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Verano trágico: entre el horror y el nacimiento del piñerismo Opinión

Verano trágico: entre el horror y el nacimiento del piñerismo

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Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Creo que la figura póstuma de Piñera era lo que le faltaba a la derecha más tradicional desorientada y ahogada por los Republicanos. (…) No me cabe duda de que el piñerismo será algo parecido al peronismo argentino, pero en versión de derecha.


Chile, durante febrero, fue siempre parecido a Macondo. Calles vacías y silenciosas en Santiago, playas y lagos repletos de gente. Todo el mundo de vacaciones. La Moneda llena de personas desconocidas ejerciendo con el título de (s), y por supuesto, el parlamento cerrado por el mes completo. Un mes en que la agenda noticiosa se centraba en el festival de Viña del Mar, los torneos de fútbol amistosos y uno que otro festival en provincia, de muy bajo nivel. Era como una especie de pacto tácito de la sociedad, que se podía resumir en un largo cartel que cruzaba de Arica a la Antártida: “Chile, cerrado por vacaciones”.

La verdad es que no sólo no pasaba nada a nivel político. No pasaba nada de nada. Eran tiempos en que nos entreteníamos leyendo en la arena -aún existían revistas de papel como Caras, Cosas, Qué Pasa, Ercilla- jugosas entrevistas a nuestros políticos desde los lagos o Zapallar, vestidos con polera, pantalón corto y mocasines sin calcetines, hablando de sus sueños, logros, y por supuesto, de sus aficiones por la navegación, equitación o volley playa. Sin duda, el más llamativo era el expresidente Piñera. Alternando sus vacaciones entre las casas de Cachagua, Caburgua o Ranco -donde ocurrió la tragedia-, nos enterábamos de los disputados partidos de fútbol con los inquilinos, de sus ministros invitados, sus asados, su asistencia a misa. 

Pero de pronto febrero empezó a cambiar. Salvo por los parlamentarios que siempre estaban de vacaciones, vino el caso Caval, la resaca del 18/0, el terremoto del 27/F, la pandemia, Cúcuta, los incendios forestales. Febrero dejó de ser febrero. La gente reclamando porque las autoridades salían de vacaciones. Políticos furiosos por lo mismo, mandando mensajes “como es posible que un ministro salga de vacaciones en medio de los incendios”, decía hace unos días un diputado de oposición, subiendo un video a tik tok, sin lograr disimular que él estaba en un lago del sur. 

Sin embargo, el verano de 2024, y especialmente febrero, quedará marcado como uno de los más intensos y dramáticos de nuestra historia. Primero, la reforma de pensiones salió con un humo positivo desde la Cámara, pese a que quedó completamente distinta a la idea original de La Moneda. Además, la situación de la delincuencia ha tomado un giro tan peligroso, que obligó a Boric a convocar al Cosena, una medida a la que siempre se opusieron siendo oposición. A continuación, vino el feroz e intencional incendio que devastó a una parte importante de la región de Valparaíso, dejando como trágico balance miles de hogares en la ruina y, lo más espantoso, más de ciento treinta muertos -hasta ahora, porque aún existe un importante número de desaparecidos- convirtiendo a este evento en el segundo con más víctimas desde el 27F (521 muertos). Y cuando aún se removían los escombros en los barrios que quedaron en el suelo y la búsqueda de personas se volvía dramática, vino la sorprendente y golpeadora noticia del fallecimiento del expresidente Sebastián Piñera en el lago Ranco

De inmediato el foco de los medios se trasladó al sur, desapareciendo casi por completo el drama de las familias de Viña, Quilpué y otras comunas, y por supuesto, de quienes tenían la macabra y dolorosa misión reconocer los cuerpos de sus seres queridos. ¿Por qué nuestra TV, radios y medios escritos son tan unifocales a diferencia de la prensa internacional? ¿No será posible cubrir dos importantes noticias en paralelo? ¿o será que los intereses de esos medios en este país son muy obvios?

La verdad es que la muerte del exmandatario fue tan sorpresiva como desconcertante. Piñera había vuelto a la vida pública con fuerza unos meses antes, estaba desplegando una agenda mediática constante, lo que le había significado instalarse nuevamente entre las figuras más relevantes de la derecha, e incluso, las encuestas -una conocida pocos días antes- lo ubicaban como posible competidor en 2025 a La Moneda, alcanzando a un alicaído Kast, que sigue en caída libre después del plebiscito, y ubicándose a pocos pasos de Evelyn. 

La muerte del mandatario es una tragedia, partiendo por su familia que ve partir a un hombre activo y con muchos años por delante, pero también para la política chilena, poco acostumbrada a tener líderes. Creo que las señales que vimos la semana pasada son alentadoras para el país. Los gestos de respeto hacia el exmandatario expresados por el Gobierno -Boric estuvo a la altura y mostró todo su lado afectivo, al estilo Bachelet. Notable su frase ocupar el sillón de O´higgins me ha permitido comprender y aquilatar mejor a Sebastián Piñera”- y todo el oficialismo pueden ser una señal de nuestra clase política a un país que espera con ansiedad que se enfrente como un solo bloque la delincuencia, el narcotráfico o la catástrofe de los incendios. Ojalá.

No me voy a referir a la trayectoria del exmandatario, porque muchos se han dedicado a resaltar su figura, por sobre sus sombras, algo normal cuando parte una persona de este calibre. Quiero hacer una proyección del futuro del piñerismo, siguiendo con un análisis que hice hace exactamente un año atrás en esta misma columna, “Piñera (o el piñerismo), el regreso”,

Desde 2010, Piñera trabajó activamente para construir un movimiento en torno a su figura, que califiqué en su momento como el piñerismo. Esta es una corriente transversal dentro de la derecha, en que conviven personas de la UDI, de RN y algunos Amarillos. Quienes se identifican con el piñerismo tienen una cuota alta de pragmatismo, son liberales en lo cultural y menos ideológicos. El core del piñerismo está en la realización, el logro de cosas concretas. Al estilo rescate de los 33 o el aprovisionamiento de vacunas para el Covid-19. Se podría definir como una especie de derecha liberal-empresarial. En eso se distancia de la derecha tradicional que no puede despegarse de los temas culturales y valóricos, y menos de la dictadura. Recordemos que Sebastián Piñera fue DC, estuvo a favor del divorcio y matrimonio igualitario, despertando la ira de muchos en su sector

El piñerismo se ha expresado -entre 2014 y 2018 y desde el 2022 a la fecha- en una especie de gabinete en la sombra, formado por casi todos sus exministros que actúan coordinadamente para estar presente de manera permanente en la agenda pública. Si revisamos la prensa, todas las semanas, cada uno de ellos le hace un contrapunto a los ministros de Boric y antes a los de Bachelet. Se reunían de manera periódica en las oficinas del exmandatario y se rotaban en la coordinación del grupo. Solo recordemos que el año pasado, en esta misma fecha, sus exministros asistieron a La Moneda a ofrecer ayuda por los incendios

Creo que el piñerismo no solo va a continuar, sino que se reforzará. La figura del expresidente se ha ensalzado en estos días de una manera que sorprende, considerando que llegó a tener apenas un 6% en las encuestas, la cifra más baja de un presidente desde 1990. Pero la muerte trágica siempre facilita el culto y le permite a los movimientos darle sentido a sus proyectos. Yo creo que la figura póstuma de Piñera era lo que le faltaba a la derecha más tradicional desorientada y ahogada por los Republicanos. Además, él se encargó de “santificar” a sus seguidores más cercanos. Tiene a su primo Chadwick -una buena venganza, por lo demás- que podrá liderar al grupo, cuentan con infraestructura y recursos. No me cabe duda de que el piñerismo será algo parecido al peronismo argentino, pero en versión de derecha.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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