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Un nuevo espacio cultural para amplificar la vida democrática Opinión

Un nuevo espacio cultural para amplificar la vida democrática

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Es imperativo reconocer que las soluciones a los diversos desafíos que enfrentamos como sociedad deben ser integrales, porque una sociedad más segura se construye desde diversos frentes, incluyendo el desarrollo de espacios educativos que miran al futuro.


La escritora norteamericana Elizabeth Gilbert comentó hace un tiempo que “una vida creativa es una vida amplificada. Es una vida más grande, una vida más feliz, una vida ampliada y una vida muchísimo más interesante”. Por eso, crear las condiciones para que todas las personas puedan vivir esa ampliación del sentido de sus vidas es un desafío de cada sociedad. Las artes juegan ese rol en la construcción de una sociedad sustancialmente interesante y permiten expandir la democracia desde una esfera creativa que hace que valga la pena vivirla.

El próximo 15 de abril, en pleno centro cívico de Santiago, se abrirá el nuevo edificio que albergará a la Facultad de Artes de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Su ubicación estratégica, en el corazón de la capital, nos invita a reflexionar sobre el rol de las artes en la sociedad, que nos parece fundamental cuando queremos avanzar hacia un país que también ponga al centro de su desarrollo la creación y la cultura.

La construcción y acondicionamiento de la futura sede representa una importante inversión para nuestra casa de estudios. Refleja la relevancia que tienen las artes en un proyecto de educación superior que considera a la cultura un motor fundamental para la cohesión y el fortalecimiento democrático. Junto con representar una considerable mejora en la infraestructura, el nuevo edificio marca un hito significativo en el panorama cultural y educativo de la ciudad.

Más que la apertura de una nueva sede universitaria, este espacio da cuenta de manera concreta de un compromiso con estas disciplinas y es una señal sobre el rol que las instituciones de educación superior deben jugar en la democratización de la cultura. Simbolizada en un nuevo lugar dedicado a la creación, el pensamiento crítico y la transformación social a través del arte, la facultad ha sido ideada para el trabajo, el estudio y el disfrute de las nuevas generaciones.

La Universidad Academia de Humanismo Cristiano, con su histórica vocación de formar creadores, intérpretes y gestores con arraigados valores de justicia social, sitúa a esta facultad como un foco de desarrollo artístico disciplinario, pero también como un agente de cambio en la realidad social del país. Nuestro modelo educativo está comprometido con una democracia cultural basada en la inserción territorial. Buscamos ampliar los horizontes laborales de artistas, creadores y creadoras, para que se conviertan en una contribución irremplazable en una sociedad cada vez más permeada por la desinformación, la desconfianza, la xenofobia y el individualismo, y frente a los cuales debe asumir permanentemente el desafío de rearticularse.

En medio de las actuales preocupaciones de la ciudadanía, entre ellas la de la seguridad, levantar una Facultad de Artes con espacios dignos para la formación parece ser un proyecto improbable, una lejana prioridad en el concierto de voces que claman por más seguridad desde una perspectiva conservadora.

Sin embargo, si vamos al fondo de estos temas, es imperativo reconocer que las soluciones a los diversos desafíos que enfrentamos como sociedad deben ser integrales, porque una sociedad más segura se construye desde diversos frentes, incluyendo el desarrollo de espacios educativos que miran al futuro. Es urgente pensar en facultades que generen un horizonte cultural, que contribuyan a la formación de jóvenes que tendrán un impacto significativo en sus entornos.

La ciudad es sobre todo un espacio de diálogo y de ciudadanía. Insertarnos en su corazón es parte del compromiso con la formación integral de nuestros estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio en sus propios entornos. A través de proyectos artísticos y sociales, saldrán al mundo para abordar las transformaciones de sus comunidades de manera creativa y constructiva, contribuyendo así a un futuro más seguro y próspero para todos.

El encuentro y crecimiento de jóvenes de diversos orígenes y realidades socioeconómicas, fomentando la inclusión y la cohesión social, es el sello que fortaleceremos desde este nuevo espacio. Como vecinos de la comuna de Santiago, vemos en la apertura de esta nueva casa una oportunidad para destacar que el arte y la educación desempeñan un papel fundamental en la seguridad, el bienestar y la humanización de nuestras sociedades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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