La última temporada de incendios que asoló a la Región del Biobío nos costó la vida de 16 personas, consumiendo más de 200 mil hectáreas, destruyendo 1.785 viviendas, 13 escuelas y un centro de salud.
A medida que se acerca el verano, también se cierne sobre nosotros la constante amenaza de los incendios forestales, que no solo ponen en peligro nuestras vidas, hogares y biodiversidad, sino que también dejan cicatrices profundas en nuestro entorno. En mi presentación en Erede 2023 enfaticé la necesidad de un esfuerzo colectivo, de una colaboración armoniosa entre los sectores público y privado, y de la plena utilización de las competencias regionales para prevenir y combatir los incendios. Ignorar este llamado no es una alternativa viable, dado que la amenaza es innegable, y abordarla demanda un cambio de paradigma que involucre a todos los estratos de la sociedad.
En la lucha contra los incendios todos desempeñamos un papel esencial. Este problema no concierne exclusivamente a las esferas gubernamentales, empresariales o comunitarias; es un desafío que nos afecta a todos. La pasividad y la negligencia acarrean un alto precio, tanto en vidas humanas como en el legado que dejamos a las futuras generaciones.
La última temporada de incendios que asoló a la Región del Biobío nos costó la vida de 16 personas, consumiendo más de 200 mil hectáreas, destruyendo 1.785 viviendas, 13 escuelas y un centro de salud. Estas cifras desgarradoras deben influir constantemente en la toma de decisiones. En lugar de esperar a declarar un estado de sitio, debemos patrullar y controlar los mismos puntos que se vieron afectados por los incendios de 2023 cada vez que las señales de alerta, como las proporcionadas por AccuWeather, o las alertas 70/40/10, nos adviertan de condiciones críticas de fuertes vientos, altas temperaturas y bajos niveles de humedad.
La colaboración es la piedra angular para atenuar esta amenaza. Hemos trabajado incansablemente en la unificación de esfuerzos entre diversos actores, tales como la Corporación Nacional Forestal (Conaf), los bomberos, el Gobierno Regional y otras instituciones. No obstante, es esencial que el sector empresarial también participe de manera proactiva. Su apoyo en la prevención de incendios y en la respuesta a emergencias puede marcar una diferencia significativa, con soluciones como establecer canales de comunicación directa con la comunidad, como un número de teléfono (Fono 800) para reportar alertas y reclamaciones. Esto facilitará una respuesta más eficaz en caso de emergencia.
Las municipalidades también desempeñan un papel crucial en la prevención y deben reforzar su liderazgo en la protección de sus comunidades. Asimismo, el Ministerio Público puede iniciar investigaciones sobre los incendios en el momento en que ocurren, en lugar de esperar meses, cuando el lugar del suceso ya está alterado, logrando así identificar responsabilidades y prevenir futuros incidentes.
La lucha contra los incendios de verano es una tarea que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad. La prevención, la preparación y la respuesta eficiente solo son factibles cuando trabajamos juntos, cuando todas las partes se comprometen y asumen su responsabilidad. El costo de no hacerlo es demasiado alto.