Esto es sólo uno de los tantos ejemplos de haber presumido de lo que carece actualmente, a lo cual nos tiene acostumbrada esta coalición de gobierno con sus distintas autoridades. Temáticas como lo que sucede en la Macrozona Sur –donde efectivamente sí se dieron cuenta que existe el terrorismo–, o las votaciones por los retiros de fondos de las AFP dejan sólo una conclusión: por la boca muere el pez.
Al analizar de manera macro una de las virtudes históricas de la ideología de izquierda y con lo que sacaba ventaja a la derecha, era su capacidad de armar un relato y épica seductora, basado en la literatura y el arte como sus cimientos con la que expresaba una superioridad moral en beneficio de todos y todas… ahh y de todes, versus la planilla Excel y el cálculo del costo/beneficio de la derecha.
En sus alocuciones públicas el mismo Presidente Boric, constantemente, realiza cita de diversos libros y autores de modo de sostener ese paradigma ante la opinión pública. Sin embargo, ante la negativa de Chile de asistir como invitado de honor a la Feria del Libro de Frankfurt, esa realidad pasó a ser por lo menos cuestionada. ¿Qué pensarían de esta situación autores como Marx o Engels? representantes de aquella épica izquierda con la que esta generación se identifica y alude. Otro pelo para la sopa es que la Feria de Frankfurt, es el evento en donde saltó a la fama el libro “La Casa de Los Espíritus” de Isabel Allende, por lo tanto, para Chile decir presente, era apostar la inversión al caballo ganador.
El Presidente Boric manifestó que no “pasó por él esta decisión”, argumento para exculparse del desaire que esto propone a nuestra cultura literaria y sus autores, situación preocupante considerando que quienes nos gobiernan recurren constantemente a la cultura de los libros y el arte a la hora de mostrar su superioridad moral, lo que nos lleva a vivir tiempos de hipocresía.
Otro capítulo para sostener esta hipótesis se sumó esta semana, tras el conflicto que sostiene el oficialismo, considerando el conflicto de interés en el que se encuentra inmersa la diputada Catalina Pérez, su ex asesor y ya ex seremi de Vivienda de Antofagasta, Carlos Contreras, y su pareja Daniel Andrade, debido a un millonario convenio de $426 millones para la fundación Democracia Viva, cuyo representante legal es precisamente este último, quien por otro lado trabajaba hasta hace unos días como asesor en la Subsecretaría de Defensa, con lo cual surge otro ejemplo que retrata esta hipocresía.
Ante ello, nos remontamos a las declaraciones –efectuadas con toda honestidad- del ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, en agosto del año pasado, durante una entrevista en la cual, se supone, “iba a pasar piola” debido a que la plataforma utilizada para dicha nota no tenía un alcance mediático-político, cuando manifestó que “nuestra escala de valores y principios dista de la generación que nos antecedió”. En la misma instancia, el ex Segpres dijo además que “tenemos infinitamente menos conflictos de interés que otros que trenzaban entre la política y el dinero”.
Pérez es, además, militante de Revolución Democrática y anterior presidenta del mismo partido de Jackson, por lo que toda esta problemática se ve empañada por el famoso discurso del “estándar moral superior” de esta generación de políticos, quienes se cansaron de mostrarse como los catones de la ética durante los últimos años. Para qué nombrar también lo sucedido con Karina Oliva (Comunes), quien perdió la opción de convertirse en Gobernadora Regional de la Región Metropolitana por eventuales fraudes de subvenciones durante su campaña.
Esto es sólo uno de los tantos ejemplos de haber presumido de lo que carece actualmente, a lo cual nos tiene acostumbrada esta coalición de gobierno con sus distintas autoridades. Temáticas como lo que sucede en la Macrozona Sur –donde efectivamente sí se dieron cuenta que existe el terrorismo–, o las votaciones por los retiros de fondos de las AFP dejan sólo una conclusión: por la boca muere el pez.
Es importante tener en cuenta que hoy en día las redes sociales y su famosa arqueología twittera dan para todo, por lo que se hace necesaria la prudencia a la hora de emitir declaraciones. Quizás el Frente Amplio no creyó que iban a ganar la presidencial pasada, por lo que reproducir declaraciones tribuneras (e irresponsables en algunos casos) les está haciendo un daño tanto en lo político como en lo reputacional.
Vanagloriarse para mostrar a la opinión pública que son una mejor opción que el adversario político, sin tener una trayectoria que te valide para profetizar del tema, es apelar más antes que tarde a una posible inconsecuencia. Los juicios de valor deben considerar que en el mundo virtual hay escondido algún comentario que les puede jugar una mala pasada. La escala de aprendizaje de los que nos gobiernan nos muestra que, más que tener “una escala distinta” a la de la generación que los antecedió, quizás sería mejor guardar silencio, como una forma de realizar una comunicación mucho más efectiva en tiempos donde todo lo que digas será usado en algún momento en tu contra.