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Las grandes excepcionalidades de Sebastián Piñera Echenique Opinión Marcelo Segura/AgenciaUno

Las grandes excepcionalidades de Sebastián Piñera Echenique

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Marta Lagos
Por : Marta Lagos Encuestadora, directora de Latinobarómetro y de MORI Chile.
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Era un demócrata como pocos en la derecha, lo que constituye una excepcionalidad. Nunca fue pinochetista. Votó por el No en 1988. Famosa ha quedado su frase, para la conmemoración de los 40 años del golpe, acerca de los “cómplices pasivos”.


Si hay una palabra que permite describir a Sebastián Piñera es “excepcionalidad”. La primera excepcionalidad es que ha sido el único político de derecha capaz de reunir a todo ese sector para alcanzar la Presidencia desde la reinauguración de la democracia en 1990. Fue el primer Presidente de derecha desde Jorge Alessandri, en más de 50 años.

La segunda excepcionalidad es que en 2010 Sebastián Piñera produjo la primera alternancia en el poder después de la vuelta a la democracia. Y confirmando, con ello, una etapa muy importante en el proceso de consolidación de la democracia: técnicamente el fin de la transición.

La tercera excepcionalidad es que viene desde fuera de la derecha. Sus dos períodos muestran que su liderazgo no tiene sucesión. Su partida repentina, por tanto, deja un vacío. Más que nunca, le sobrarán a la derecha razones para ir, ahora, separada.

En cuarto lugar, le tocó entregar la banda presidencial dos veces a la oposición, al igual que Michelle Bachelet. Son los dos únicos casos, en la historia de las presidencias de América Latina, de las democracias de la Tercera Ola. Ello, sin abordar el tema de que hace cinco presidencias que el incumbente sufre una derrota y le entrega la banda presidencial al opositor.

En quinto lugar, era un demócrata como pocos en la derecha, lo que constituye una excepcionalidad. Nunca fue pinochetista. Votó por el No en 1988. Famosa ha quedado su frase, para la conmemoración de los 40 años del golpe, acerca de “los cómplices pasivos”.

Provenía de una familia también excepcional. Su padre y su madre fueron dos personas extraordinarias en todo el sentido de la palabra, una familia donde la excepcionalidad era la norma.

No menos importante es que era un hombre extraordinariamente inteligente. No era fácil tener con él una conversación muy larga, pues a poco camino él iba varios kilómetros más adelante que su interlocutor. Rápidamente uno se daba cuenta de que él ya estaba en otra parte. Eso era lo que le permitía seguir dos o tres procesos de manera simultánea e involucrarse en los detalles. Hacía preguntas agudas y quería respuestas-resumen. Era curioso, quería saber siempre más.

Lo conocí de chica, porque nuestros padres eran amigos, pero sobre todo lo conocí como alumna de un curso de economía en la Universidad Católica, donde él era ayudante, de una velocidad de racionamiento muy rara de encontrar. Luego estuve con él en múltiples ocasiones, antes y después de sus presidencias. A pesar de que siempre estuvimos en bandos opuestos y tuvimos muchas controversias, nunca dejó de tener interés en lo que uno pensaba. Era un hombre pragmático, que no tenía mucho espacio para el rencor.

Nada en él era estándar. El que haya llegado a ser millonario viniendo de una familia de profesionales dedicados al servicio público es también una excepción. Le molestaba que le dijeran que era millonario. Venía de una familia donde el dinero no era lo más importante, sino el intelecto. Quedó claro con sus presidencias que el dinero estaba muy lejos de ser relevante para tener éxito en el ejercicio del poder. Aunque parezca un poco absurdo decirlo, para él hacer buenos negocios era muy fácil, mientras gobernar era lo que realmente resultaba desafiante y difícil. Un día me pidió lo siguiente: “Explícame esto de la opinión pública, es difícil de entender”.

El expresidente Sebastián Piñera Echenique fue un hombre totalmente fuera de toda norma, excepcional por donde se lo mire.  Es quizá congruente con esa excepcionalidad que le tocara enfrentar períodos de la historia totalmente excepcionales: el terremoto de 2010, el estallido social de 2019, la pandemia el 2020 y la profunda crisis de la política. Para terminar de confirmar este fenómeno de excepcionalidad: rescató a los 33 mineros atrapados en el fondo de la tierra, contra todo pronóstico.

Si no fuera por el accidente que le quitó la vida, habría, quizá, sido Presidente por tercera vez no consecutiva, porque lo que se corta es una vida política que estaba lejos de terminar. Su historia política es a la vez causa y consecuencia de la crisis de la política.

Su legado es haber sido el primer Presidente de derecha después de la dictadura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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