reservas del globo y queremos exportarlo, pero debemos industrializarlo. Trabajemos juntos el proyecto para desarrollar la industria. Pero ¿seremos capaces de lograr esa cooperación internacional innovativa que “va más allá del simple intercambio comercial”? Consejero Sullivan ¿contaremos con ud. para responder a este desafío o terminaremos con “carteles” de grandes compradores manejando el mercado? Es lo que ya está haciendo China y que -aparentemente- intenta la Minerals Security Partnership, liderada por los países avanzados. No nos quedemos con esto, estructuremos una contrapropuesta regional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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