Afrontar este desafío se relaciona con un factor clave al momento de acercar a las niñas al mundo de las ciencias: necesitamos inspirar de manera temprana a las jóvenes generaciones de mujeres a optar por este ámbito del conocimiento en su desarrollo profesional y laboral.
En todo el mundo, apenas 3 de cada 10 mujeres se dedican a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su sigla en inglés), y sólo un 35,5% de ellas son estudiantes de carreras relacionadas, según cifras de la Organización de la Naciones Unidas. Por eso, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada 11 de febrero, es una fecha que nos invita a reflexionar sobre el rol fundamental que desempeñan las mujeres en el avance científico y tecnológico de nuestra sociedad.
En Chile, las cifras entregadas a mediados de enero por la Subsecretaría de Educación Superior indican que este año aumentó la cantidad de mujeres seleccionadas en carreras STEM, incrementándose en un 16,8% respecto de 2023, con lo que la participación femenina pasó de 27,2% a 30,2%.
Este resultado representa un logro importante si comparamos los datos del Consejo Nacional de Educación publicados en noviembre de 2022, que muestran que la presencia de mujeres en este rubro no superó el 25% desde el año 2002 a 2022.
Aunque notamos un avance innegable y gradual de la participación femenina, aún existen brechas profundas que como sociedad debemos trabajar en conjunto para resolver.
Un dato más global y que entrega un contexto aún mayor de la brecha existente es la entrega de premios nobeles en el campo de las ciencias a las mujeres: desde su creación este galardón ha sido otorgado a ellas 65 veces, de las cuales sólo 27 han sido premiadas en las categorías de Física, Química y Medicina y Economía.
En nuestro país, el panorama no es muy alentador: solo cuatro mujeres han sido reconocidas con el Premio Nacional en el ámbito de las ciencias naturales y ciencias exactas.
Afrontar este desafío se relaciona con un factor clave al momento de acercar a las niñas al mundo de las ciencias: necesitamos inspirar de manera temprana a las jóvenes generaciones de mujeres a optar por este ámbito del conocimiento en su desarrollo profesional y laboral.
Las familias, escuelas, gobierno, academia y empresas deben trabajar unidas para ofrecer nuevos modelos femeninos a seguir y también derribar prejuicios culturales que perpetúan la idea de que ciertas áreas son más adecuadas o resultan más fáciles para los hombres, destinando históricamente a las niñas a aquellas tareas relacionadas con los servicios, administración, educación o el cuidado de otros.
Para lograrlo, es fundamental fortalecer programas de mentoría, redes de apoyo y políticas de equidad salarial que reconozcan y valoren el talento y la contribución femenina en todos los niveles de la ciencia, tecnología, medicina, ingeniería, investigación e innovación.
La inclusión de mujeres en estos campos no sólo es un reflejo de justicia y equidad, sino que también enriquece la innovación, al aprovechar el potencial creativo y la diversidad de enfoques que entregan hombres y mujeres para la resolución de los diferentes desafíos que enfrenta el mundo en la actualidad, entre ellos, la crisis climática. Además, una participación femenina activa facilitará una mayor proyección laboral y mejores remuneraciones en el futuro, lo que ayudará a reducir las brechas de género y enriquecerá a la sociedad en su conjunto.