Es importante empoderar a las mujeres, sin duda, pero ¿no tendría un impacto significativo también si se pusiera el foco en educar a los hombres?
En países como Uganda y Bangladesh, es una práctica arraigada que los padres paguen a hombres para que contraigan matrimonio con sus hijas. En el contexto específico de Bangladesh, este pago disminuye mientras más jóvenes sean las niñas. Este sistema crea un fuerte incentivo económico para casar a sus hijas a temprana edad, una realidad destacada por Linda Scott, una académica estadounidense experta en desarrollo económico de las mujeres, y autora del libro The Double X Economy (2020). La deserción escolar de las niñas se ve afectada por diversos factores, entre ellos, la falta de acceso a toallas higiénicas durante la menarquia, lo que lleva a la suposición errónea de que las niñas están listas para el matrimonio, perpetuando así el problema del matrimonio infantil.
Además, Linda Scott también sostiene que investigadoras e investigadores que llevan a cabo estudios en distintos países africanos han recibido testimonios de madres jóvenes confesando que desearían que sus hijas permanecieran más tiempo en las escuelas. Sin embargo, a pesar de los anhelos de estas jóvenes madres, en estos países son los hombres quienes toman las decisiones familiares.
En Chile también es común que los hombres tomen la totalidad o la mayoría de las decisiones de toda índole en el seno de la familia. Si bien no se llega al nivel de Uganda o Bangladesh descrito más arriba, no podemos ignorar este hecho. Es importante empoderar a las mujeres, sin duda, pero ¿no tendría un impacto significativo también si se pusiera el foco en educar a los hombres?
Esta reflexión surgió mientras leía este libro de Linda Scott y me lleva a plantear una idea de la que estoy convencida: los hombres feministas deben asumir un papel más activo en la promoción de la equidad de género. Principalmente aquellos con mayores privilegios, que tienen, por lo tanto, más poder. Ciertamente existe un riesgo que deben asumir al desafiar las normas establecidas y abogar por la equidad de género, pero este sería potencialmente menor producto de sus propios privilegios.
¿Por qué es crucial que los hombres saquen la voz? Porque aquellos que se oponen a la equidad de género, de los que hay muchos, indudablemente harán oídos sordos a mujeres que intentan concientizarlos sobre los derechos de las mujeres, pero es más probable que sí escuchen a otro hombre. Sé que algunas feministas pueden estar en desacuerdo con lo que planteo, argumentando que no tenemos por qué educar a los hombres. Pero no comparto esa opinión. Me parece indispensable educar, dialogando, contrastando argumentos, discutiendo con respeto y constructivamente con toda aquella persona, independiente de su género, que comparta el mismo objetivo: la construcción de una sociedad más justa y equitativa.