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Municipal 2024: Expectativas del primer peldaño a la presidencia ANÁLISIS

Municipal 2024: Expectativas del primer peldaño a la presidencia

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Axel Callis
Por : Axel Callis Sociólogo. Analista político
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Lo más hermoso de esta elección cuádruple es que cada pacto puede diseñar su propio escenario de triunfo y, como suele ocurrir, todos celebren esa noche, aunque sepamos muy bien quien ganó y quien perdió y, también, quién está más cerca de la presidencia 2025.


Desde que se instauró la elección directa de alcaldes en 2004, separada de los concejales, se ha vuelto, sin dudas, el mejor predictor de qué bloque o fuerza política alcanzará la presidencia el año siguiente. De una u otra forma, esta elección de autoridades locales dota de direccionalidad política al inicio del ciclo electoral, que ha finalizado históricamente y, hasta ahora, con una segunda vuelta presidencial.

Por otro lado, en octubre tendremos también la segunda elección de gobernadores regionales desde que se instituyó el cargo, elección sui generis, pues al igual que la presidencial goza de primarias, primera vuelta y luego un balotaje para definir al ganador o ganadora. Todo lo anterior, para dirimir quién ejercerá un cargo que la ciudadanía aún no termina de comprender. No se sabe con exactitud qué hace y para qué sirve un gobernador. Tal vez por eso es que su dramatismo (recordemos el balotaje entre Karina Oliva y Claudio Orrego) es más bien político simbológico que práctico. La ciudadanía sigue viendo en los delegados presidenciales y alcaldes las vías de entrada a las soluciones de los problemas que los aquejan: migración, seguridad, orden público y atención en salud entre otros.

Llegar es mejor que estar

Esta gran verdad del fútbol (sobre que llegar a una jugada, irrumpir en velocidad en el área o sorprender, es mejor que estar flotando en el mismo lugar, sin sorpresa ni diferencia) se ha transformado en la tentación para muchos que piensan en ser candidatos, irrumpiendo, llegando a último momento y cosechar “la ola” que la coyuntura pueda formar u ofrecer.

Así, aparecen nuevos conceptos electorales en las conversaciones chilenas, tales como “lavinizarse”. Es decir, aparecer como un eterno candidato por años que va perdiendo relevancia, sorpresa y novedad. En nuestro país, y al igual que otras latitudes, se observa una cierta tendencia exitosa en aquellas candidaturas que irrumpen sorpresivamente (Boric vs. Jadue o Sichel vs. Lavín), en contraposición a aquéllas que lideran por mucho tiempo las encuestas y la cobertura de prensa. Milei irrumpió sobre Bullrich, Noboa en Ecuador y Hernández en Colombia (perdió en el balotaje) y varios ejemplos más nos dan luces de que la tendencia a tener campañas cortas, intensas y de mucha red social permite a candidatos no muy conocidos popularmente aparecer en determinadas coyunturas electorales y cosechar ráfagas intensas de popularidad, fenómenos que no siempre son exitosos desde el punto de vista de la gobernabilidad o el buen gobierno.

De esta forma, en las elecciones municipales se dará una paradoja no menor: En la derecha tendremos a varios candidatos presidenciales ya consolidados acompañando a aspirantes a alcaldes, concejales, cores y gobernadores, mientras que en el oficialismo habrá ausencia de opciones presidenciales. Dicho de otra forma, aquéllos que deseen ser identificados o ubicados políticamente en “la foto” con algún referente del futuro, tendrán que recurrir una vez más a Bachelet, Boric u otra figura nacional que no esté necesariamente en carrera.

Este escenario de “llegar es mejor que estar” está generando y, no sólo en Chile, la particularidad que tal vez no conocemos aún a aquéllos que finalmente estarán en la papeleta para segunda vuelta en 2025. Esta cuota de incertidumbre despierta tentaciones no sólo en el orden nacional presidencial, sino también local, donde muchos aspiran a irrumpir en la escena de la comuna obteniendo sorpresivos triunfos, como ocurrió en 2021, cuando aproximadamente 140 independientes (más de un 40% del total) lograron ser electos como alcaldes o alcaldesas. Una parte importante del electorado, ahora obligado, sigue sospechando de los partidos políticos, así que no será extraño que nuevamente sean los independientes la primera fuerza alcaldicia del país.

Vuelven los equilibrios

No obstante el poco auspicioso escenario  para los partidos, serán éstos en su suma total los que más electos logren en alcaldes y gobernadores, sobre todo en la fórmula del independiente “por dentro”, es decir, inscrito por un partido político.

La suerte de los militantes de partidos se escribirá en mayor cuantía en las comunas de mayor tamaño, donde no opera el cara a cara del conocimiento previo, tan típico de las 250 comunas (de 345), que tienen menos de 50 mil habitantes y donde a menudo “se ubican de alguna parte”, aspecto cualitativo alejado de la variable política dura. En todo caso, “lo político” es muy fluido, por llamarle de una forma elegante, en esas localidades rurales o pequeñas.

Son 64 las comunas de más de 100 mil habitantes y que representan a casi el 68% del padrón (10 millones de electores) las que están en el ojo de la disputa política de los partidos. Gobernar en estas comunas son la llave al triunfo presidencial.

El interés ciudadano y medial estará puesto como siempre en las comunas emblemáticas y tal vez sobre algunas cabezas regionales, más una u otra disputa regional, no obstante que el dato político tal vez más profundo y de proyección sea el porcentaje de votos que obtendrán los partidos a nivel de concejales. Y en ese dato, que aparecerá tarde esa noche del 27 de octubre, es que podremos ver recién la fuerza o declinación, por ejemplo, del Partido Republicano, el cual por esta vez no inscribirá muchos candidatos a alcalde, pero sí deberá ratificar en sus listas de concejales su 35% de las elecciones del 7 de mayo de 2023 a consejeros constitucionales. En esta misma línea los partidos nuevos, con gran presencia medial, que deberán justificar ante las urnas esa cobertura inédita.

La elección voluntaria de 2021 fue algo especial, de la cual no podemos sacar muchas proyecciones o conclusiones, pues fue atípica en términos de participación, dicho en corto: muchos jóvenes y pocos viejos, dado el contexto de pandemia y una cierta falta de conocimiento sobre lo que se eligió en aquella vez, como fueron los constituyentes y gobernadores. Más una participación de 6,5 millones de votos, cifra que vista a los ojos actuales de voto obligatorio, no llega ni a la mitad de los que podrían sufragar en octubre.

La derecha de Chile Vamos siempre obtuvo antes de 2021 en torno a los 120 o 140 alcaldes electos, incluidos sus independientes, cifra que bajó sustancialmente en la última elección citada, llegando sólo a 80, entre militantes e independientes cercanos. Esta cifra aumentará sustantivamente en octubre próximo, tomando en cuenta lo ocurrido en mayo de 2023, el clima político actual y los estudios de opinión pública que circulan.

En esta línea de reequilibrios electorales, la DC será uno de los contribuyentes al cuadre de la nueva caja, pues en 2021 estuvo cerca a los 50 alcaldes electos, cifra impensada a los ojos de las rupturas hacia Amarillos, Demócratas, renuncias varias y estado actual del partido. Se ve cuesta arriba que puedan retener Peñalolén, Concepción o Curicó, entre otras.

Por otra parte, tanto el PC como el FA cuentan con un número menor de comunas, pero sí muy vistosas: Santiago, Viña del Mar, Maipú, Ñuñoa, por mencionar algunas, las cuales son parte de las no más de 20 localidades que contabilizan, por lo cual sus números deberían ser significativamente superiores, dado que son partido de gobierno, con expresiones de representación nacional, más una red no menor de nuevas autoridades administrativas en todo el país. Hagamos un ejercicio no académico: ¿cuánto del 30% de apoyo al presidente Boric es propiedad del FA y PC? En un escenario modesto la mitad. Pues bien, eso es muchísimo en caudal electoral, tanto para concejales como nuevos ediles. Menos de 50 alcaldes sería un fracaso para el sector.

En los partidos del Socialismo Democrático, al igual que la DC, deberían ser contribuyentes al cuadre de caja, pues cuentan hoy con cerca de 80 alcaldes, siendo complejo retener esos números en un contexto donde 15 de los actuales ediles no repostulan. De esta forma, se ve dificultoso retener Los Ángeles, Puerto Montt, Huechuraba o La Serena, parte de las comunas grandes que tiene este bloque. Mantener esa cifra sería un tremendo éxito.

Finalmente, los guarismos en gobernadores regionales también se ajustarán en favor de la derecha, pues hoy ésta tiene sólo la región de la Araucanía y, tomando en cuenta las últimas tres elecciones con voto obligatorio, al menos debería lograr la mitad de las 16 regiones actuales.

Monitorear el voto nulo y blanco será interesante, en el contexto de los dos millones de sufragios de esta especie que hubo en mayo de 2023 en las elecciones de consejeros constitucionales. No es para nada inaudito que la obligatoriedad del voto, el número de candidatos y la falta de información arrastre nuevamente a muchos electores al “blanco” o “nulo”.

Lo más hermoso de esta elección cuádruple es que cada pacto puede diseñar su propio escenario de triunfo y, como suele ocurrir, todos celebren esa noche, aunque sepamos muy bien quien ganó y quien perdió y, también, quién está más cerca de la presidencia 2025.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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