El aumento de campamentos, las condiciones precarias de vivienda y la falta de servicios básicos son síntomas de un problema mayor: una economía estancada que no puede ofrecer oportunidades para todos.
Coronel se encuentra sumido en días oscuros tras la trágica pérdida de 14 vidas, incluyendo a ocho menores de edad, en el devastador incendio que consumió un asentamiento precario en el sector Cerro Obligado. Mientras el país lamenta esta dolorosa tragedia, es imperativo reflexionar sobre las raíces profundas de este suceso, destacando la falta de crecimiento económico como un factor determinante.
Durante la administración del presidente Ricardo Lagos Chile experimentó notables avances en la erradicación de campamentos. En aquel entonces, el país experimentaba un sólido crecimiento económico, con un promedio anual del 4.1% en el PIB per cápita entre 1991 y 2005, superando significativamente la media mundial durante ese período. Sin embargo, desde entonces el crecimiento ha sido esquivo y las consecuencias de esta carencia se manifiestan ahora en la pérdida de vidas humanas.
Un artículo reciente del prestigioso diario español El País titulado “Volver a crecer: el desafío pendiente de Chile tras una década de estancamiento” destaca la preocupante realidad económica. En los últimos diez años, la economía chilena ha experimentado un estancamiento, con un crecimiento promedio del 1.9% al año entre 2014 y 2023, muy por debajo del promedio del 4.8% registrado entre 2004 y 2014. Este estancamiento, sumado a eventos como el estallido social de 2019 y la pandemia, ha dejado al descubierto la insuficiencia de un crecimiento económico que una vez nos encaminó hacia el desarrollo.
Coronel no es una excepción, sino un reflejo de la realidad que se extiende por muchos lugares en Chile, con un aumento alarmante de campamentos. Según el último catastro actualizado del Ministerio de Vivienda hasta marzo de 2022, existen 1.091 campamentos en el país, afectando a cerca de 650.000 familias en una crisis habitacional. Solo en el Biobío, en esa fecha había 7.122 familias en campamentos.
Es crucial recordar que, en 2012, el gobierno expresó su intención de erradicar todos los campamentos del país para 2015. En esa época, un total de 83.863 personas, según un catastro realizado en 2011, vivían en 657 asentamientos irregulares, la mayoría instalados en zonas urbanas, carentes de servicios básicos. Sin embargo, la falta de crecimiento económico se manifiesta en la persistente escasez de viviendas dignas y las interminables listas de espera en hospitales. El caso de Coronel es una consecuencia directa de la falta de progreso que ha llevado al aumento de la construcción de viviendas en campamentos.
Según datos del Banco Mundial, entre 2004 y 2013, Chile experimentó un crecimiento económico notable, acercándose a los países desarrollados y cerrando la brecha de riqueza cada año. Sin embargo, entre 2014 y 2023, lo que los economistas denominan “la década perdida”, la creación de empleo se redujo a menos de la mitad del promedio anterior, y el salario real creció a un ritmo significativamente más lento. El país necesita volver a crecer.
Este declive económico se traduce en una sociedad que ha perdido su capacidad para crear oportunidades laborales y mejorar las condiciones de vida. El aumento de campamentos, las condiciones precarias de vivienda y la falta de servicios básicos son síntomas de un problema mayor: una economía estancada que no puede ofrecer oportunidades para todos.
Es imperativo que, como sociedad, exijamos un compromiso real con el crecimiento sostenible y la equidad. La tragedia de Coronel no debe ser simplemente una estadística más; es un llamado de atención para cambiar el rumbo y construir un país donde todos tengan un hogar digno y seguro.
Necesitamos un enfoque integral que aborde las causas profundas de la falta de vivienda y servicios y eso comienza con el compromiso de impulsar el crecimiento económico. No es solo una cuestión de números: es una cuestión de vidas humanas y dignidad. La tragedia de Coronel debe ser un llamado de atención para cambiar el rumbo y construir un país donde todos tengan un hogar digno y seguro.