Solo un par de temas del Plan y de nuestro Programa de Gobierno deberían ser parte de “nuestra agenda” en la cumbre. Creo que esta es la oportunidad de “meterle el diente” al tema de “Inversión y espíritu e iniciativa empresarial para el desarrollo sustentable” (Tema #8, Mi traducción) que -de inmediato- deberíamos vincularlo a la necesidad de diversificar la matriz productiva, y con ello a la explotación y exportación del litio con valor agregado y -por qué no- del cobre. Esta debería ser una de nuestras preocupaciones principales en esta cumbre. Y la transferencia de tecnologías limpias deberá ser parte integral de esta negociación.
¿Una Cumbre más? Todavía no los sabemos, pero sí sabemos que no nos puede volver a pasar que al Presidente no se le informe con quiénes se está reuniendo. (¿Recuerdan el chasco ocurrido en la Cumbre de Los Ángeles?) o que vuelva “con las manos vacías” en medio de una crisis en Chile, y luego de 10 días de reuniones con jefes de Estado y de Gobierno, y de viaje por Europa. Estamos en un momento crítico de la geopolítica global, en el que -en paralelo- se modifica el paradigma de la globalización, se acentúan las desigualdades regionales y la crisis climática global avanza. Tampoco podemos ignorar que la lucha por el control y la rearticulación de las redes de abastecimiento -en particular de componentes electrónicos y de minerales críticos esenciales- está desatada. Y, los principales jugadores de esta desigual carrera ya pusieron sus cartas sobre la mesa: los EE.UU. con su “Americas Partnership for Economic Prosperity”, incluyendo su intento de reindustrialización y “acuerdos que irán más allá de los simple TLC”, y China con su Segunda Ruta de la Seda, junto a una chauchera llena de dólares y “promesas” de industrialización y de agregar valor a nuestras exportaciones.
¿Qué compromisos le pediremos a la Unión Europea en esta ocasión? Es cierto que UE no ha estado ausente de este proceso, pero -como en el refrán- “obras son amores y no buenas razones”. Hace ya algún tiempo que la UE, junto a consolidarse en Europa, intenta crear nuevos vínculos con otras regiones. De hecho, ya en la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y de la Unión Europea, realizada en Río de Janeiro (28 y 29 de junio de 1999) hubo compromisos para estrechar los lazos económicos y políticos con la Región. En su numeral #1, la Declaración Conjunta destaca que “… Los Jefes de Estado y de Gobierno … hemos decidido promover y desarrollar nuestras relaciones hacia una asociación estratégica birregional, basada en la profunda herencia cultural que nos une y en la riqueza y diversidad de nuestras respectivas expresiones culturales” (Mi énfasis). Pero, la “asociación estratégica birregional” avanza a “pasos de tortuga”, solo “bilateralmente” y con serios traspiés, como el reciente “desacuerdo” en las conversaciones con MERCOSUR, debido a “… exigencias medioambientales relativas a las importaciones del sector agropecuario, uno de los motores económicos de los países que integran Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay” (El País, 4 de julio).
La “Declaración Conjunta” de junio de 1999, incluyó tres ámbitos de acción: político, social y económico. Este último incluyó -entre otros- temas como promoción del multilateralismo comercial; la promoción del desarrollo y diversificación del comercio; la cooperación y la transferencia de conocimientos en la ciencia y tecnología; apoyos a las medianas y pequeñas empresas; desarrollo de infraestructuras eficientes; y la cooperación en temas financieros. Temas que hoy -en nuestro caso- parecen ser recurrentes y parte de nuestra agenda económica. Según la misma Declaración, estos temas serían “promovidos” y “realizados” mediante contactos oficiales a nivel ministerial y de un Grupo de Trabajo Birregional de altos funcionarios. Y estas Cumbres ALC – UE se repitieron en Madrid (mayo de 2002); Guadalajara (mayo de 2004); Viena (mayo de 2006); Lima (mayo de 2008); y para concluir con esta Ronda de conversaciones, se reúnen -una vez más- en Madrid (mayo de 2010). En la ocasión se agregan nuevos compromisos, que intentan -creo- avanzar a una “… nueva etapa en la asociación birregional: la innovación y la tecnología en favor del desarrollo sostenible y de la inclusión social” (VI Cumbre UE-ALC, Declaración de Madrid, mi énfasis). A esa fecha, ya se había agregado una nueva “capa” al enjambre de contactos y reuniones birregionales: la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Lima, mayo de 2008).
Cabe recordar también que, en 2010, en una reunión celebrada en México, países de América Latina y el Caribe deciden aunar esfuerzos al amparo de un solo foro: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Así, la siguiente Ronda de conversaciones entre nuestra Región y la UE se reinició bajo este nuevo formato, las Cumbres UE – CELAC, la primera de las cuales se realizó en Santiago, en enero de 2013. Ésta concluyó con nuevas expresiones de trabajo colaborativo birregional que no difieren significativamente de aquellas expresadas en el marco de las Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe con la Unión Europea. En esta Cumbre, la Declaración destaca haberse reunido para “… renovar y profundizar nuestra Asociación Estratégica en torno al tema Alianza para el Desarrollo Sustentable: Promoción de Inversiones de Calidad Social y Ambiental” (Santiago, enero de 2013; mi énfasis). A su vez, el Plan de Acción 2013 – 2015 (el cual -aparentemente- fue revisado en cumbres posteriores) parece anticiparse a “temas” que hoy se instalan en la “agenda de prioridades” de nuestra administración. El Plan de Acción identifica instrumentos y actividades entre los que destacan promover el desarrollo sostenible (incluyendo temas de cambio climático y de energías verdes); inmigración; el tráfico mundial de la droga; inversiones y el desarrollo sostenible; y seguridad. A la Cumbre CELAC – UE celebrada en Santiago, la siguieron la Cumbre de Bruselas (en junio de 2015); tres Reuniones Ministeriales (Santo Domingo, octubre de 2016; Bruselas, julio de 2018; y Buenos Aires, octubre de 2022) y la llamada Reunión Informal UE-CELAC, en diciembre de 2020 (Berlín) para llegar a la Cumbre UE-CELAC de este julio, en Bruselas. Aparentemente, la UE es la que ha presionado por la realización de esta última.
Iremos. Pero, más allá de resolver la ratificación del Acuerdo Marco Avanzado ¿Qué logros significativos hemos alcanzado en la “relación avanzada” con la UE? Me refiero a “logros materiales concretos”, más allá del tratado comercial y de lograr un estatus que pocos tienen en América Latina. Ciertamente no es malo: tenemos acceso preferente a la UE, que no todos han logrado. Pero ¿Cuánto hemos avanzado en el Plan de Acción? ¿Transfieren tecnología en Chile las empresas europeas? ¿Están invirtiendo con “calidad ambiental y social”? Pareciera que no, y algunos de sus “servicios” son muy pobres. Lo sé. La implementación del Plan lleva tiempo, pero ya lo destaqué arriba: estamos en un momento crítico de la geopolítica global y reordenamiento de las redes de producción y comercial globales. Pero ¿Estamos preparados y coordinados para enfrentar a la UE con propuestas concretas”? Deberíamos suponer que sí. Solo recientemente, el Canciller dijo que el Presidente asistirá a la Cumbre y que ello ha tomado meses de preparación. Tengo confianza en, y respeto al Canciller. Pero también, he destacado que no tenemos prioridades claras en las relaciones económicas internacionales y comerciales, más allá de continuar con la apertura casi indiscriminada de la economía y de las “fronteras” comerciales. Apertura que -debo recordar- no está a “la altura” de varios de los objetivos básicos del programa de esta administración.
¡Que no nos ocurra nuevamente lo de la Cumbre de Los Ángeles! En esa ocasión, no supimos reaccionar a la “Americas Partnership for Economic Prosperity” que anunció Joe Biden y tampoco a los recientes dichos de su Consejero de Seguridad Nacional de “ir más allá de los tratados comerciales tradicionales” y de crear nuevas fórmulas de cooperación internacional. Al parecer, tampoco hemos reaccionado frente a la formación de la “Minerals Security Partnership”, hace ya más de un año. Pero, debo recordar que sí adherimos proactivamente a las actividades generadas en torno a la Segunda Ruta de la Seda, donde los President@s Piñera y Bachelet fueron participantes. Muchos argumentan que un país pequeño como Chile, debe permanecer “neutral”, pero en este momento pareciera que tenemos las preferencias “atadas” al Asia – Pacífico. De hecho, a China más que a Asia o el Pacífico. Históricamente, hemos dejado pasar numerosas oportunidades y las oportunidades perdidas no regresan. Hoy, sin embargo, tenemos la oportunidad de revisar la relación con Europa.
Sospecho que el examen y actualización del Plan de Acción está en el “menú” y -creo- es el momento de ponerle sustancia y concretar las declaraciones de buenas intenciones. Solo un par de temas del Plan y de nuestro Programa de Gobierno deberían ser parte de “nuestra agenda” en la cumbre. Creo que esta es la oportunidad de “meterle el diente” al tema de “Inversión y espíritu e iniciativa empresarial para el desarrollo sustentable” (Tema #8, Mi traducción) que -de inmediato- deberíamos vincularlo a la necesidad de diversificar la matriz productiva, y con ello a la explotación y exportación del litio con valor agregado y -por qué no- del cobre. Esta debería ser una de nuestras preocupaciones principales en esta cumbre. Y la transferencia de tecnologías limpias deberá ser parte integral de esta negociación.
La oportunidad está a nuestro alcance, pues la UE –a través de su Comisión– es parte de la “Minerals Security Partnership” (MSP) además de países fundadores como Alemania, Finlandia, Francia, Italia y Suecia. En esta ocasión veremos hasta dónde la UE está dispuesta a “jugarse” y mostrar que la MSP puede llegar a ser una “nueva forma” de cooperación internacional -como se ha sugerido- o, si esta Alianza será simplemente un “cartel” de importadores. Será interesante ver si los países integrantes de la MSP, además de compradores de minerales críticos, podrán ser fuentes de inversión y generadores de empleo de calidad, si estarán en condiciones de transferir tecnologías limpias, capacitar y de colaborar en la creación y el fortalecimiento de instituciones de esos sectores industriales. Y -no menos importante- hasta dónde estamos dispuestos a empujar nuestro “pliego de peticiones” y -al mismo tiempo- promover un desarrollo sustentable, junto a la diversificación de nuestra base económica.