En marzo de este año, el ministro de Educación se comprometió a cumplir con los tres ejes del Plan de Reactivación para la educación parvularia. Sin embargo, a la fecha, las medidas del Mineduc para atender a la educación inicial han sido insuficientes, careciendo del énfasis otorgado a las políticas orientadas al nivel escolar. Lo anterior causa preocupación, dada la situación actual: en Chile, el porcentaje de alumnos de prekínder y kínder en condición de inasistencia grave (menor al 85%) se más que duplicó entre 2019 y 2022. Para la educación escolar chilena, la proporción de alumnos con inasistencia grave aumentó en un 35,7% durante el mismo período.
Tres horas y cuarenta minutos bastaron para que el Presidente Gabriel Boric cumpliera con el discurso más largo que ha tenido lugar en el Congreso Nacional en el marco de la Cuenta Pública. El Mandatario pudo dar cuenta de las promesas cumplidas y los ejes a destacar de acá al próximo año. Lo que se puede evidenciar y concluir es que la educación, a diferencia de lo que se esperaba, quedó relegada a un segundo plano.
Y no solo eso. La educación parvularia, piedra angular del desarrollo futuro de los niños y niñas de Chile, no tuvo mención alguna. Esto es difícil de explicar, sobre todo cuando la literatura empírica ha mostrado consistentemente la importancia de asistir a la educación inicial. ¿Qué nos dice la evidencia?
La educación preescolar juega un rol fundamental y positivo en el desarrollo neurológico de los niños. Se trata, entonces, de una herramienta efectiva para la disminución de brechas socioeconómicas por desempeño académico.
Asimismo, parvularia es el nivel educativo con mayores retornos para la sociedad. Estudios realizados en España, Uruguay y en distintas regiones de EE.UU. dan cuenta de que cada dólar invertido en la educación parvularia genera un beneficio social de entre $1,85 y $12,9 dólares, en el largo plazo. Aunque los efectos varían por la duración, contexto y calidad de cada programa, diversas investigaciones en Chile estiman que asistir a la educación preescolar tiene un impacto positivo sobre los puntajes de la prueba Simce de lenguaje y matemática.
Por otro lado, asistir por al menos un año a jardines infantiles reduce las probabilidades de repitencia y abandono escolar entre 4° básico y 4° medio (Cortázar et al., 2019). De estos tres hallazgos de la evidencia, se desprende que la educación parvularia es un recurso muy valioso para abordar los problemas de la actual crisis educativa en el mediano y largo plazo.
En marzo de este año, el ministro de Educación se comprometió a cumplir con los tres ejes del Plan de Reactivación para la educación parvularia. Sin embargo, a la fecha, las medidas del Mineduc para atender a la educación inicial han sido insuficientes, careciendo del énfasis otorgado a las políticas orientadas al nivel escolar. Lo anterior causa preocupación, dada la situación actual: en Chile, el porcentaje de alumnos de prekínder y kínder en condición de inasistencia grave (menor al 85%) se más que duplicó entre 2019 y 2022. Para la educación escolar chilena, la proporción de alumnos con inasistencia grave aumentó en un 35,7% durante el mismo período.
El primer paso para poder avanzar en esta materia debería ser impulsar un proyecto de ley que haga efectiva la obligatoriedad del kínder, establecida en la Constitución y sin un cuerpo legal que la implemente. De ahí en adelante, el camino será largo y complejo, pero mientras antes se comience, el objetivo de un mejor sistema educativo estará más cerca.