Si uno compara los resultados en materia de exportaciones chilenas a lo largo de una década, entre los años 2023 y 2013, puede percibir una serie de antecedentes interesantes de nuestra inserción en el comercio internacional contemporáneo.
Una primera cosa que salta a la vista es que los volúmenes exportados en el 2023 –que sumaron 94.937 millones de dólares– no son los más altos que se han presentado en la década analizada. En el año 2022 se obtuvieron resultados superiores, lo cual refleja que no estamos en presencia de un crecimiento sostenido de nuestras exportaciones, sino que estamos altamente sujetos a los vaivenes de los precios que se presentan en el mercado internacional, los cuales no siempre responden a legítimas variaciones de la oferta y la demanda, sino que muchas veces obedecen a movidas especulativas de las fuerzas dominantes en el sistema económico internacional y/o a los intereses geopolíticos de las naciones más relevantes.
Se visualiza, sin embargo, que las exportaciones totales del país pasaron de 77.070 millones de dólares en el año 2013, a 94.937 millones de dólares en el año 2023. Un incremento de 17.867 millones de dólares a lo largo de esa década. ¿Qué actividades o qué sectores económicos fueron los responsables de ese incremento de 17.867 millones de dólares en nuestras exportaciones?
El principal sector en el cual aumentaron las exportaciones –como es dable suponer– fue la minería, que pasó de 43.646 millones de dólares a 53.031 millones de dólares. De esos 17.867 millones de dólares, por lo tanto, en que se incrementaron nuestras exportaciones, 9.385 millones de dólares, más de la mitad, tuvieron lugar en el sector minero.
Dentro de esa producción minera, el cobre pasó de 39.891 millones de dólares a 43.433 millones de dólares. Un aumento de 3.542 millones de dólares. Dentro de esas exportaciones de cobre, la venta de cátodos disminuyó y la de concentrados aumentó.
Otro producto que presentó un incremento sustantivo de sus exportaciones fue el litio, cuyas ventas externas pasaron de 225 millones de dólares en el 2013, a 5.430 millones de dólares en el 2023.
En lo que respecta a las exportaciones agrícolas, pecuarias y pesqueras, el incremento de las exportaciones fue de 1.333 millones de dólares, al pasar, en la década analizada, desde 5.647 millones de dólares a 7.000 millones de dólares. Sin embargo, exportaciones de las uvas, manzanas, peras, arándanos y kiwis disminuyeron, siendo las cerezas casi la única fruta que aumentó sus exportaciones, al pasar de 392 millones de dólares a 2.337 millones de dólares –un aumento de 1.945 millones de dólares–, con lo cual más que se compensa la caída de las frutas mencionadas anteriormente.
En el campo de los bienes industriales aumentaron las exportaciones de salmón, en 3.351 millones de dólares, y las de óxido de molibdeno, que aumentaron en 1.401 millones de dólares. También aumentaron las exportaciones de metanol, en 335 millones de dólares, al pasar de 56 millones de dólares a 335 millones de dólares en los años analizados. Disminuyeron, sin embargo, nuestras embriagadoras exportaciones de vino embotellado, que pasaron de 1.483 millones de dólares a solo 1.256 millones de dólares.
En síntesis, si uno suma los aumentos de 3.542 millones de dólares en que se incrementaron las exportaciones de cobre; más los 5.205 millones de dólares en que aumentaron las exportaciones de carbonato de litio; más los 1.945 millones de dólares en que crecieron las exportaciones de cerezas; más los 3.351 millones de dólares en que aumentaron las exportaciones de salmón, más los 1.401 millones de dólares en que aumentó el óxido de molibdeno, y los 279 millones de dólares en que se incrementaron las exportaciones de metanol, se llega a la suma de 15.723 millones de dólares. Esa cifra, correspondiente a la suma de esos seis rubros, representa el 88 % del incremento presente en las exportaciones chilenas, a lo largo de la década que va del 2013 al 2023. Por lo tanto, el aumento de nuestras exportaciones descansa en forma sustantiva en las exportaciones de productos primarios con escaso valor agregado.
Nuestras exportaciones aumentaron en valores absolutos, a lo largo de la década analizada –lo cual no es malo–, pero la composición de las mismas sigue mayoritariamente descansando en los bienes primarios. La industria que requiere de un alto componente de conocimiento y de tecnología moderna y que implica la creación de mayor valor agregado, sigue estando fuera de nuestra estructura exportadora. Ello obedece, en no pequeña medida, a que nuestra política económica interna y externa no ha tenido en su horizonte la industrialización, y el mercado, por sí solo, parece no estar en condiciones de hacernos ese regalo.