Este edificio, cuya autorización de construcción nunca debió ser aceptada por los organismos competentes, colinda con el santuario dunar que ha sido sometido a una intensa urbanización, lo que impacta en el ecosistema e incide en el aumento de la erosión de las playas. Se trata de un campo dunar único en Chile –dunas colgadas antiguas que descansan sobre una terraza marina–, de alto valor natural, que a pesar de los esfuerzos no ha tenido una protección efectiva.
Producto de un muro de contención que cedió ante las intensas precipitaciones, la noche del martes los residentes del edificio ubicado en calle Costa de Montemar (Reñaca norte, sector Cochoa), en la Región de Valparaíso, fueron evacuados. Este edificio, cuya autorización de construcción nunca debió ser aceptada por los organismos competentes, colinda con el santuario dunar que ha sido sometido a una intensa urbanización, lo que impacta en el ecosistema e incide en el aumento de la erosión de las playas. Se trata de un campo dunar único en Chile –dunas colgadas antiguas que descansan sobre una terraza marina–, de alto valor natural, que a pesar de los esfuerzos no ha tenido una protección efectiva.
Este tipo de construcciones representan un riesgo para un país como Chile en el actual contexto climático, con una elevada tasa de erosión costera, marejadas y aumento del nivel del mar esperado en los próximos años. Debemos considerar que precisamente estos ecosistemas –las dunas, así como las playas y los humedales– conforman una barrera de contención contra eventos extremos. Recordemos que los desastres no son naturales, sino producto de construir en zonas de riesgo.
Pese a que nuestro país se ve enfrentando de forma periódica a fenómenos como estos, incluyendo la probabilidad de terremotos y tsunamis que golpean a las costas, en las últimas décadas hemos experimentado una peligrosa explosión inmobiliaria. En el caso de la comuna de Concón, por ejemplo, nuestras investigaciones son poco alentadoras.
En 2020 lideramos un artículo científico que utilizó un índice de sustentabilidad para evaluar la situación de la bahía de Concón y sus dunas. Los resultados evidencian que el 89,7% del total del área de estudio presenta niveles bajos o moderados de sustentabilidad, mientras que solo un 10,7% se encuentra en buena salud, lo que corresponde a playas, humedales y campos dunares que no han sido fuertemente intervenidos (dunas de Ritoque). Nuestro estudio concluye que son las playas y las dunas las más amenazadas por la presión de proyectos inmobiliarios y actividades económicas.
Hoy la evidencia científica sugiere la urgente necesidad de contar con un manejo integrado de áreas litorales, que pueda considerar los impactos de todas estas actividades y salvaguardar ecosistemas costeros que son clave para protegernos frente a eventos naturales extremos, como los últimos sistemas frontales, pero también ante otros fenómenos recurrentes, como terremotos y tsunamis.
Todas estas condiciones hacen indispensable contar con un nuevo ordenamiento territorial acorde a los fenómenos que vivimos, cuyos efectos, según la evidencia científica, se incrementarán en los próximos años. Sin embargo, aún esperamos la aprobación de una Ley de Costas que haga posible un ordenamiento territorial específico y una gestión integrada de áreas costeras, la cual se encuentra desde el año pasado como moción en el Parlamento.
Pese a todos estos adversos escenarios, pese a toda la evidencia científica que hemos generado, hoy se insiste en fomentar la inversión en zonas costeras: aún sigue en discusión el proyecto de Ley sobre Administración del Borde Costero y Concesiones Marítimas, ingresado en julio de 2012 por el Gobierno de Sebastián Piñera (Boletín 8467-12). Este busca fomentar la inversión inmobiliaria en las zonas costeras –incluidos ríos y lagos navegables–, lo que representa un retroceso para la preservación de los ecosistemas costeros y un riesgo, considerando la necesidad de adaptación a fenómenos climáticos que se harán más intensos en el futuro debido al cambio climático global.