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Milton Friedman y el triunfo de Milei Opinión

Milton Friedman y el triunfo de Milei

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Pablo Paniagua y Lucas Ramírez
Por : Pablo Paniagua y Lucas Ramírez Profesor investigador Faro UDD y asistente de investigación, Fundación para el Progreso, respectivamente.
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Todos estos fenómenos de degradación económica se han visto acelerados desde la pandemia y la crisis mundial asociada, que ha arrastrado al país vecino a una situación crítica post-2020.


Argentina acaba de experimentar uno de los cambios políticos más significativos de su historia, pasando de un gobierno de corte estatista y asistencialista a uno de ideología libertaria del “Estado mínimo”, al elegir a Javier Milei como nuevo presidente. Bien podría decirse que la elección de Milei es un terremoto político a nivel global, ya que es la primera vez en la historia de las democracias modernas que un “libertario” llega a la presidencia de un país. En este sentido, el triunfo de Milei es incluso más significativo que las victorias de Ronald Reagan en 1981 y de Margaret Thatcher en 1979. ¿Cómo logró Javier Milei triunfar en un país basado en el asistencialismo y el rent-seeking estatal?

Algunos analistas, siguiendo la tesis del marxista Antonio Gramsci (ver Paniagua, 2022) han enarbolado la tesis de que el triunfo de Milei se debe realmente a “la victoria de la batalla cultural” por parte del liberalismo y del “libertarianismo” contra el intervencionismo y asistencialismo estatal. Se ha sostenido que su triunfo sería el resultado de un cambio cultural o de mentalidad, en amplios sectores de las generaciones jóvenes que supuestamente abrazarían, casi como una nueva fe secular, las ideas de la libertad. Sin embargo, no es del todo claro que dicha tesis sea sostenible, dada la evidencia, y esto no queda tan claro a la luz de la teoría del cambio político del Premio Nobel de Economía Milton Friedman.

Por de pronto, Javier Milei, quien antes era un desconocido profesor de economía e incipiente conferencista público, saltó a la fama en la televisión de su país en el 2016-2017, al ser invitado para analizar el complicado estado de la economía argentina de la época. Su estilo confrontacional, que bordea el populismo, mezclado con gritos e histrionismo, pasó a ser su marca personal, transformándose en uno de los favoritos de los paneles de discusión en medios argentinos.

De ahí en adelante, Milei se transformó en un rock star de las redes sociales y de la televisión argentina, teniendo incluso su propio programa televisivo. Si bien la batalla cultural y educacional y las transformaciones mentales-ideológicas son cruciales para generar cambios políticos y económicos de largo plazo (North, 2005; Czeglédi, et al., 2021), resulta difícil creer que tener solo cinco años de carrera televisiva y millones de seguidores en Twitter e Instagram sea condición suficiente para generar un serio cambio de mentalidad en un país como Argentina.

De hecho, el más reciente ranking “Índice global de la mentalidad económica” (GIEM), que mide cómo los ciudadanos reaccionan y piensan sobre los mercados y el Gobierno, capturando así el “apoyo cultural” y popular hacia la libertad económica y las instituciones pro mercado (Paniagua, 2021), señala que Argentina en el 2021 era apenas número 64 (de 100) en tener una cultura “pro mercado”. Así, la evidencia y los largos tiempos de los procesos culturales entonces no parecieran sustentar la tesis de que el triunfo de Milei refleje un verdadero cambio cultural.

Segundo, debemos recordar que actualmente y, a diferencia de la última década, Argentina realmente se encuentra en el borde del precipicio económico y ante una de las peores crisis del siglo, situándose como uno de los países con el mayor índice de miseria económica de Sudamérica, solo superado por Venezuela.

La situación se agrava con casi la mitad de la población bajo la línea de la pobreza y una inflación galopante que crece de manera exponencial y que está hoy al borde de la hiperinflación. Todos estos fenómenos de degradación económica se han visto acelerados desde la pandemia y la crisis mundial asociada, que ha arrastrado al país vecino a una situación crítica post-2020. Por lo demás, el hecho de que el candidato alternativo fuese el actual ministro de Economía, que ha contribuido a crear el actual caos, también ayudó a Milei, mucho más que un supuesto cambio cultural.

Con todo, el contexto económico y la coyuntura entonces son de suma importancia para hacer que ciertas ideas pro mercado, que antes eran consideradas como “extremas” o “alocadas”, se hagan de repente atractivas de cara a una profunda crisis. Como lo diría Milton Friedman:

“Solo una crisis –real o percibida– produce un cambio real. Cuando esa crisis ocurre, las acciones que se toman dependen de las ideas que están por ahí. Esa, creo, es nuestra función básica [como intelectuales]: desarrollar ideas alternativas a las políticas existentes, mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en lo políticamente inevitable”.

Esto es precisamente lo que pareciera haber ocurrido en Argentina hoy y es algo muy parecido a lo que ocurrió en Chile durante finales de la década de los 70. En Chile no hubo un cambio cultural, ni tampoco hubo un cambio de mentalidad generalizado. Lo que ocurrió realmente es que había una profunda crisis económica, debido a un sistema socialista que había aniquilado la economía y se necesitaban ideas alternativas frescas que habían sido mantenidas vivas y disponibles por luminarias de la economía, como Gary Becker, Milton Friedman y George Stigler, en sus cátedras y publicaciones (Stigler, 1980).

Ante la crisis de Chile en 1973, las ideas pro mercado de la Escuela de Chicago andaban presentes por ahí en la academia, en las universidades, en las revistas, en los pasillos de Washington, y en los alumnos chilenos en Chicago. De ahí, dichas ideas se convirtieron en políticamente inevitables para Chile, dado el estado de descalabro de nuestra economía en la época. La historia no se repite, pero rima bastante para nuestros países unidos por la cordillera.

En síntesis, si bien la batalla cultural, educacional y generacional (a nivel ideológico) es fundamental a la hora de determinar el éxito o fracaso de largo plazo de las naciones –basta con ver a Chile desde las revoluciones estudiantiles del 2010 hasta la fecha–, tanto en el caso de nuestro país como en Argentina pareciera ser que el verdadero catalizador del cambio no ha sido una transformación cultural, sino que la tesis de Friedman respecto a cómo las crisis económicas son la oportunidad perfecta para que las ideas “extravagantes” de los economistas pro mercado pasen de los libros a la realidad, ideas “alocadas” que buscan promover el progreso a través de la liberalización económica, la privatización de empresas estatales, la liberalización de los precios, y una moneda estable. Ideas “locas” que hicieron a Chile un país próspero y que esperemos que hagan lo mismo con nuestros hermanos argentinos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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