Así como en su momento el medio futbolístico fustigaba a U. Católica por no lograr tener éxitos en el ámbito internacional, siendo un equipo que a nivel local dominaba, hoy es el turno de los colocolinos, que no ven en su escuadra herramientas para lograr el mínimo: avanzar de fase.
El 2023 fue un año de fracasos en Colo Colo. Claro, más del alguno dirá “pero se ganó la Copa Chile”. Sin embargo, ese es un premio de consuelo para un equipo que siempre, por historia y obligación, debe luchar el torneo y tener alma competitiva en los torneos internacionales.
Si bien la no renovación de Gustavo Quinteros ha generado controversias e inconvenientes, da la sensación de que el ciclo del argentino a cargo del equipo más importante de Chile había llegado a su fin. Mucha responsabilidad recae en él, claro que sí, pero también en la dirigencia de Blanco y Negro, desde que los bloques fuertes (Vial y Mossa) se enfrentan por el control del equipo, y es precisamente el equipo el que siente de alguna forma esta lucha interna.
Hoy, enfrentados a la compleja misión de encontrar un nuevo cuerpo técnico, donde algunos de los posibles candidatos se han bajado o no han mostrado interés, las opciones se van acotando, para tratar de tener un adiestrador que pueda devolver a los albos al primer plano.
Así como en su momento el medio futbolístico fustigaba a U. Católica por no lograr tener éxitos en el ámbito internacional, siendo un equipo que a nivel local dominaba, hoy es el turno de los colocolinos, que no ven en su escuadra herramientas para lograr el mínimo: avanzar de fase.
El 2023, Colo Colo contrató mal y si repasamos la cantidad de jugadores que llegaron con la promesa de transformarse en jugadores claves, salvo Fernando de Paul y Carlos Palacios, el resto naufragó en lesiones y bajas actuaciones, error compartido por todos en Macul, pero, claro, después vienen las recriminaciones de un lado a otro. Sin embargo, se olvidan de lo más importante y que hace precisamente de Colo Colo el equipo que es: su gente e hinchas. Ellos sufren por ver al equipo sin protagonismo.
Por eso, los albos necesitan de forma urgente una reestructuración, pero a todo nivel. No solo del plantel: cambiar los egoísmos de los bloques dominantes en la mesa, entregarle más potestad a la gerencia técnica y buscar jugadores calados. No se requiere traer cinco o seis jugadores que a la postre serán banca o no citados, más aún si son extranjeros. Se debe confiar en la cantera, porque Colo Colo tiene ese potencial.
Hoy, la urgencia amerita un cuerpo técnico ganador y con expectativas de seguir potenciando jugadores de casa. Buscar dos o tres piezas de fuste, que le entreguen ese peso al plantel y que aporten en el crecimiento de los más jóvenes.
Si no validan la reestructuración desde lo más profundo, grandes cambios no habrá.