La presión de países del sur, afectados por la guerra, puede ser importante, pero es dudoso que sea suficiente para conseguir el retiro ruso de territorio ucraniano, que es el punto clave de toda la negociación. Y China se ha rehusado a ejercer una presión real sobre el líder ruso, para terminar la guerra. Habrá que esperar, entonces, estas semanas y próximos 2-3 meses para ver cuánto avanzó la ofensiva ucraniana y si fue capaz o no de cambiar el curso de la guerra. Si no, vamos para un estancamiento largo, lo que parece más complejo para una extenuada pero aún resistente Ucrania, y para el mundo Occidental que la apoya, pero cuyos gobernantes ya están pagando los costos políticos de una guerra que parece no tener fin.
Esta es la gran pregunta que hoy se hacen tanto los gobiernos del mundo como los medios y analistas internacionales. Cuándo y cómo terminará la guerra. Algunos creen que la actual ofensiva ucraniana podría marcar el quiebre del estancamiento actual, pero está por verse. Las tropas ucranianas han hecho avances, pero son lentos, y con un alcance limitado hasta ahora, porque las fuerzas rusas tuvieron meses de preparación para resistir esta ofensiva. Las expectativas de Ucrania son recuperar todos los territorios ocupados, incluyendo Crimea. Putin ha amenazado con que, si esto sucede, podría recurrir al uso de armas nucleares tácticas.
La verdad es que, en buena medida, el líder ruso ya perdió la guerra, si se consideran sus objetivos iniciales y lo que quería evitar. Quiso derrocar al gobierno de Kiev, instalar un gobierno afín y no lo logró. Intentó ocupar todo el territorio de Ucrania, pero sus tropas siguen ahora básicamente en las zonas fronterizas ya ocupadas por milicias financiadas por él, desde 2014. Quiso una OTAN debilitada y dividida y tiene una más fuerte que nunca, y con la incorporación de nuevos miembros, Suecia y Finlandia. Y adicionalmente, la emergencia de este adversario común ha fortalecido la relación Estados Unidos-Unión Europea, vínculos que se habían tensionado y debilitado en los últimos años, hasta que la guerra comenzó.
Sin embargo, nada de esto permite concluir que la guerra pueda terminar pronto. Si Ucrania no hace avances significativos en el campo de batalla, el estancamiento puede prolongarse, y hay analistas que estiman que Putin cree que el paso del tiempo lo favorece, porque el clima de guerra lo fortalece internamente y porque espera un eventual desgaste del apoyo europeo a Ucrania, así como también apuesta por una vuelta de Trump al poder en Estados Unidos, con quien ha mantenido una óptima y cómplice relación. De aquí que Ucrania ha reclamado más apoyo militar de Estados Unidos y la OTAN, para un avance decisivo en estos meses de verano y otoño, porque en el invierno ya será menos viable. Los países de Occidente, por otra parte, esperan que Ucrania se imponga en este conflicto, pero les preocupa un escalamiento fuera de control, con un Putin al cual ven como alguien crecientemente errático.
Por otra parte, países africanos y árabes intentan una mediación que no se ve fácil y viable por ahora. Hace pocos días hubo una cumbre África-Rusia en Moscú, y estos días habrá una reunión en Arabia Saudita, que busca jugar un rol mediador. En lo esencial, estos países proponen un alto al fuego, inicio de negociaciones para ver los términos de un retiro de las fuerzas rusas de los zonas ocupadas y una garantía de Ucrania de no ingreso a la OTAN. No se especifica si se incluye a Crimea, pero es probable que eso quede congelado por ahora. En resumen, volver a un escenario ex ante, con alguna garantía o acuerdo de no agresión.
El tema es que incentivos hay para que las partes acepten hoy un acuerdo de esta naturaleza y donde, si no hay un claro perdedor en el campo de batalla, ambas partes deberán hacer concesiones, que probablemente no consideran aceptables, ahora. De la parte ucraniana, el objetivo en estos momentos es hacer un avance más significativo en el campo de batalla y, así, llegar en una posición más fuerte al momento de alguna negociación. Putin, por otra parte, deberá salir con algo, porque no puede terminar con las manos vacías ante su propia opinión pública. Lo complejo además, en todo este proceso, es que, a diferencia de la antigua Unión Soviética, donde había un colectivo que dirigía el país (el Politburó del Partido Comunista), ahora Rusia es básicamente una autocracia dirigida por un solo hombre, y rodeado de incondicionales que no le dicen la realidad de lo sucedido en el terreno de batalla.
Por otro lado, la presión de países del sur, afectados por la guerra, puede ser importante, pero es dudoso que sea suficiente para conseguir el retiro ruso de territorio ucraniano, que es el punto clave de toda la negociación. Y China se ha rehusado a ejercer una presión real sobre el líder ruso, para terminar la guerra. Habrá que esperar, entonces, estas semanas y próximos 2-3 meses para ver cuánto avanzó la ofensiva ucraniana, y si fue capaz o no de cambiar el curso de la guerra. Si no, vamos para un estancamiento largo, lo que parece más complejo para una extenuada pero aún resistente Ucrania, y para el mundo Occidental que la apoya, pero cuyos gobernantes ya están pagando los costos políticos de una guerra que parece no tener fin.
Putin, por su parte, aunque debilitado después del levantamiento en su contra, puede sin embargo, por ahora, seguir apostando a este desgaste, a menos que grupos de poder en las sombras y descontentos con sus decisiones busquen sacarlo del cargo. Algunos creen que es cosa de tiempo nomás. Está por verse. Pero por ahora lo más probable es que habrá guerra por un tiempo más, hasta que algo decisivo cambie la actual ecuación. Difícil pronóstico, pero que no puede concluir en la aceptación de la ocupación ilegal rusa, pues sentaría un grave precedente para todo el Orden Internacional existente, uno de cuyos pilares es el reconocimiento e inviolabilidad de las fronteras existentes entre los Estados. Este debe ser el piso mínimo de cualquier acuerdo de paz. Veremos.