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La renuncia del general Yáñez Opinión Sebastián Beltrán/AgenciaUno

La renuncia del general Yáñez

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Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Para Carabineros, independientemente de que sea una organización jerárquica, disciplinada y obediente, la renuncia de su general director no será indiferente, y esto le puede costar caro al combate de la delincuencia y del crimen organizado, hoy por hoy los mayores problemas que tenemos en Chile.


La lógica indica que, independientemente del motivo de fondo, el general Yáñez debe renunciar a la dirección general de Carabineros si es que su permanencia genera un conflicto entre el Ejecutivo y un organismo autónomo del Estado, como es el Ministerio Público. Asumiendo que el Presidente de la República apoya al general director, las cosas hoy no están para tener conflictos entre dos de las principales autoridades en lo que a seguridad pública se refiere.

No hay que confundirse con el Ministerio Público. No es un poder independiente del Estado, solo es un organismo autónomo que tiene como función “dirigir la investigación de los delitos, llevar a los imputados a los tribunales, si corresponde, y dar protección a víctimas y testigos”. No genera fallos judiciales y claramente se puede equivocar y, lo que, es más importante: por un tema de capacidades no persigue todos los delitos, solo selecciona los más importantes o los casos en que es obvio que tiene que actuar.

Al igual que en las películas americanas, el Ministerio Público tiene mucho de política y es normal que su labor sea aplaudida por algunos y criticada por otros. Solo hay un gran jefe, el Fiscal Nacional, al cual no siempre los fiscales regionales le hacen caso y escapadas de libreto como las de los fiscales Chong y Armendáriz son habituales.

Lamentablemente, al ser autónomos son poco dados a la crítica, y a la mejora de sus procesos y procedimientos. La decisión de los fiscales Chong y Armendáriz de imputar al general Yáñez una conducta criminal por ser responsable de las acciones de los carabineros durante el estallido social y, por ende, imputarlo como a un delincuente cualquiera es algo que a muchos no hace lógica.

Carabineros enfrentó el estallido social con los recursos humanos y materiales que tenía, con procedimientos más bien preparados para la prevención de delitos, la persecución de criminales y desórdenes callejeros de tamaño medio. No estaban preparados, y me parece que nadie lo estaba, para enfrentar un estallido social que mezcla reclamos sociales genuinos acompañados de las acciones de criminales y delincuentes de la peor calaña que solo se dedicaron a destruir y robar.

No nos confundamos, los carabineros cumplieron las órdenes del Ministerio del Interior y del Presidente de la República. No se mandaron solos. Salieron a restablecer el orden y la seguridad pública que se habían perdido. Como cualquier organización humana pueden y deben haber cometido errores, pero de ahí a calificar a sus mandos como criminales hay mucha distancia y es por eso que echo de menos la posición del Fiscal Nacional en esta materia, o de las autoridades políticas de la época, asumiendo su responsabilidad por las acciones de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública.

Una cosa es que renuncie el general Yáñez y sea reemplazado por uno de los muchos otros buenos generales que tiene Carabineros de Chile, pero otra muy distinta es que el Gobierno, el Ministerio Público, los políticos y los chilenos en general esperen que al día siguiente Carabineros de Chile esté al pie del cañón como si aquí no hubiese pasado nada.

Para Carabineros, independientemente de que sea una organización jerárquica, disciplinada y obediente, la renuncia de su general director no será indiferente, y esto le puede costar caro al combate de la delincuencia y del crimen organizado, hoy por hoy los mayores problemas que tenemos en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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