Más allá de las frases disgregadas, descuartizadas y analizadas, quizás lo más triste del mensaje sea el tono general. El hecho de que visibilizar ciertos temas solo se pueda entender desde una perspectiva individualista: el tema me interesa porque me afecta, o porque me conviene.
“Si no eres ni gorda ni fleta, ¿por qué te preocupan tanto esos temas? Tal vez eres gorda y fleta y lo disimulas, o te faltan clientes”. Un día cualquiera, esta frase destaca entre los mensajes que recibo. Descontextualizado, a todas luces agresivo, me captura y me deja inmóvil, leyendo y releyendo, esperando que cobre sentido.
Probablemente hagan falta un par de aclaraciones. Dentro de los temas a los que me dedico dentro de la ginecología (hay muchos más, pero no tan polémicos) están el relevar la importancia de las diversidades sexogenéricas y también la erradicación del sesgo de peso en salud, habitualmente conocido como gordofobia.
Otra cosa que tal vez debería aclarar es que, a diferencia de muchas personas que trabajan con cierta exposición a la mirada pública, yo sí me siento afectada. No puedo dejar un mensaje sin responder, ni descartar mentalmente un mensaje que ya leí. El “impermeable” y el “cuero de chancho” de los que he escuchado tantas veces (muchas de ellas como consejos bienintencionados) no son superpoderes que haya logrado desarrollar.
Asumiendo que me afectan, prefiero hacerlas parte de la reflexión, tanto personal como colectiva.
“No eres gorda ni fleta”. Me cuesta analizar esta parte de la frase porque no son palabras que use. Pero la persona que me escribe asume que por lo que ve en mis redes sociales (habitualmente fotos de cara y pocas referencias a mi vida sentimental y familiar) puede deducir mi tamaño corporal, mi identidad de género y mi orientación sexual. Un reduccionismo absoluto en el que se cree sabedor o sabedora de aspectos complejos de mi humanidad completa a través de… fotos.
“Tal vez eres gorda y fleta y lo disimulas”. Le sumamos al reduccionismo anterior la lógica de que el tamaño corporal y la orientación sexual son temas a disimular cuando no cumplen una lógica hegemónica. Sin comentarios. O tal vez uno: el sabedor o sabedora ha crecido en un mundo en que efectivamente son temas negativos, dignos de ser ocultados.
“Te faltan clientes”. Clientes, no pacientes. Eso ya transparenta una visión de la medicina completamente llevada a la transacción económica. Son clientes a los que hay que atraer, engatusar, convencer. No son pacientes con alguna patología que requieren una atención de salud, o personas saludables que se controlan para proteger su salud y ampliar su bienestar. En el contexto específico de salud sexual y reproductiva, tampoco se reconoce la opción de que sean usuarios(as) ejerciendo el derecho de asesorarse para tener una vida sexual placentera y saludable, libre de embarazos no deseados y de infecciones de transmisión sexual.
Más allá de las frases disgregadas, descuartizadas y analizadas, quizás lo más triste del mensaje sea el tono general. El hecho de que visibilizar ciertos temas solo se pueda entender desde una perspectiva individualista: el tema me interesa porque me afecta, o porque me conviene. Bajo esa perspectiva, no podrían existir aliados(as) de ciertas causas. Bajo esa perspectiva, no se podría desarrollar investigación médica sobre la vivencia de salud de diversidades sexogenéricas y tantas otras. Bajo esa perspectiva, se anula una vivencia humana tan básica como es la empatía. Lamentablemente la vida diaria nos muestra que la agresión de esta persona no es algo aislado. Que se sigue tolerando un grado de discriminación y violencia
Por último, con una mínima esperanza de que el autor o la autora de este mensaje me esté leyendo, me gustaría contestarle lo siguiente:
-Hay formas de describir a la gente sin agredir. Cuerpo grande y lesbiana, creo que quisiste decir. No sé cómo descartar de plano que alguna de esas descripciones me incluya.
-Siento que lo que afecte a un ser humano es un problema para la humanidad completa. La discriminación nos compete a todos(as), aunque no nos afecte en forma directa. Distinto es apropiarse de testimonios ajenos, eso no corresponde. Pero ser aliado(a/e) sí. Siempre y de toda causa justa.
-No tengo clientes, tengo pacientes. Si algún día me veo capturada por el sistema y paso a tener clientes, me dedico a otra cosa.
–Tanto enojo en tu interior… Supongo que te han pasado cosas y lo siento mucho. Y acepto ser hoy la depositaria de tu rabia. Abrazo.