Opinión
Hoy las alcaldesas de Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué demuestran cómo se consolida el lugar de las mujeres en tareas de liderazgo y servicio público. Han puesto su mejor disposición para hacer frente a la tragedia de los incendios, que personifican a miles de mujeres en cada rincón del país.
Las emergencias que además implican tragedias, no solo impactan a las personas, y generan sentimientos de solidaridad colectiva, sino que también nos permiten apreciar el cómo emergen capacidades que, a lo mejor, no sabíamos ni teníamos conciencia que eran parte nuestra.
Muchas veces se dice además que los liderazgos se miden en la crisis más que en los momentos calmos. Y ha ocurrido recientemente en la región de Valparaíso, en donde hemos visto, en medio de la devastación, cómo muchas mujeres y hombres, dirigentes sociales, y líderes de diversos ámbitos, han sacado lo mejor de sí para enfrentar este momento, mientras todavía lloran las pérdidas de sus seres queridos.
En medio de esta tragedia que enluta a Chile, el simbólico y sentido abrazo entre Cecilia Morel y el Presidente Gabriel Boric, con motivo de la muerte del ex Presidente Sebastián Piñera, también demuestran una forma de entender el liderazgo en momentos complejos. Estas actitudes han venido a recordarnos que formamos parte de un mismo país. Un país en que el dolor de cada compatriota no debe dejarnos indiferentes ni mucho menos ser objeto de odiosidades o rencores, a pesar de nuestras diferencias, pues las hay, sobre cómo entendemos la vida, la política y la sociedad.
Debemos mostrar capacidad de colaboración, empatía y resiliencia para acompañar el dolor de los otros y para las tareas de la reconstrucción, que son arduas, complejas y demoran. En medio de las múltiples tareas que la embargan, Javiera Toledo, alcaldesa de Villa Alemana, ha llamado a mostrar “colaboración y empatía” para empezar a levantar las localidades que han sido afectadas por los incendios. Una Villa Alemana, ha dicho, que se caracterice por el “buen trato” para animar a los vecinos y vecinas que trabajan arduamente por la reconstrucción.
Una reconstrucción que se viene dura pero que ha sido necesario acometer desde la primera hora. “No bajaremos los brazos”, ha dicho Valeria Melipillán, alcaldesa de Quilpué, frente a la desgracia. No bajar los brazos significa no rendirse ante la adversidad. Significa enfrentar lo que está pasando, tal como lo hace Valeria en los patrullajes nocturnos que realiza junto a personal municipal, para conocer directamente cómo están viviendo los vecinos de esa comuna los temores y angustias que los embargan.
Como decíamos al principio “es el momento de poner todo lo mejor de nosotros”, como también ha señalado la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, en medio de su labor diaria, desde las primeras horas encabezando los equipos municipales para ir en ayuda de los extensos territorios arrasados por el fuego, en una ciudad que nuevamente es enlutada por los incendios.
Colaboración y empatía. No bajar los brazos. El momento de poner lo mejor de nosotros. Estas palabras sintetizan muy bien el espíritu con que estas tres alcaldesas han liderado la gestión ante la emergencia, y también dejan atrás los prejuicios que nos imponen sobre la capacidad de enfrentar adversidades y desafíos complejos. También en los incendios del año pasado fueron varias las alcaldesas que tuvieron que enfrentar la emergencia con determinación y liderazgo.
Hoy estas tres alcaldesas simbolizan cómo se consolida el lugar de las mujeres en tareas de liderazgo y servicio público, que han puesto su mejor disposición para hacer frente a la tragedia y que personifican a miles de mujeres en cada rincón del país que, día a día, enfrentan adversidades cotidianas, que hacen política desde la empatía, y no desde la superioridad, un atributo que se dice en muchos análisis caracteriza a las mujeres cuando ejercen la política. Vaya a todas ellas nuestro reconocimiento, a menos de un mes que se conmemore un nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
